El fútbol, caprichosamente, se ocupa de entregar postales de la vida misma en cada jornada. La historia del goleador Martín Palermo tiene mucho de novela, mezclado con cruda realidad y resumido en cada partido, en cada gol, en cada estallido. Y claro, a la hora de que llegue el momento de festejar el Día del Padre, el Loco no puede estar afuera. Porque es papá y, caprichosamente, su hijo heredó los genes futboleros y goleadores para ratificar que el llamado de la sangre es real, contundente. Ryduan, el hijo de Martín, empezó a ser noticia en el mismo domingo que su papá decidía dejar atrás 19 años de profesionalismo. Vestido con la camiseta de Estudiantes de La Plata, Ryduan mostró condiciones goleadoras en Sexta División marcando -de cabeza- uno de los tres goles que el equipo Pincha le marcó a Nueva Chicago. Hay sangre de gol, es herencia pura. Así lo demostraron los Palermo, protagonistas de una vida de leyendas que ya tiene sucesor. Lo que habrá que esperar es ver si esa herencia es privilegio o mochila porque en la historia del fútbol de Argentina y también del mundo, sobran ejemplos de que la sangre tira, pero no lo es todo para triunfar. Los casos de Norberto Alonso y su hijo, Ramón Díaz y el suyo, Hugo Gatti y los suyos o Cruyff, muestran que la herencia no lo es todo. Pero así también existen los ejemplos de superación como el de Juan Sebastián Verón y su papá Juan Ramón Verón. Los Palermo están empezando a andar esa senda. Será herencia, será legado o simplemente una mochila que no todos pueden bancar. Sólo el tiempo y el fútbol lo dirán.
El llamado de la sangre

