Desempeñan tareas en diferentes áreas de la mina jachallera Gualcamayo. Aún así, periódicamente destinan una hora de su descanso para capacitarse y dar lo mejor como integrantes de la Brigada de Rescate.

A pura vocación de servicio, 28 brigadistas profundizan conocimientos para enfrentar las emergencias que puedan ocurrir dentro de la operación de Gualcamayo. Los inicios se remontan a principios de 2009, cuando la empresa culminaba la construcción y daba comienzo a la etapa de producción; aunque la fecha de conformación oficial puede situarse el 21 de abril de ese año, momento en el que el rosarino Hugo Montero ingresó a la compañía y se hizo cargo de la brigada.

Montero es Superintendente de Seguridad y Salud Ocupacional en la mina y quien coordina las actividades del grupo. Según comentó, el ingreso al equipo es voluntario e irrestricto, la única condición es la voluntad de aprender y servir. “Una vez en el grupo se les realizan los controles médicos de rutina y cumplen una serie de talleres con una psicóloga contratada, destinados a controlar la ansiedad, mantener la calma y enfrentar los miedos. Paralelamente reciben instrucción en las distintas técnicas para desarrollar sus actividades, como ser: teoría del fuego, combate de incendios, rescate técnico (uso de cuerdas); manejo de víctimas, materiales peligrosos, equipos autónomos y de regeneración de aire, rescate subterráneo y en espacios confinados, intervenciones con cianuro de sodio y rescate vehicular entre otros”, detalló el experto. Como parte de esta preparación también efectúan en curso externo de BTLS (Basic Trauma Life Support – Soporte Básico de Vida en Trauma), capacitación internacionalmente reconocida y usada por todos los equipos de emergencias del mundo para manejo de víctimas en accidentes de cualquier índole. Los brigadistas se encuentran habilitados y certificados bajo este curso.

Esta suma de conocimientos habilita al grupo para dar respuesta a emergencias que puedan ocurrir fuera (ver Siempre listos) y dentro de la mina. En este último caso, efectúan en forma continua simulacros de situaciones que puedan ocurrir, es el caso de derrames de cianuro, choque de ómnibus de transporte de personal con múltiples víctimas, derrumbes en mina subterránea y rescate de víctimas, colisiones de equipos mineros, incendio en instalaciones, rescates en espacios confinados, personas atrapadas con equipamiento, rescate de víctimas arrastradas por crecidas del río y emergencias médicas.

En cuanto a la presencia femenina en el equipo, sólo una mujer lo integra. Es el caso de Denise Cortéz, quien se animó a trabajar codo a codo con sus compañeros varones. “Es la primera voluntaria que tenemos y espero que no sea la última, sumó mucho al grupo ya que nos aporta una voluntad y un empuje muy grande, ella desarrolla todas las actividades a la par de todos y nos alienta a seguir un poco más. Su integración es total y hace que seamos un poco mejor cada día”, dijo sobre ella Montero.

Para Montero la mejor sensación de ser brigadista, es la satisfacción personal de poder haber hecho algo por el otro. “Mi mayor satisfacción es poder ver como creció el grupo y la soltura y seguridad con que se desenvuelven antes las distintas situaciones, y las veces que nos ha tocado actuar el bienestar interior que se siente al intervenir con éxito ayudando al prójimo. Dicen que Dios creó al mundo en seis días, el séptimo descanso y el octavo creó al bombero, es una cuestión de vocación de servicio, algo difícil de explicar, simplemente se siente”, concluyó.