Al momento de la entrevista ya hacía cinco días que el doctor Ricardo Bustos había vuelto de China y todavía no podía "aterrizar” en San Juan. Quizás impactado por la grandeza de ese país oriental que supo albergarlo por 40 días y dónde una vez más pudo darse el gusto de hacer lo que más le gusta: esculpir. Y como si fuera poco, le pagaron por ello y lo premiaron.
Desde ya que fue suficiente para él, haber sido seleccionado. De todos modos, se llevó más sorpresas. Por sugerencia de su amigo y casi maestro, el brasileño Cícero Dávila, fue convocado a un festival de escultores, que año a año, tiene lugar en Changshá, una de las ciudades más modernas, al Sur de China. Justamente el lugar donde creció el líder político y estadista Mao Tse-Tung.
Sin hacerse mayores ilusiones, Ricardo Bustos mandó su curriculum y una maqueta, dos elementos válidos para quedar entre los 21 artistas de todo el mundo, que en el 2015 aportaron sus obras a uno de los enormes parques que pueblan el lugar. Allí, el sanjuanino respetó a rajatabla el leit motiv de la convocatoria: "Escultura, espíritu y creación de la ciudad”, dejando como legado, un monumento de grandes dimensiones en el que dos manos, una evidenciando el paso del tiempo y otra muy joven, enlazadas por un cincel, dan cuenta de la "Continuidad”, tal como lo llamó.
Este hacedor de muchos de los grandes monumentos que hay en la provincia -desde los expresidentes Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner pasando por figuras religiosas como el padre Juan Fanzolato o Ceferino Namuncurá, entre otros- si bien está conmocionado por lo que ha vivido recientemente no deja de soñar con seguir poblando su tierra con su obra.
¿Qué inspiró "Continuidad”?
Cuando surgió todo esto me dije cómo iba a representar la cultura china, si yo no conocía nada de ese gran país. Sí había leído mucho sobre China y siempre me había impactado ese respeto único por el paso de los años y aquello de la transmisión de valores de generación en generación. No hay que olvidar que tienen 4000 años de cultura y tradición que van en una dirección muy diferente a la nuestra. Nosotros no tenemos continuidad. Sufrimos de "mismismo”, esto significa que padecemos siempre por los mismos errores. Por ejemplo, ahora se va un gobierno, vendrá otro y seguro vamos a recomenzar todo de nuevo. Allá no, desde el "78 China no para de crecer. De algún modo, me gustaría dedicarle esto a Gioja, el viejo sabio y a Uñac, el discípulo joven. Ellos me redondearon la idea además, fue la única que respetó la consigna. El resto no. Hubo un inglés por ejemplo que hizo a la reina de Inglaterra en acero inoxidable y Cícero hizo un oso grandote que es abrazado por una niña, su hija. Creo que eso llamó la atención.
Qué paradójico: criticás de algún modo la concepción de la forma de gobernar pero a la vez lo dedicás a funcionarios de gobierno…
Creo que ahora se hace una ruptura, va a haber continuidad. Yo viví en Brasil 38 años y cuando venía todos los años a San Juan siempre lo veía igual, hasta que un día empecé a notar cambios que creo que van a seguir en la misma línea.
¿Ellos lo saben?
No. Lo hablé con una secretaria pero estaban tan ocupados que ni deben saber.
¿Qué tiene la obra para que la premiaran?
Gané un trofeo por ser la obra más convocante de público de todo el parque. Y mirá que era un parque gigante. Es impresionante. Por eso la obra también tenía que ser gigante. Tiene dos manos: una vieja, en base a la de mi tío Ramón, el hermano menor de mi papá, que tiene 96 años. Hice el molde de su mano senil, artrítica y llena de arrugas. Y otra mano joven, de un niño de 5-6 años, que representa lo que nace, lo que viene. Están ligados por un cincel, como si la mano vieja estuviera labrando la otra que sale la piedra. Quería hacerlo en mármol pero era de tales dimensiones que me resultó imposible. Tiene 6 metros, por 3 de altura y 2 de ancho. Tardé 40 días completos en realizarla y por suerte tuve ayudantes. De hecho me esperaban con la maqueta scaneada, la base en madera y una estructura en barro que yo fui modelando. Así la dejé y ahora ya tiene que estar cubierta de bronce. Y ¿qué le gustó a los chinos de mi obra? Todo el mundo iba y miraba, los viejitos se paraban, los niños y sus padres. Creo que se identificaban con la obra.
¿Imaginaste llegar tan lejos?
Uno no se imagina nada. Yo creo que si uno hace las cosas bien, algún día hay un reconocimiento. Aunque cuando me llamaron para recibir el premio -todo es tan distinto en China que ni siquiera dicen el nombre como lo pronunciamos nosotros- que ni me di cuenta. El traductor insistía que pasara, pero yo no entendía nada.
¿Qué significa semejante experiencia en tu carrera artística?
Me pone muy contento, nada más. Pasó muy rápido y fue muy divertido y pasional. Yo he ido a mil congresos de cirugía plástica durante 40 años, de congreso en congreso, pero es lo más chato del mundo. Nada que ver esto. Que me disculpen mis colegas. Esto es vida. Encontrarse con escultores de Francia, Bulgaria, Rusia, Inglaterra, Australia, Brasil, China y yo, el único argentino, hablar el mismo idioma del arte, disfrutar y poder saber el lugar en que uno está localizado en el arte sin haber pasado jamás por una escuela de arte. Eso es el verdadero premio. Es el paraíso.
Y otro premio que me traje es el montón de herramientas que compré en China y en Italia, para seguir trabajando, para seguir haciendo arte. De hecho estaba tan pendiente de mi valija con las herramientas que hasta perdí la que traía los trofeos. Todavía está en China. Ya va a llegar y las voy a estrenar porque hace 5 días que llegué y no logro aterrizar para volver al consultorio.
¿Quizás las estrene con la escultura para el próximo encuentro en China?
Yo disfruté esta oportunidad, la próxima no sé. Lo que sí ya empecé a pensar en dos trabajos que me quedaron pendientes antes de irme: el del monumento al Cruce de los Andes, que me pidió el gobernador para poner frente al nuevo teatro. Tengo una idea muy moderna, muy contemporánea, porque tiene que ser el monumento a una odisea, demostrar la hazaña desde la partida que fue desde San Juan con soldados sin ropa, mal alimentados, que no sabían luchar, un San Martín enfermo, que tuvo que soportar adversidades climáticas. Todo eso hay que simplificarlo en un monumento. Yo quiero que sea más bonito que el del Cerro de la Gloria de Mendoza. Mi idea es hacerlo en una gran roca dividida en tres partes y separadas entre sí para que la gente pueda transitar en el medio y ver de qué se trata. En la parte del medio, bien arriba, a 6 metros va a tener un cóndor, en posición de comenzar a volar. Sería el San Martín que parte en las alturas, más abajo el San Martín que sale con su caballo brioso a enfrentar todo y a 3 metros de altura, va a estar el actor principal que es el soldado, el que puso el cuerpo, el que murió, que ayudó a que se ganaran las batallas. En las dos paredes laterales, va a haber relieves de gente que viene y gente que va. Son las adversidades y el trayecto del cruce.
También voy a regalar un Sarmiento en travertino para el Museo de Bellas Artes. Mientras tanto estoy trabajando en los arreglos del Alfonsín que está destruido en la plaza de la Joroba. Es la cuarta vez que lo arreglo. Y el de Kirchner que ya lo tengo listo para cambiarlo.

