Sin lugar a dudas todas las personas cuentan con diferentes capacidades, el tema es descubrirlas ya sea por cuenta propia o por encontrar en el camino a quienes brindan herramientas para alcanzarlas. Esta última opción es el reto que lleva adelante el equipo de trabajo del Taller Protegido anexo de la Escuela Alfredo Fortabat con sus 82 alumnos (la escuela además tiene otros 105), que participan de seis cursos diferentes para adquirir habilidades que le dan a corto plazo una salida laboral. Esto les permite sentirse útiles y con capacidades para enfrentar una sociedad que no siempre les brinda un espacio para su inserción y desarrollo personal.
La necesidad de abrir este anexo surgió hace 5 años ya que el edificio nuevo de la escuela fue inaugurado en 2005 y la matrícula creció más de lo pensado. "Acá vienen personas con diferentes grados de discapacidad, desde profundos hasta leves, esto sumado a que nuestra premisa es ver la educación desde las capacidades y habilidades de cada uno de los jóvenes, propusimos la idea de crear este espacio para que las personas entre 14 y 24 años puedan generar su propio trabajo", explica Graciela Vega, coordinadora del Taller Protegido.
En pastelería y panadería cuentan con dos talleres uno de producción de panqueques y panes integrales, y otro de maicenitas y budines; en orientación agropecuaria aprenden mantenimiento de jardines y huertas; en packing hacen cajas; en otro pesebres; en reciclado de papel confeccionan artesanías y agendas. Además hay un taller de trabajos en madera y fabricación de llamadores de ángeles con elementos de la naturaleza.
Claro que esta posibilidad de aprender cosas que permitan una inserción social van acompañadas de una educación práctica
de cosas cotidianas, por lo que las docentes trabajan mucho en autonomía personal, que incluye desde aprender a lavar una taza, preparar el desayuno, y otras tareas que les permiten desarrollarse.
Los productos de los talleres de cocina, lógicamente se van aprovechando en el día a día, mientras que el resto de la producción que reúnen está destinada a la venta en dos ferias anuales. Una de ellas es el encuentro de Micro-emprendedores que realizan los alumnos de 6to año de la Escuela de Comercio General San Martín, quienes ceden un espacio para que los chicos participen y vendan parte de lo producido.
Con lo recaudado, los encargados de los talleres compran materiales para seguir trabajando, pero además los jóvenes reciben un estímulo. "Este año cada uno recibió 200 pesos, no es mucho pero para ellos es muy gratificante", cuenta Julia Romero, una de las docentes de Educación Especial, quien, como todas las docentes a cargo de los talleres, debió especializarse en cada área.
La segunda venta se realiza en esta época del año a empresas y particulares que hayan hecho pedido anticipado o en una exposición que se hace con ese fin para aquellas personas que quieran realizar un regalo especial. Tampoco olvidan a quienes ayudan a la escuela, por lo que una parte llega a manos de estas personas solidarias como regalo de Navidad.
Los productos terminados van desde los tradicionales pesebres, cuencos de papel reciclado, cajas de madera, llamadores de ángeles, entre muchos otros que realmente cuentan con terminaciones impecables.
No hace falta más que estar unos minutos con los chicos durante las horas de trabajo práctico para darse cuenta de sus habilidades en la parte artística que se reflejan en los rostros de cada uno de ellos y en el resultado de los trabajos finales. Como si eso fuera poco este tipo de tareas les permiten a gran parte de los alumnos que asisten al Taller Protegido, adquirir herramientas para poder contar con ingresos y lograr la inserción social que tanto les cuesta.

