FOTOS: Archivo personal Flavia Domínguez con fotos de Yanina León Sefair y Melisa Navarro Barrozo

Si fuese por una cuestión de mera lógica, Flavia Domínguez podría subirse a un ring a interpretar uno de los tantos personajes que el teatro independiente le ha proporcionado a lo largo de los años. Es que ella es actriz, estatua viviente, también productora artística y directora de teatro.

Sin embargo, desde diciembre pasado, se sube a los cuadriláteros para “actuar” y con todas las reglas, como árbitro de boxeo. Ella es la primer réferi y juez con licencia nacional en la historia del boxeo sanjuanino. El título la distingue no sólo por ser mujer, sino por ser la primera, incluidos varones. Hasta ahora las pocas personas que arbitran en una contienda de este deporte de combate, tienen habilitaciones provinciales, inclusive una mujer (que no está ejerciendo). En total son 4 árbitros sanjuaninos. En cambio, ser parte de la Federación Argentina de Boxeo le abre el panorama para que su desempeño sea en todo el país.

Flavia ingresó a ese mundillo, ni más ni menos que probándose los guantes. Un día cuando llevaba a su hijo menor al entrenamiento de básquet en el Club Sporting Estrella, pasando por la puerta de la Federación Sanjuanina de Boxeo -NDR: ambos establecimientos están en la misma cuadra en calle Belgrano, en Villa del Carril, pero en veredas enfrentadas- le llamó la atención el movimiento en el lugar. Tanta curiosidad le dio que, madre e hijo, entraron a ver de qué se trataba. Allí se encontró con el técnico que se convirtió finalmente en su primer maestro, cuando le explicó que para la práctica no hacía falta formación ni conocimientos previos. “Aquella vez me dijo que era un entrenamiento de deporte, como ir a un gimnasio, una actividad recreativa. Solo que los ejercicios están orientados a la práctica del box”, detalla la deportista ya que vale aclarar que también entrena básquet femenino y ciclismo de ruta.

De ese acercamiento hace ya 3 años, casi. Fue amor a primera vista. Nunca más dejó de ir a entrenar. Es más su fascinación entusiasmó a sus dos hijos mayores -una veinteañera y un varón de 17 años que está terminando el secundario- que probaron con la actividad pero que por diferentes razones, no continuaron.

“Yo creo que me animé a entrar por primera vez en gran medida por hacerle caso a mis intuiciones, a esas cuestiones internas que me movilizan, por animarme a decirme ¿por qué no?, ¿quién me lo impide? Como siempre me digo. Claro que lo mío es sólo entrenamiento porque si un día no puedo ir, no voy, no pasa nada. En cambio, los boxeadores tienen otras rutinas porque es un entrenamiento de alto rendimiento. Es su trabajo y yo lo respeto”, confiesa dejando traslucir que no permite que la llamen boxeadora porque nunca va a pelear ni enfrentarse en un ring. Hay un detalle que se lo impide: su fecha de nacimiento.

“No puedo ser boxeadora por una cuestión de edad, pero también de reglamento y de ética, porque en definitiva un árbitro no puede estar boxeando. Pero básicamente es porque excedo la edad para tener la licencia. El reglamento de boxeo -que dicho sea de paso a mí fue una de las cosas que más me apasionó porque es muy estricto y muy ordenado- establece que hasta los 27 años se entrega licencia para ser boxeador que compite, según la Federación Argentina de Boxeo. En un principio me interesaba pelear y el técnico notó que tenía cualidades, ahí fue cuando me lo advirtió pero a su vez me abrió las puertas al arbitraje. Cuando yo empecé tenía 39 años (ahora casi, 42). No tenía chances”, asegura.

