Sin que haya que apelar a alguna estadística, todos saben que las drogas ilegales ganan cada día más terreno. Algunos bregan por su legalización, mientras que muchos padres se preocupan por cómo encarar el tema con sus hijos, más aún, luego de las muertes por sobredosis ocurridas en la fiesta electrónica en Costa Salguero, Buenos Aires, el mes pasado. Un hecho que visibiliza lo que pasa casi en forma cotidiana en todo el país. Un verdadero problema por donde lo miren, más si se tiene en cuenta que en pocos años la edad de inicio de consumo bajó a los 12 años, y la gran puerta de ingreso son el alcohol y el tabaco (drogas legales). Raúl Ontiveros, psicólogo, titular del Programa Lihue (ver recuadro), desde su fundación hace 22 años, así lo afirma y recomienda algunas cosas para tener en cuenta y evitar que las adicciones a las drogas, continúen en alza.

-¿Qué motivos lleva a una persona a consumir drogas ilegales?

Básicamente, la droga es un suplemento artificial que provee de sensaciones y estados de ánimo que desde lo químico van generando suplementos que tapan cosas que están ausentes, vacíos. Siempre pongo el mismo ejemplo, si alguien se hace adicto a una pomada para la rodilla es porque hay un dolor, y la adicción no se puede separar del dolor, y en el caso de las drogas se trata de tapar un dolor de tipo emocional, afectivo, o dolores que dan las ausencias, los traumas.

– ¿Eso quiere decir que cada vez tenemos más carencias?

Seguramente han existido en toda la historia de la humanidad, pero quizás se han profundizado en esta época porque estamos en un tiempo que se caracteriza por soledades, distanciamientos, por vínculos más enfermos o débiles que no nutren, sobre todo cuando hablamos de niños o adolescentes. Por otro lado, las drogas están cada vez más presentes, más baratas, más promocionadas. Sólo cuando ocurren muertes – como en el caso de la fiesta electrónica-, las promociones hacen un repliegue, pero después reaparecen, y uno se encuentra con ministros de la corte que dicen que fumar marihuana está bien y no provoca nada. En este contexto los que trabajamos para ésto y decimos que causan problemas tremendos parecemos dinosaurios, pero cuando pasa algo nos damos cuenta que las drogas no son inocuas ni inocentes.

– ¿Cuál es la persona de menor edad que te ha tocado tratar?

Ya hay chicos tratándose con doce años, pero por otro lado hay muchos que comienzan a tratarse a los quince, pero hace tres años que consumen. Pareciera que algo sucede a los doce años, aún cuando sabemos que hay chicos menores de esas edad en situaciones marginales que ya usan drogas.

– ¿Con qué droga comienzan?

Con drogas legales como alcohol, tabaco, sustancias volátiles o psicofármacos. Este es el gran cuestionamiento a las personas que pretenden solucionar el problema legalizándolas, ya que las legales son las más expandidas.

– ¿Qué conductas hacen pensar o advertir que un hijo puede estar consumiendo drogas?

Cualquier papá o mamá que pase cierto tiempo con su hijo se da cuenta de eso. Más allá de un listado con conductas para detectar esa situación -que a esta altura evito-, es totalmente innecesario, porque para darse cuenta hay que compartir tiempo con tu hijo. Si un chico sale a bailar y cuando vuelve no encuentra a sus padres interesados -y no lo digo en el sentido de parecer detectives que controlan, sino recibirlo, charlar, desayunar-, si yo no paso tiempo no me doy cuenta de nada. Son miles los síntomas que tienen. Lo loco es cuando los chicos entran a tratamiento y les preguntas desde cuando consumen y ellos contestan que lo hacen desde que iban a primero o segundo año, y los padres se sorprenden. Acá el tema es el tiempo compartido con el hijo, te reproduzco una charla que se multiplica por seis cada semana. Pregunto a los padres si saben si consumían y dicen que no, salvo -aclaran-, que hace dos años lo encontraron con marihuana, pero consideran que cualquiera se fuma un porro. ¿Cómo que cualquiera se fuma un porro?. Eso quiere decir que hubo señales, el problema es que los padres dejaron de ver a la marihuana como un riesgo y se comieron el chamullo que es algo cool o piola. Este es un proceso que vienen desde las más autoridades judiciales y que se ha dado en llamar una vanalización del consumo de drogas. Así nos encontramos con que luego un chico no puede vivir sino fuma dos o tres porros y ya estamos frente a una adicción.

