Por Myriam Pérez y Paulina Rotman
La deforestación y destrucción del Amazonas lamentablemente no es algo nuevo, sólo cambian las dimensiones de los incendios ocasionados por las acciones indebidas de los hombres. Una situación preocupante, a la que, hay que encontrarle el lado positivo: la toma de conciencia de diferentes sectores de la humanidad para intentar, al menos, revertir estos procesos que deterioran cada vez más a la Tierra. Eduardo Martínez Carretero, doctor en Ciencias Biológicas, ingeniero agrónomo, especialista en Modelos en Ecología, investigador del Conicet, expresó su preocupación por esta "destrucción masiva", y señaló a la educación como herramienta para intentar un salvataje de la tierra.
-¿Cuáles serán las consecuencias que traerán los incendios del Amazonas al planeta?
La cuenca amazónica cubre aproximadamente 7 millones de kilómetros cuadrados, es decir casi tres veces la superficie de la Argentina. De ese total unas cinco o seis millones están ocupadas por selva tropical. ¿Qué importancia tiene esto? Tiene varias implicancias, una desde el punto de vista biológico que es la tremenda biodiversidad que allí está contenida. Se estiman más de 30 mil especies vegetales, muchas de ellas desconocidas para la ciencia, con lo cual perdemos un potencial de altísimo valor para la humanidad. Ni hablar de los artrópodos (insectos) de los cuales hay entre dos y dos millones y medio de especies. Otra cosa importante es que uno visualiza la selva en cuanto a la capacidad que tiene de captar el anhídrido carbónico de la atmósfera que es el principal gas del efecto invernadero, y ya lleva acumulado hasta el momento unas 100 mil millones de toneladas. Este carbono vuelve a la atmósfera cada vez que se produce un incendio, por lo tanto lo que habíamos retirado a lo largo de la existencia de esta selva lo estamos devolviendo violentamente. Otro aspecto importante es que estas selvas son gigantescas esponjas porque están llenas de agua, y cuando llegan los vientos alisios que se cargan de agua en el Atlántico, se convierten en lo que llamamos ríos de nubes o ríos voladores. Éstos al pasar sobre la selva no sólo descargan sino que siguen cargando agua de transpiración de las plantas. Luego esos vientos distribuyen el agua por el resto de la zona de influencia que tiene en el planeta, algo que no es un detalle nada menor porque no sólo comprende a Brasil, si no también a Argentina y muchos otros lugares.
-¿Qué otro impacto se puede mencionar?
Hay que tener en cuenta que esta selva está sobre suelos muy poco profundos, muy ricos, con mucha materia orgánica, y es la misma selva la que hace de retención de los suelos porque la pendiente general va hacia los grandes ríos. Así es que cuando las lluvias sacan esta cobertura, esos suelos que no tienen la raíz ni toda la estructura que le dan sustento, se erosionan y terminan acumulándose en los deltas como por ejemplo el del Río de la Plata. Esto provoca que haya que canalizarlos para poder llegar a los puertos.
Otro aspecto importante es que la selva tiene muchísimas poblaciones cuya vida, no es solamente sobrevivir y alimentarse ya que este ámbito hace a su idiosincrasia y su religión. Las pérdidas no son solamente desde el punto de vista de la biodiversidad, animal y vegetal, sino también de población y cultura. El impacto es realmente muy grande.
-¿Nuestro país se vería más afectados que otros del planeta debido a la cercanía geográfica?
Los vientos fuertemente dominados por el Anticiclón del Atlántico, se meten en verano al continente con grandes descargas de lluvia sobre la selva, que son las mismas que nos llegan en menor cantidad. Serían las lluvias que tenemos en Mendoza y en San Juan en el verano que es cuando concentramos el 70 por ciento de las precipitaciones, por lo tanto están fuertemente condicionadas a este anticiclón. Así es que de una u otra manera tiene esta relación con nosotros.
-¿Se podrán revertir las consecuencias si se toman decisiones desde los estados nacionales, provinciales, instituciones, incluso desde cada uno en el lugar que ocupe?