Predispuesta siempre al estudio, aceptó la sugerencia y comenzó a buscar dónde hacer cursos de árbitro. Podía hacerlo en la Federación Sanjuanina y tener un aval provincial. Sin embargo tardaba en abrirse un espacio de aprendizaje y cansada de esperar, se contactó con la Federación Argentina de Boxeo para sus cursados anuales. Allí tenía la posibilidad de estudiar la teoría on line. Se anotó, rindió los parciales y finales, hizo sus prácticas avaladas por la federación local en distintos festivales y guanteos en gimnasios y se recibió en diciembre pasado. Está esperando que las credenciales le lleguen este mes, lo que la habilita a ejercer oficialmente. Todo un logro porque puede ser convocada en cualquier provincia del país a cubrir combates, tanto de hombres como de mujeres, además está capacitada para dirigir peleas de peso, es decir, de contrincantes de más de 91 kilos.

“Estudiando de San Juan era la única y de Cuyo, sólo una chica más, de Mendoza. Se aprende desde el reglamento, la historia, la conformación de la organización y su dinámica de funcionamiento, antidoping, técnica, antidoping, el llenado de las tarjetas, las señas, etc. El curso es de juez y árbitro, para cumplir los dos roles, a partir de la certificación. Yo pedí la licencia de árbitro para ejercer ese rol pero si hace falta un juez también poder ocupar ese puesto. El juez está fuera del ring y es quien pone el punto y el árbitro es la máxima autoridad dentro del ring mientras dure un combate. Desde fuera del cuadrilátero nadie puede decir nada. Y es así porque uno ve de cerca lo que pasa, mira a la cara a los boxeadores. Me gusta la adrenalina de estar ahí, es difícil pero a su vez, energizante e implica estar entrenada”, asegura entusiasmada.

 

>Puños preparados, para estar a tono

Aunque no es un requisito para ser árbitro, Flavia ha incorporado el entrenamiento como algo fundamental. “Al menos desde mi concepción y autoexigencia sirve hacer el deporte porque pasás por el cuerpo los conocimientos, aprendés a mirar y a identificar algunas cuestiones claves como si hay mala intención en los golpes. Aparte hay boxeadores que son muy rápidos y con cuerpos muy grandes que dan otras exigencias, pese a que una en el ring, se mueve en caminata, acompaña. De todos modos, son tantas las acciones que hay que estar muy atenta y concentrada para fundamentalmente cuidar que se cumpla el reglamento y la salud. Alguien que no esté entrenado no puede subirse a un ring, no lo soportaría”, dice Flavia.

Es por eso que la actividad la obliga a la práctica de boxeo diaria. De lunes a viernes, dos horas (a diferencia de las boxeadoras profesionales, aclara que lo hacen mañana, tarde y noche todos los días). Implica una parte de gimnasia, de calentamiento, ejercicios como correr, flexiones, cuerdas, fuerza y la parte de bolsa. “Hacemos como si fuera un combate, una pelea contra la bolsa, a veces tenemos 8, 10, 14 rounds donde se hace práctica de la técnica, correcciones de cómo y dónde se pega. Es un entrenamiento muy completo y exigente que implica el manejo de la energía física, mental y emocional “, reconoce.

Un detalle y que no es menor, es que los entrenamientos son mixtos. “Si hay que distinguir las posibilidades de varones y mujeres en el boxeo, inclusive a nivel nacional no están permitidos combates entre personas de distintos géneros. Pelean varones contra varones y mujeres contra mujeres. Es más actualmente está en tratativas la cuestión de identidad de género o de transgénero, por ejemplo, que todavía no está contemplada como tal y es porque naturalmente -y es en algo en lo que yo creo-, el varón tiene más fuerza que la mujer. A veces en los guanteos, que es la pelea en la práctica o el entrenamiento, si se hace mixto, pero esto no se considera una pelea en sí, sino que es una simulación, es entrenamiento de contacto con el compañero o la compañera, es una práctica de técnica, no se llega a noquear al otro”, explica.

