Así lo relatan quienes tuvieron la oportunidad de estudiar en otros países. Son personas que pudieron concretar este sueño a través de los programas que ofrece American Field Service (AFS) y el Rotary por medio del Youth Exchange Program (YEP), ambas entidades civiles internacionales.
AFS envía por año alrededor de 250 jóvenes argentinos -entre 16 y 18 años-, a otros países por el sistema de intercambio, de los cuales cerca de 10 son sanjuaninos. En tanto por el programa del Rotary salen unos 150 alumnos por año, de los cuales entre 5 y 10 son de la provincia. Un número similar llega al país de otras partes del mundo en ambos casos.
Sin duda, el intercambio de jóvenes ofrece enormes oportunidades, interesantes y ricas experiencias para conocer otros lugares. Los estudiantes pasan un año escolar en el extranjero, aunque algunos sólo lo hacen por meses.
Aquí la historia de tres viajeros que han buscado superarse en otros sitios del planeta, hacer nuevos amigos, y sobre todo, ver las cosas a la distancia.
Guadalupe Martín (17)
‘Aprendí a valorar
lo cotidiano’
LLegó a Nantes, Francia, sin saber ni una sola palabra en francés, pero en muy poco tiempo – y a pura fuerza de voluntad-, logró hacerlo. Guadalupe tiene 17 años y estuvo seis meses de intercambio por uno de los programas de AFS. Ella asegura que esos meses no sólo le permitieron aprender el idioma sino también ver las cosas desde otra perspectiva. ‘Empecé a valorar mi vida cotidiana, extrañaba mucho a mi hermana menor porque somos muy unidas, a toda mi familia, a juntarme con mis amigos, cosas que estando acá uno no las ve del mismo modo. Este viaje me permitió abrir más mi cabeza’, explica Guada.
‘Hace mucho tenía la idea, y lo terminé de decidir cuando mi mejor amiga se fue de intercambio. Aprendí que cuando uno se propone algo lo puede hacer, siempre que ponga actitud. Irse a otro lado implica tener que ser más tolerante, aceptar las cosas que van surgiendo. En mi caso manejo bien el inglés, pero es cierto que nadie lo quiere hablar, solo una de mis hermanas de allá me ayudó a que yo le preguntara en ingles y ella me decía como decirlo en francés. Era un lío. Los compañeros de la escuela también colaboraron, pero lo que hice fue pegar carteles con los nombres de las cosas, armaba frases e iba anotando en un cuaderno lo que necesitaba saber, y esas cosas dependen de cada uno’, relata.
El viaje también le ayudó a decidir que estudiará Diseño, ya que hasta antes de viajar dudaba entre esta carrera y arquitectura. Actualmente cursa el último año del secundario en al Escuela Modelo.
Agustín Uliarte (24)
‘Las cosas se ven de otro modo’
Agustín es un caso muy especial. Es que no sólo vivió un año en Alemania por intermedio de uno de los programas de AFS, sino que después de esa experiencia hace seis años, visitó la misma cantidad de veces aquel país. Claro que esta última fue gracias a una beca universitaria. Tenía 18 años por aquel entonces y su intercambio fue pautado ya que viajó para vivir con la familia de un estudiante alemán que había vivido en su casa. No fue la única transgresión ya que se quedó un mes más por fuera del intercambio para vacacionar en Mallorca con su familia alemana.
Obnuvilado por aquella cultura no ha dejado lugar sin recorrer. ‘El primer viaje me sirvió para descubrir mis miedos, conocerme ante situaciones de estrés, tomar decisiones importantes por primera vez en mi vida y hacer decenas de nuevos amigos’, relata Agustín, ahora estudiante avanzado de Ingeniería Civil.
Siempre quiso saber cuales eran las claves de aquel país para ser una gran potencia mundial, y sobre todo poder imitar aquellas acciones que fueran aplicables a la Argentina.
‘Tener este tipo de experiencia cuando sos estudiante es muy positivo. Forjé la tolerancia, empecé a compartir, a ceder espacios, es que siempre había tenido una habitación para mi y cuando llegó mi hermano alemán la tuve que compartir, igual que yo allá. Por suerte nos llevamos perfecto y no tuve problema, pero aprendes a manejar las cosas de otro modo. Además me quedó claro que viajar es lo que quiero hacer el resto de mi vida, conoces lugares, personas y culturas diferentes’, agrega.
Agustín Cabaña Sillero (18)
‘Una experiencia única’
El 29 de agosto de 2015, Agustín, llegó a Celle, una ciudad ubicada al Norte de Alemania y regresó en Julio de este año, en el marco del programa Youth Exchange Program (YEP) que tiene el Rotary Club. LLevaba consigo apenas algunos conocimientos de alemán, pero al cabo de tres meses hablaba a la perfección. ‘En un intercambio se aprende mucho más que un idioma, como por ejemplo convivir con gente de todo el mundo, escuchar varias lenguas y aprender distintas culturas. Se crean nuevas amistades que comparten una misma experiencia. Viví en tres familias, cada tres meses aproximadamente debíamos cambiar de casa, esto para mi está muy bueno porque aprendes de cada una de ellas’, indica Agustín.
Si bien antes había viajado con su familia a otros lugares, era la primera vez que lo hacía solo.
‘Esto hizo que se convirtiera en una experiencia diferente, linda e inolvidable. Hay muchas cosas que se aprenden más en un año de intercambio como resolver muchas situaciones solo, a ser más independiente, y valorar las oportunidades’, agrega.
Antes de viajar dejó incompleto su secundario ya que le quedó el tercer trimestre de sexto año que comenzará a cursar en unos días, y seguirá ingeniería el año próximo.
‘Primero hablaba lo básico pero en tres meses ya podía hablar sin problemas de comunicación cotidiana, además después de estos primeros meses ya podía ver películas en alemán. Al mes de llegar empecé a tomar cursos de 4 horas semanales y eso me ayudó considerablemente; pero lo que más me ayudó fue la comunicación diaria en el colegio, amigos y con la familia, otra cosa de gran ayuda fue escuchar canciones en alemán y ver películas’.
Tras el intercambio, Agustín tiene como meta continuar viajando para conocer otras partes del mundo.
