Si hay algo que las personas buscan en forma permanente es la felicidad y muchas veces los resultados no son lo que cada uno espera. La escritora Cristina del Valle Loza llega desde Córdoba para hablar y reflexionar sobre este tema. La conferencia "Derecho a ser feliz. Poder ordenar el caos", está especialmente pensada para mujeres porque son las que más dificultades tienen para obtener esos instantes de plenitud. La charla girará sobre temas tales como: Sentido del humor, reírme de mis dolores, predisponer el espíritu hacia la alegría y bienestar en la tragedia, la resiliencia y la felicidad como responsabilidad de cada uno. 

El encuentro será el jueves 16 de marzo a las 19,30 en el Museo Provincia de Bellas Artes. 

 

 
 – Contanos un poco sobre que tratará tu conferencia, porque la verdad es que el título suena lindo y esperanzador.  

En realidad hablo de derecho a la felicidad porque uno cree que la felicidad debe durar mucho y en realidad no dura más que un instante. Voy a parafrasear a John Berger que dice que la infelicidad suele ser como una novela larga, en cambio la felicidad se parece más a una foto. Quizá lo digo de esta manera porque me gusta mucho la fotografía, soy fotógrafa amateur, me gusta atrapar instantes y en el momento que lo hago soy feliz ahí, en ese momento. Digamos que soy una ferviente seguidora de lo que llamo el presente perfecto, ni para atrás ni para adelante, ahora.  

 
 – ¿A las mujeres nos cuesta más ser felices? 

 Sí, porque tenemos vocación de servicio y una cadena de imposiciones que aunque se ha agitado con el feminismo lo que nos ha traído es más presión. Estamos más abrumadas, hay más competencia, a ningún hombre se les dice si puede ser aviador y hombre, a la mujer sí. La ventaja que tenemos ahora es la capacidad para elegir y hay muchas mujeres que han estado antes que nosotras – desde las que se desprendieron de la tiranía del corset, se cortaron el pelo o acortaron la pollera, entre cientos de cosas más-, para que tengamos esa capacidad. Hay tanta competencia en la actualidad que parece que estuviéramos rindiendo examen todo el tiempo, nos olvidamos de nosotras y llega un momento en que estamos en casa y no sabemos si los pies nos llevan a la izquierda o a la derecha, tenemos incertidumbres y ese es el momento en que necesitamos pensarnos, preguntarnos quienes somos, cuál es nuestra estructura, no hay que olvidar que el ser humano es una construcción donde está nuestra educación, nuestros mandatos, está lo que vimos en casa, somos una sumatoria de cosas. 

 
 – ¿Uno es responsable de su felicidad ?  

 Absolutamente 

 
 – ¿Se puede aprender a tener más momentos felices?  

Sí, te doy un ejemplo. Mi esposo falleció de cáncer y es muy difícil encontrar felicidad en momentos de desgracia, sin embargo hubo un día -él caminaba con mucha dificultad-, que yo pasaba por el pasillo y él estaba en el baño, y yo siempre le dejaba la puerta entreabierta por si necesitaba algo y temía que pudiera caerse. Me detuve y le dije hoy es nuestro aniversario de casados, regalame orinar de pie -él tenía que sentarse porque ya estaba mal-, la imagen que yo tengo de ese hombre flaco, alto, intentando ponerse de pie y lograrlo. Para mi fue felicidad.

Muchas veces pensamos que la felicidad es siempre la carcajada, estar siempre contento, acertar un número en la lotería, y la vida no es así. Tenemos que buscar la felicidad en lo cotidiano, en la pequeñas cosas. Hace unos meses estuve en Costa Rica con mi hijo que es buzo, que anda coqueteando con los tiburones todo el tiempo, y a mi me da felicidad su felicidad. Creo que una de las cosas que hay que aprender es a perder, es el desapego, nadie nos prepara para pensar que alguien se puede morir, que se puede ir, vivimos con un pensamiento mágico. No estamos preparados para el desapego, me parece una mochila tremenda dejar nuestra felicidad en manos de otro. 

  
– ¿Cómo definís a ese momento que llamamos felicidad? 