Cada tanto -yo llevo 22 años en adicciones-, aparece otra droga que se pone de moda -no importa cual sea-, sea monta a otras que ya vienen de antes. Es muy raro que un chico de 25 años empiece a consumir de entrada éxtasis o cualquier otra parecida.

– Hay chicos que dicen que fuman esporádicamente por lo que no consideran ser adictos. ¿Es así?

La marihuana permanece en el cuerpo entre 21 y 28 días dependiendo de la altura, el peso, la dosis, entre otros factores. Puede ser una seca o un porro, no hace falta que sea completo pero la molécula llega al cerebro, al sistema nervioso y queda allí por ese tiempo. Normalmente un pibe que tiene un consumo esporádico te dice que no tiene problema porque fuma una vez al mes, esto es como decir que tu auto no consume nafta porque cargas una vez a la semana, y sí!, es hasta que se agota el tanque.

– ¿Hay drogas más puras que no causan tantos efectos nocivos?

Esta semana hablé de ese tema con colegas y coincidimos en que hay drogas malas y drogas peores, pero no hay drogas buenas. Las que se conocen como de máxima pureza son sustancias que ya están procesadas, pero igual hacen daño físico, mental y social. Acá el daño social pasa por como una persona comienza a desvincularse de la familia, pierde su trabajo, se pone más agresiva, deja la escuela, se aisla. A nivel mental, no hay que olvidar que la marihuana despierta los genes dormidos de la esquizofrenia que cualquier persona puede tener y en lo físico se dañan todos los órganos, generando enfermedades secundarias.

– ¿Siempre hay un problema familiar detrás de cada adicto?

La fórmula de culpar a la familia no es muy científica. Sí vemos que un adicto no está sólo en su contexto. Existe algo que forma parte esencial de la enfermedad adictiva que se llama codependencia, y es la enfermedad del entorno. Quizá nuestros abuelos dirían es el que los mañosea, es el codependiente, es el que trata de ayudar -muchas veces la mamá, el papá o la hermana-, que tratan de colaborar, y en realidad le salvan las papas del fuego al adicto, y terminan ayudando a la enfermedad. Por eso cuando entra una persona al tratamiento sino entra el codependiente, es un trabajo a medias. Es el motivo por el cual en Lihue tenemos grupos de padres, de hermanos, asistencia a las parejas, hay errores que cometen los padres, o la familia y que indirectamente preparan para una adicción. La adicción es una patología del límite. La persona adicta no tiene límite, dice sólo voy a fumar un porrito, o sólo por hoy, o voy a gastar hasta acá, pero no puede parar. Siempre se lleva por delante los límites y esto está vinculado a la educación familiar. Adicción es exceso y tiene que ver con que desde niño no se incorporaron límites porque éstos no existieron.

– ¿En qué momento uno debe hablar de estos temas con los hijos? ¿Estamos capacitados?

Cuando uno está dispuesto a entablar un dialogo con los chicos, y nunca vió un porro, es como ir a Groenlandia a hablar sobre nieve, porque los chicos saben más de drogas que el padre. Sería un dialogo inútil que termina en un papelón porque terminan recibiendo una clase. En realidad es al revés, los padres debemos estar dispuestos a escuchar a los chicos, pero no estrictamente sobre drogas, porque hay muchos otros peligros que acechan. Es que todo pasa porque no estamos escuchando a los hijos. Las vías de comunicación muchas veces están perturbadas o no existen y no encuentran en los padres la contención. Hay muchos padres que dicen que si los escuchan y que les dan todo lo que piden, pero son los escuchadores de caprichos, y eso no es escuchar su situación emocional, o lo que le pasa, sus crisis, sus frustraciones, las presiones de los grupos a los que pertenece. La mayoría de los chicos empiezan a consumir no porque se despiertan un día y dicen quiero fumarme un porro, sino porque el grupo presiona de tal manera que si no consumís no sos parte y te quedas solo.

– ¿En la escuela se abordan estos temas?

