Cuántas veces, con medio placard diseminado sobre la cama y con decenas de cambios sucesivos frente al espejo, retumbará la "no querida” pero si recurrente pregunta ¿qué me pongo? en la mente de más de una mujer. Nada convence. Todo parece poco y pasado de moda. Pero algo hay que ponerse, en definitiva.
Para terminar con ese dilema, surgieron las Personal Shopper o su traducción de "compradoras personales”, que no son ni más ni menos que profesionales -hay una carrera corta que da el aval- que se ocupa del asesoramiento de imagen, esto no sólo incluye la opinión calificada y el consejo a tiempo sino inclusive la rutina de acompañar a hacer las mejores compras para el placard.
Estas figuras -que no se limitan al mundo de la moda sino que hay expertos en compras de decoración, arte, regalos y hasta opciones gastronómicas- surgieron entre la década del "80 y el "90 en los Estados Unidos. New York fue su meca pero pronto llegó a Europa. Su aparición, según explican los especialistas, fue en respuesta a la importancia que la imagen personal empezó a cobrar en esos tiempos, como así también la valoración de las relaciones sociales, la dedicación profesional y la escasez de tiempo. Cuestiones que siguen vigente en estos días.
En sus comienzos, la Personal Shopper era vista como un servicio de lujo, dirigido exclusivamente a personas de un status socio-económico muy alto o bien a un sector cuya imagen era un referente social como por ejemplo políticos, actrices, entre otros. Sin embargo, con los años han ido popularizándose, por así decirlo, a punto tal que es uno de los oficios no convencional más novedosos en el país, cuya función es la de ayudar a los clientes a definir sus necesidades, pero también son personas que plantean claramente cuestiones como presupuestos a gastar, recomiendan sobre ventajas a la hora de la compra, dan opciones de artículos o servicios más adecuados para momentos claves (como festejos o también reuniones de trabajo), entre otras cuestiones.
De hecho, podría parecer que una asesora de imagen es alguien que aún no tiene mucho que hacer en la provincia. Sin embargo no es así. Desde hace poco, han desembarcado tímidamente en San Juan, donde por ahora, hay tan solo un negocio de ropa que lo ofrece como servicio a sus clientes, pero a su vez, hay personas que lo realizan de manera privada.
Con sello local
Desde hace poco más de un año, Carla Coppari, hizo de su hobbie por la moda, una oportunidad laboral, asesorando tanto a hombres como mujeres sobre cómo vestirse mejor. "Consultan personas entre 30 y 65 años. La mayoría son mujeres aunque también hay varones, separados o solteros, que buscan verse bien con la ropa que llevan, aparentar la edad que tienen con la ropa e inclusive consultan sobre un cambio de look porque están cansados de verse siempre igual”, asegura Carla, quien sostiene que "la moda se adapta a todos los casos”.
Ella no es la única que ha incursionado en este tema. "En Algar adoptamos el concepto de Personal Shopper a partir de una capacitación que hicimos a principios de año con la experta en modas Matilda Blanco. Ella nos dio a todas las integrantes del staff del negocio material de estudio sobre estética, marcas, tendencias de moda, lo que se complementa con sus consejos personalizados para potenciar la imagen de cada cliente, en el caso en que pida ayuda. Lo ponen en práctica las vendedoras con más experiencia”, explica Carina Gregori, propietaria de la boutique que dio un puntapié inicial en la materia. La idea en este negocio es que cualquier clienta que lo solicite tendrá respuestas -sin un costo extra- sobre su imagen según su figura, su edad, su personalidad y el estilo de vida que lleva. "Con nuestras sugerencias, lo que queremos es ayudar a que cada clienta logre sentirse más segura, mejor consigo misma y frente a los demás. A algunas inclusive hasta las animamos a transgredir las reglas, a que no salgan uniformadas por estar a la moda y a lograr su propio look”, define Carina Gregori.