Esto inevitablemente lleva a la pregunta de si hay prejuicios con el boxeo y Flavia es clara: “Un golpe te puede hacer daño si no se hace bien. Hay muchos prejuicios sobre la violencia en el boxeo porque no hay que olvidarse que era así en sus principios pero luego, se fue adaptando al reglamento como un deporte más. Entonces se ajustaron los tiempos de cada round y la cantidad (4 de 2 minutos cada uno para las mujeres y 3 para los hombres, con un descanso de un minuto luego de cada contienda), se fue ordenando teniendo en cuenta las necesidades para sostener a un deportista y buscar su excelencia, sin dejar de lado su salud. Estos reglamentos se actualizan tanto que hacen que el boxeo sea muy técnico. Como árbitro yo debo decir por ejemplo que si hay sangre, desde una persona que es sensible y al tocarle la nariz, sangra o hasta si hay un golpe fuerte, en todos los casos se para la pelea para llamar al médico, se lo atiende, y es el profesional de la salud quien indica si se puede continuar o no. No puede haber sangre en el ring porque si bien es un deporte de contacto, hay que cuidar a los competidores”, comenta categórica.

> Mundo box en San Juan

Si bien a ella no le sorprende que haya muchas mujeres en San Juan en los entrenamientos y especialmente muchas jovencitas, se permite reconocer, que para muchos sí es algo novedoso. Ella no considera que sea una moda, sino que los gimnasios han valorado los beneficios de la práctica y entonces según su visión lo proponen cada vez más y se dedican a acercarlo al público.

“Es algo que me entusiasma y alegra muchísimo, rompe prejuicios y fundamentalmente, iguala porque genera oportunidades, abre cabezas, permite acompañarse, sudar igual, esforzarse de igual manera, compartir ejercicios y entrenar juntos. Y saber que si el objetivo es ser boxeadores los dos pueden alcanzarlo. San Juan tiene muy buenos perfiles y profesionales como Leonela Yúdica y Cecilia Román, que han abierto camino y cabezas”, cuenta quien pasó de ejercitar con Daniel Alcaraz en el gimnasio que tenía en la Federación Sanjuanina de Boxeo, a elegir como entrenadora a su compañera y admirada Leonela, la campeona sanjuanina.

Flavia también aplaude que así como hay cada vez más mujeres involucradas, también haya cada vez más lugares especializados dónde desarrollarse. No puedo decir que son muchos, sino varios que están trabajando con seriedad, son gimnasios y eso también hay que destacarlo, que están formando boxeadores, aparte de los que lo hacen como complemento o que incorporan algunos ejercicios de manera recreativa”.

También se admira porque la actividad empieza con categorías muy jóvenes, desde los 14 años ya se puede gestionar una licencia para boxeadores amateurs (es decir que están federados). “Hay una intención de modificar la edad y bajarla un año, como es en otros países. El boxeo infantil me gusta porque es sin contacto, pero los chicos tienen otros tipos de exigencias como cuerdas, saltos, técnicas, bolsas, entonces permiten que se desarrollen y tengan una disciplina”, cuenta. De hecho ella si bien aspira a ser réferi internacional -para eso tiene que cumplir con al menos 3 años de arbitraje amateur y luego pedir para dirigir a profesionales, lo que la obliga a una capacitación específica y tener un buen manejo de inglés- su sueño es ser técnica de niños.

“He pensado mucho y descubierto cosas muy bonitas entre el boxeo y el teatro, dos cosas fundamentales en mi vida: ambos se dan en un escenario, implica ponerse un vestuario, salir a escena, hay un conflicto y algo se tiene que resolver, un principio y un fin, hay acciones y por supuesto un público y un equipo fundamental”.

> Multifacética

“A mí de chica siempre me gustó el deporte. Veía con mi papá los juegos olímpicos, boxeo y automovilismo, carreras de ciclismo. Por eso creo que mi acercamiento de grande con los deportes tienen que ver con la cercanía con mi padre. Estaría feliz de verme. Ni hablar con el arte”, define sus vocaciones.

Es que a la par de la actividad deportiva, Flavia sigue trabajando con el Elenco EATA. Ayer tuvo función de la obra “Médico a Palos”, en dónde dirige. En otras ha actuado. Ella es gestora cultural en el Municipio de la Capital. Tiene su productora artística independiente, no sólo de teatro sino también de música. Es profesora de arte escénico, una especialización en Dramaterapia, aparte es Coach Ontológica y Deportiva.