Apenas comenzó la cuarentena, Guillermina Ramos Domínguez, como tantas personas-, se quedó sin trabajo porque la clínica de rehabilitación en la que se desempeñaba como administrativa, cerró temporalmente sus puertas. Ahí comenzó lo que sería un nuevo camino en su vida. Su reacción fue muy rápida porque logró unir sus dos objetivos: buscar una salida laboral y encontrar la paz que tanto ansiaba para vivir lejos del estrés. Así nacieron sus delicias, que actualmente incluyen hasta dulce de leche y coquetos bocaditos de membrillo, entre muchos otros que se producen en La Cañada, Albardón.

"Me dí cuenta que había cerrado un ciclo, pero no la estaba pasando bien sin trabajo. Fue cuando decidí ir a la finca de mi familia en Albardón porque mi mamá nos propuso a mi hermana y a mí que le ayudáramos a mantenerla. Al mismo tiempo empecé a conectarme más con el campo al que siempre he amado, con mis abuelos, y con mis vecinas de la zona que son muy buenas. Así decidí elaborar un poco de dulce de membrillo, seguí por otros que había aprendido de mi abuela. Volví hacia atrás para recordar todo eso, incluso empecé a hacer biodecodificación, a conectarme con la tierra, con el sol, con el aire, y así logré bajar muchísimos cambios. Comencé a vender los dulces y me fue muy bien", resume Guillermina.

Los recuerdos de las recetas de la abuela, el aporte de conocimientos de las vecinas, y el interés de ella por innovar, sumaron fichas para que está nueva apuesta comenzara a ser exitosa.

A la fecha, y a sólo cuatro meses de su nueva elección de vida, ofrece mermelada y jalea de membrillo, mermelada de ciruela, dulce de alcayota, cuaresmillos en almíbar, limas en almíbar, pan de membrillo de medio y un kilo, naranjas en almíbar, damasco fit y la gran innovación que es el dulce de leche con agregados.

Es que éste último merece un párrafo aparte ya que hay varias opciones: con pasas de uva, pasas y coco, nuez, nuez y coco, almendras y coco, nuez -coco y almendras, coco (solito), en definitiva una variedad de combinaciones para todos los gustos.

"Aprendí mucho de ver a mis vecinas como hacían sus dulces, además hice cursos de manipulación de alimentos y todo lo que pudiera ayudarme a hacer las cosas con la mejor calidad. Es que soy muy perfeccionista y hasta que no veo que sale así no paro", agrega Guille.

Las ventas fueron paulatinamente en aumento lo que motivó a sumar a Antonia y Angela -las maestras dulceras de Guille-, para poder abastecer y cumplir con todos los pedidos.

Este equipo de trabajo elabora dulces toda la semana y sólo hay dos días de entrega. El jueves, los pedidos a domicilio, y el viernes se retiran del departamento en el que vive Guille en el Capital sanjuanina. Para las reservas de algún dulce los clientes usan las redes sociales (Guillermina Ramos Domínguez), o por whatsapp al teléfono: 2644605938.

"Vendo mucho por la difusión del boca en boca, cada vez que alguien se contacta conmigo me dice que le vendí a un familiar o a una vecina. Me va muy bien, pero sobre todo estoy muy feliz con esto que me permite hacer cosas con mucho amor", indica.

LOS SECRETOS

Uno de los fuertes en las ventas de los dulces de Guillermina es el alcayota. A diferencia de lo usual contiene ralladura de naranja y ésta fruta en el medio del frasco. Así cada mermelada tiene un toque distintivo, en el caso de la ciruela, el "touch" es un clavo de olor que le otorga intensidad aromática y gustativa.

Otros tienen un toquecito de ralladura de limón, u otro cítrico que otorga mayor complejidad de sabores.

El dulce de leche, sin duda, es la vedette de la amplia oferta. "Tenía muchas ganas de hacer algo bien argentino, y que mejor que este dulce. Además quien hace dulces está brindando amor, y la leche se conecta con la madre, con la abuela y con todo el árbol genealógico materno en mi caso, así el dulce de leche es el amor de la mamá", indica.

Esta versión es más fluida y contiene menos azúcar que el que se compra industrializado, es muy suave, y con el agregado que cada cliente prefiera, o sus combinaciones (coco, almendra, nuez, pasas), razón por la cual se convirtió en una especie de postre que la gente come a cucharadas.

A raíz de eso, Guille decidió acompañarlo de una cuchara ciento por ciento biodegradable de madera para que una vez usada se pueda enterrar y así ayudar al cuidado del medio ambiente.

Las ideas para hacer algo diferente no terminan ahí, hay otro ingrediente secreto: cada dulce de leche es personalizado. "Una vez que hacen el pedido, comienzo a hacerlo porque cada cliente pide con ingredientes distintos y me demanda al menos tres horas. Es algo hermoso y pongo la mejor de mis energías para que llegue así a cada persona", garantiza la emprendedora.

El crecimiento de esta iniciativa de cuarentena se observa al comparar los 15 frascos de 450 gramos de distintos dulces que elaboraba por semana al comienzo, y los más de 100 que elabora en la actualidad, con precios que van desde los 160 a los 360 pesos. Es que a la venta directa se sumó una panadería y un almacén que también los comercializa, y desde hace unos días son enviados a Córdoba como verdaderas delicatessen.

Más opciones: el denominado "damasco fit", está pensado para personas que cuidan su figura, porque si bien no contiene edulcorante artificial ni conservantes -como ninguno de sus productos-, se usa una mínima y escasa cantidad de azúcar. "Eso me lo piden mucho las jovencitas o adultos con problemas de diabetes para darse un gustito, ya que es casi la fruta pura. Es espectacular porque es como una pasta de fruta exquisita", agrega.

Cada detalle está en sus manos. El diseño de los flyers para promocionar sus productos, la elección de una simpática y colorida llama que identifica sus productos. Incluso los pompones que cuelgan de cada frasco son hechos por su hija Magdalena de 12 años. 

"He encontrado mi lugar, mi trabajo, y en un futuro cercano quiero venirme a vivir a Albardón. Estoy muy feliz", dice Guille.