Enrique Sabater y Bonany
Principado de Andorra, España – Marzo 2012
El joven Salvador Dalí tiene un alma fuerte, tiene el don de materializar la visón pictórica, de investigar la corporeidad de las cosas del mundo sin perder la pujanza que no riñe jamás la gracia. Y por esto tenemos la absoluta seguridad de que si el joven artista no es distraído, será uno de los que darán mayor gloria a la pintura del siglo en que vivimos, rica ya en algunos valores bien auténticos …
Josep F. Ràfols escribía de este modo, en el año 1926, en la revista D’ací i d’allà de un artista llamado Salvador Dalí que tenía por aquel entonces veintiún años. Sin duda, entendió e interpretó las esencias y las raíces del arte daliniano, un vaticinio que el paso inexorable del tiempo ha confirmado.
Conocí a Salvador Dalí y a su esposa Gala, con los cuales iba a mantener una buena amistad durante doce años, al mismo tiempo que desarrollaba una colaboración profesional. De este modo iba a tener el privilegio de vivir el talante de un hombre trabajador, constante, infatigable y de una creatividad poco habitual. Su labor fue intensísima: pintaba, dibujaba, practicaba las técnicas diversas, daba conferencias… Para Salvador Dalí, como para la gran mayoría de los grandes artistas, la jubilación fue incompatible con la creatividad, a la cual se dedicó de manera excepcional hasta que sus cualidades físicas e intelectuales se lo permitieron.
La capacidad natural de Dalí lo lleva a dibujar constantemente. En su momento aprende otras técnicas que acabará dominando de forma excelente. Este don natural, junto con su afán de observación y el interés permanente por los acontecimientos de todo tipo de su tiempo, sociales, científicos, políticos y naturalmente artísticos, le permitirán crear toda clase de elementos y temas.
Realiza la primera exposición en el Teatro Municipal de su ciudad natal, un espacio que llegará a ser mítico para el artista y que al cabo de los años decidirá convertir en su Teatro Museo. Se trata de una muestra compartida con otros dos pintores locales. Los tres son presentados como "aficionados". Ya vende algunas obras.
En Madrid es alumno de la Escuela de Bellas Artes y vive en la famosa Residencia de Estudiantes. Allí establece nuevas y decisivas amistades y relaciones: García Lorca, Luís Buñuel, Pepín Bello… En la Residencia dan conferencias una serie de personalidades culturales conocidas : Eugeni d’Ors, Paul Claudel, Louis Aragón, Paul Eluard…
En 1932, un grupo de artistas reconocidos, con Picasso a la cabeza, junto a René Crevel y André Breton, proponen al editor Albert Skira que Salvador Dalí ilustre con grabados Les chants de Maldoror, del conde de Lautréamont. Después de este encargo, escribe a Charles de Nouailles: "La ilustración siempre me ha parecido seductora". Los resultados son espléndidos: en junio de 1934 se exponen en la galería Quatre Chemins del Boulevard Raspail. Se publican solamente sesenta ejemplares (numeración impar). En opinión del escritor y crítico de arte Francesc Miralles, en esta obra "Salvador Dalí se muestra con toda la potencia y complejidad de que es capaz, porque las treinta hojas del aguafuerte ofrecen un alto grado de precisión y detalle, como pocas veces podemos encontrar. Son muchas lecciones en una sola obra".
Desde el primer viaje a los Estados Unidos, envuelto en el aura de la publicación ilustrada de Les chants de Maldoror (su presentación en sociedad fue una portada de la revista Time en 1936 con la célebre fotografía de Dalí firmada por el autor Man Ray) escribe e ilustra la tan conocida Vida secreta de Salvador Dalí, que permite descubrir al hombre, a la persona real creadora. Esta es una pieza antológica y guía del mundo de Dalí, donde los metalenguajes simbólicos y la pluridimensionalidad están expresados de forma simple y directa, con meticulosidad descriptiva, superado en el asentamiento de su lectura conceptual bastante y mucho de lo que sobre él se ha escrito y pensado.
La actividad del artista ha despertado el interés de críticos, escritores, periodistas y biógrafos.
En los años sesenta, el escritor Josep Pla se interesó por escribir sobre la trayectoria de Dalí como artista y como persona. Por este motivo establecieron correspondencia sobre el tema y concentraron algún encuentro. Dalí se interesó inmediatamente por este proyecto y entendió que era necesario hacer unas ilustraciones importantes, y las hizo. Por delegación de Dalí, establecí los contactos correspondientes y las condiciones de todo tipo para hacer posible la edición. De aquella colaboración salió un libro bibliófilo y más tarde otro más sencillo al alcance de todo el mundo. Fue un momento singular que tuve el privilegio de vivir en directo.
Josep Pla ha sido un biógrafo excelente del artista afincado en Portlligat. De su libro "Obras de Museo” he escogido este fragmento:
"De Salvador Dalí, de su obra, se pueden discutir muchos aspectos exaltarlos o rechazarlos. Fijar lo que tiene de caduco o de vivo. Pero que Dalí sabe dibujar, nadie lo ha dudado, que yo sepa, a pesar de la cantidad de papel que este hombre ha suscitado en todo el mundo (papel generalmente agridulce), un hecho que no tiene precedentes en una persona de este país".
"Obras del Museo” es, efectivamente, algo más que una biografía o una obra crítica. Es un libro único en la amplia creación de Pla. Una pieza que los estudiosos del escritor y del pintor no pueden ignorar.
Detrás de las anécdotas, las ciertas, las imaginadas y también las imaginables, aparece un telón de fondo escenográfico de una leyenda sobre la que, poco a poco, el conocimiento y el trabajo de investigación de estudiosos, nos acotan un corpus profundo alrededor de su vida y su obra, la gran realidad daliniana.
Con esta exposición, "Los ojos del Surrealismo”curada por Santiago Shanahan, Salvador Dalí está presente en la ciudad de San Juan – Argentina, aplaude una vez más a uno de los más importantes creadores de la historia.