En primer lugar hay que tener en cuenta que los fuegos de la Amazonia no son nuevos, hace siglos que se viene quemando. Pero también hay algo interesante para decir: La selva no se quema porque es una esponja llena de agua, el fuego es la última etapa de un proceso que se conoce como roza, tumba, quema. Rozar es eliminar toda la leña, tumbar es bajar los grandes árboles como madera y quemar lo que queda para liberar los campos, es decir terminar con la limpieza. Entonces lo que se está quemando, y en eso tienen razón algunas declaraciones oficiales, es lo desmontado. Normalmente todas estas áreas quemadas terminan siendo aplicadas a la agricultura intensiva, y esto se hace desde hace muchos años tanto en Brasil como en Paraguay y parte de Argentina. Hay otros intereses. Es cierto que la humanidad está creciendo, que necesitamos más alimentos, es cierto que aumentó la productividad por unidad de superficie por la aplicación de tecnologías, pero también es cierto que hacen falta las superficies para cultivar, por lo tanto esto no está exento de intereses que no son meramente conservacionistas.
– Insisto ¿qué aportes se pueden hacer desde lo personal para dejar de destruir el planeta?
No tengo dudas que es un tema fundamentalmente educativo, pero también tiene que ver con un cambio de prioridades, sin eso es muy difícil. Creo que la responsabilidad la tenemos todas las instituciones públicas, sobre todo la educación pública con una herramienta muy valiosa que es la Educación Ambiental que debe ser masiva. No necesitamos un aula, es la misma sociedad donde se debe discutir y demostrar la importancia que tiene, tomar decisiones respecto de saber hasta donde estamos de acuerdo en deteriorar el sistema porque si vamos a producir, algo tenemos que cambiar. Es imposible hacer un santuario de conservación pero sí debemos saber hasta donde vamos a llegar.
Me parece muy interesante echar mano a los satélites que están dando vueltas por el espacio porque cuando uno mira el planeta a la distancia observa que es el único, al menos en el sistema solar, que tiene un halo finito que brilla alrededor que es la atmósfera. Sin ella no sería posible la vida, el desarrollo, la evolución cultural, tecnológica, etcétera, y es precisamente lo que estamos afectando. Ya lo hicimos en su momento con el fluorocarbonado, erosionando la capa de ozono, y ahora lo hacemos con los incendios no sólo del Amazonas sino de otros muchos lugares del planeta. Así estamos volviendo a cargar la atmósfera de anhídrido carbónico. Las consecuencias son exclusiva responsabilidad de la única especie que evoluciona culturalmente: la humana. Para cambiar debemos educarnos, y esa es la responsabilidad que tenemos.
-Sin duda el consumo influye de manera sostenida en todo este deterioro.
Totalmente. Hay que cambiar los modus vivendi ya que estamos frente a un modo de tremendo consumo de cosas sin importancia, además de un problema grave de distribución de los consumos, la irracionalidad, la generación de residuos desmedidos -tanto que podemos encontramos con islas flotantes de plásticos que pueden ser del tamaño de una provincia argentina-, entre otros. La afectación que estamos haciendo sobre el planeta es verdaderamente tremenda. En menos de cien años estamos destruyendo varios miles de años de evolución, y eso es responsabilidad nuestra.
– En las escuelas de nivel primario están motivando a los chicos a plantar un arbolito con su nombre, a no arrojar residuos, entre otras medidas. ¿Son útiles estas acciones básicas?
En realidad, la única esperanza que nos queda es que los niños desde la escuela primaria ya tomen esta conciencia y asuman un compromiso ambiental. Que planten un arbolito es importante porque toman un grado de responsabilidad. El tema es que ellos son multiplicadores a futuro, ahora me pregunto ¿qué hacemos en el interin? porque las generaciones futuras no van a sobrevivir sino sobrevivimos las actuales. Es un tema muy complejo que pasa por la educación, no sólo en el nivel primario, si no en todos los niveles educativos y los estamentos sociales.
Manos a la obra
La educación ambiental debe ser una acción de todos si se quiere conservar el planeta para las próximas generaciones. Aún cuando deben ser políticas de Estado, son también cambios de hábitos personales, que pueden sumar su granito de arena. Aquí pequeñas y fáciles acciones que ayudarán a mejorar el ambiente del lugar donde se vive y de todo el planeta.
Separar la basura
Es muy bueno que los niños aprendan a separar los residuos para que se puedan reciclar. Esta acción debe ser acompañada por el Estado encargado de la recolección general para que no quede en la nada.
Usar productos reutilizables
Hay muchos productos que se pueden usar varias veces para proteger la naturaleza. Por ejemplo, utilizar servilletas de tela en lugar de servilletas de papel.
Apagar las luces
En general no se toma conciencia de la cantidad de veces que se enciende la luz de una habitación que no se ocupa, o se deja encendida por horas. Acostumbrar a los integrantes de la casa a no dejar luces encendidas. Corroborar siempre antes de salir que todo esté apagado.