Los colegios nos llaman mucho. Desde Lihue trabajamos desde hace años con el ‘Programa de prevención familiar de las adicciones en el ámbito escolar’, que es básicamente integral porque se trabaja con los docentes, los padres y los chicos. Hablamos de comunicación, de límites y de toma de decisión, de lo que menos hablamos es de droga. Con los chicos hablamos de crisis, de presión de grupo, de resiliencia, de como enfrentar adversidades, no vamos a hablar de que no hagan algo. La prevención no debe ser anti algo, porque a un adolescente con este mensaje le estas diciendo que hacer. Gracias a Dios el adolescente de hoy en día es rebelde, cuando la prevención es en términos de miedo no sirve porque ahora somos nosotros los que tenemos miedo, ellos no. Hoy debemos enseñar a como salir de las crisis, y los padres y docentes no pueden hacerlo solos. El dialogo con los chicos no pasa por darles información porque la tienen, es al revés, hay que escucharlos, pero el chico no te habla si no estas cerca.

– ¿Se puede salir de las drogas?

Se puede, hablamos de adictos recuperados. Lo que pasa que mucha gente que ha consumido mucho y más allá de haber dejado, puede tener el deseo de consumir porque en el sistema nervioso queda lo que se llama una huella adictiva que aparece ante una situación angustiante y vuelve a estar presente la necesidad de calmar el dolor con droga. Pasa con el tabaco, gente que dejó de fumar hace diez años y ante una situación vuelve a hacerlo. Dejar de consumir siempre pasa por un tratamiento en sus diversas modalidades: internación, que no es encierro porque de hecho en Lihue el sábado suelen salir con el grupo al cine, o ir a jugar al fútbol. O puede estar en un centro de día desde las 8 hasta las 16. En este caso son chicos con familia contenedora, sino hay que internarlo. Los internados son menos del 10 por ciento de la población en tratamiento.

-¿El tratamiento sólo se puede iniciar por voluntad del adicto?

Según la última ley de salud mental para cualquier tipo de tratamiento, ya sea internación o ambulatorio, debe haber un consentimiento, una aceptación. Claro que ahí sí participa la familia porque un adicto primero pone resistencia, pero la familia es la que dice basta, pone un límite, porque se cansó de promesas y nunca corta con la adicción aunque lo jure y lo pretenda.

– ¿Ha bajado la edad de consumo de drogas?

Sí totalmente. Años atrás eran veinteañeros -entre 25 y 30-, las personas que atendíamos y ahora en general son pibes de 15 en su gran mayoría. Lo mismo ha sucedido con los estratos socio económicos, están totalmente atravesados, no hay ningún sector que se salve.

– ¿Consideras que lo ocurrido en la fiesta electrónica el mes pasado es un hecho aislado?

Ese hecho lo único que hizo fue visibilizar lo que pasa todos los días en todo el país, sólo que por no ser públicos no se conocen. Hay muchos chicos que mueren todos los fines de semana por sobre dosis de cocaína o que tienen accidentes de tránsito por ese motivo. Ni hablar de los que mueren por paco, pero bueno son noticias que no llegan a los medios o no tienen el mismo impacto. Hay casos invisibilizados, la diferencia es que este caso tomo estado público por sus características

-¿Cómo te impactó la noticia de los policías narco que fueron descubiertos en San Juan?

Estas son las cosas que nos transforman en una sociedad adictiva. Cuando vi que estaba involucrado un jefe de toxicomanía pensé que tenía un dejá vu porque era la misma película que vi hace pocos años. Esto ya pasó. Todo aquello que se no se sanciona se va a repetir, esto es pura lógica. Recuerdo una nota que me hicieron en aquel momento y yo decía….y es lo mismo que digo ahora, si está involucrada una persona que es la encargada de controlar el tema de las drogas y no pasa nada, el mensaje lamentable que queda es anda vendé droga que no pasa nada. No nos debería sorprender ya que cuando comenzamos Lihue en el año 94, el padre Lona nos prestó un lugarcito en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, y siempre nos decía que el narcotráfico en el mundo se maneja infiltrándose, injertándose en los organismos de control, y en los poderes judiciales y es así. Vos ves ahora el juez federal de Salta con una situación muy comprometida con el narcotráfico; la ex cúpula de Santa Fe toda presa por tráfico de droga, lo que ha pasado en San Juan, además de la droga que desaparece de un Juzgado Federal, estamos hablando de una sociedad que no está enfrentando el tema con seriedad. Eso es muy grave.