 Es como una epifanía, una plenitud, hay momentos en los que camino por el campo, sola, y sólo escucho el ruidito de los pies sobre la arena, y de pronto veo un pájaro que no vi nunca y en ese instante soy feliz. Lo mismo cuando encuentro la palabra o el verbo justo al pensar cómo esta persona debería pronunciar esta frase que estoy escribiendo; por eso digo que son momentos. Si sumáramos esos momentos de felicidad, como por ejemplo cuando nacieron mis hijos, cuando me casé, entre otros, esos instantes no se si llegarían al mes de felicidad en más de 60 años. 

 
 – Me da la sensación que a medida que crecemos somos menos capaces de vivir ese presente perfecto, los niños son más felices que los adultos  

 
Sí, porque viven en ese presente perfecto, no tienen las expectativas de los adultos. Además las dos grandes vertientes del universo se manejan con el amor y con el miedo, el miedo te impide ser feliz, no nos permite la singularidad. Los adultos decimos "si Dios quiere", "si el país lo permite", me masifico, y no se trata de no tener miedo sino de enfrentarlo, de tenerlo como compañero porque sino uno podría caer en la imprudencia. Es tener miedo y decir lo voy a hacer igual.  

 
 – ¿Cuáles son los temores más comunes de la mujer? 

  
Tenemos miedo al deterioro, a la soledad, a la muerte, a muchas cosas, pero sobre todo a la pérdida de vigencia. Hay que aprender a ser feliz, yo soy responsable de mi felicidad, el otro me puede acompañar en un proceso, pero la responsable es una.  

Hay un ejemplo que a mi me gusta mucho dar: cuando uno sube a un avión la azafata empieza a dar instrucciones sobre las puertas que nunca vas a encontrar si sucede algo, te muestra todo y luego dice que si se despresuriza la cabina caerán máscaras de oxigeno, y te reitera que primero te la tenés que poner vos y después ayudar al de al lado. En este sentido, la mujer ha olvidado ponerse la máscara. Olvida que primero está ella. 

La mujer tiene dos enemigos, otra mujer y la culpa. Hay mujeres que empiezan a escalar posiciones y adquieren una modalidad masculina para comunicarse con otra mujer que esta por debajo de ella en el empleo, cuando en realidad tenemos que apoyar a la que viene caminando detrás. Si yo tengo en mis manos una herramienta que le puede servir a otra hay que brindarla a manos llenas y no quedarse en el compartimento estanco de lo que yo he logrado.  

 
 – En estos tiempos parece que la felicidad muchas veces fuera de la mano del consumo…  

 

Ahora el confort es cuantos aparatos tengo enchufados en la casa, la felicidad depende de lo que tengo y en realidad lo que estás comprando es la infelicidad porque la frustración es constante. La felicidad es la línea entre las expectativa y la realidad. 
  
 
–  ¿Creés que ya te has ganado un lugar como escritora?  

 
El aval te lo da el lector, y me lo da desde el año 2005 o 2006, desde que me compran las novelas antes de estar escritas, o sea que siguen apostando cuando no saben si me puede pasar algo. La editorial Planeta nunca sabe que novela estoy haciendo hasta que se la entrego , saben que no soy pro mercado ni hago cosas que se usen, hago lo que quiero hacer.  
 
 
  
Cristina Loza en pocas palabras 
 
Es cordobesa, egresada de la Universidad Nacional de Córdoba como fisioterapeuta, tarea que ejerció durante 25 años. Desde el año 2000 está dedicada exclusivamente a la profesión de escritora. 

Hasta la fecha publicó las siguientes obras: 

* Malasangre: 2002. Novela. Editorial Emecé- Planeta. 

* El revés de las Lágrimas.2005. Novela. Finalista del Premio Planeta 2004. Editorial Emecé- Planeta. 

 * La Hora del Lobo. 2008. Novela. Editorial. Emecé- Planeta. Traducida al italiano. 

* El Oso de Karantania: Novela. 2011. Editorial Emecé- Planeta. 

* Mariposas griegas. Novela.2012. Editorial Emecé. Desde diciembre del 2012 lleva tres ediciones consecutivas. 
* Adorado John: Novela 2014. Editorial Emecé. 6.000 ejemplares vendidos desde junio de 2014.  

*Está escribiendo una novela titulada: El año de las Glicinas que completa la trilogía de Malasangre y La hora del Lobo. 

Informes e inscripcion para la charla: 4291555 de 8 a 17. E-mail: fundacion-sanjuan@fundacionosde.com.ar