No dejar los aparatos enchufados
Estos siguen consumiendo electricidad.
Aprovecha la luz natural
Para reducir el consumo de luz eléctrica, abrir las ventanas y subir las persianas para que entre la luz del sol.
Cambiar las lámparas
Las de bajo consumo se calientan menos, consumen menos energía, alumbran igual y duran más.
Consumir frutas y verduras ecológicas
Estos productos cuidan el medio ambiente porque en su producción no se utilizan fertilizantes ni otros productos contaminantes.
Cuidar el agua
Controlar que no existan fugas de agua y cerrar los grifos si no se están usando.
Utilizar el termostato
Tanto para la calefacción como para el aire acondicionado es necesario utilizar un termostato. El consumo de energía de la calefacción baja cuando se reduce en un solo grado la temperatura, y lo mismo ocurre si se aumenta la temperatura un grado en el aire acondicionado.
Usar transporte público o bicicleta
La contaminación en las grandes ciudades proviene en gran medida de los vehículos personales. Por eso se recomienda utilizar el transporte público para desplazarse. Mejor aún si se usa bicicleta.
Evitar el uso de bolsas plásticas
Llevar bolsas reutilizables al supermercado, o al almacén del barrio, porque si bien la mayoría no entrega este elemento, lo vende a quienes lo piden.
Reciclar
Antes de tirar ropa, libros o juguetes, analizar si se puede dar una segunda oportunidad para evitar gastar y comprar todo nuevo.
Plantar árboles
Los árboles producen oxígeno y son esenciales para la naturaleza, así que lo ideal es plantar un árbol en la casa o en la comunidad. Por supuesto, luego hacerse responsable de su cuidado.
Acciones concretas para sanar el planeta desde San Juan
Un ejemplo "fácil”
Susana Matellán decidió poner manos a la obra y dejar de esperar sentada que las cosas en el lugar dónde vive, cambien. Así nació "Es fácil”, una organización que recién está dando sus primeros pasos para "sanar el planeta”. "La iniciativa implica mucho más que ir a limpiar zonas abandonadas, sucias y en decadencia sino que incluye un accionar individual y colectivo para restaurar el daño que estamos haciendo como civilización, una toma de conciencia de todos los integrantes de cada familia para crear sinergia y de fortalecer un vínculo amoroso con nuestro planeta. Por eso nos proponemos contagiar a los que nos rodean que es fácil, como contraposición al mentado concepto de que no se puede o es imposible. Todos podemos hacer algo con compromiso. Hay que empezar por transformar hábitos negativos en positivos”, resume esta fotógrafa, artista y ferviente promotora de la cocina saludable.
La primera acción fue la semana pasada. Con un grupo de familias amigas, voluntariamente fueron a limpiar un terreno abandonado y contaminado y a reflexionar. Unas 30 personas se reunieron, cada uno con sus propias herramientas de trabajo: guantes, bolsas y cajas para clasificar la basura recolectada, agua y elementos de recolección. Previo a eso, cada familia pudo leer sobre los tiempos de degradación de los objetos que se descartan cotidianamente, como las botellas de vidrio (4000 años) o de plástico (200 años) o los pañales (100 años). Luego hubo lugar para una merienda compartida y un cierre de la jornada inolvidable con una celebración o ceremonia simbólica de ofrenda a la tierra, "como forma de alimentarla bien y un mensaje de que la estamos cuidando”, contó.
"El objetivo de este grupo es darle un valor a cada acción. Que no sea limpiar y nada más. Porque si no sanamos las personas, difícilmente podamos sanar el planeta, la casa en la que vivimos”, agregó sobre "Es fácil”.
Las intenciones de Susana y su grupo de amigos es hacer un relevamiento de las zonas más precarias y ocuparse de limpiarlo y sanarlo, para recién ahí plantar árboles y realizar otras acciones "amigables y necesarias” con el ambiente. De hecho, ya está juntando ejemplares árboreos. Claro que antes de llevarlos a su lugar definitivo, está investigando con ayuda de profesionales todo lo necesario para que la tarea de realmente sus frutos.
Aquellas personas interesadas en conocer más acerca de "Es fácil” y en sumar ideas, conocimientos y buena voluntad, incluso anotarse para la próxima actividad prevista para fines de septiembre puede contactarse al e-mail esfacilsj@gmail.com.