Pese a que Arquímedes (78) hubiera preferido que su hijo estudiara en la Universidad, la herencia pudo más. Daniel (45) empezó la carrera de Administración de Empresas y la dejó en primer año. Lo suyo era la peluquería al punto que estudió seis años en la UPA (Unión de Peinadores Argentinos), en Mendoza donde se recibió para dedicarse a lo mismo que su padre, sin querer, le inculcó desde pequeño.

Don Arquímedes, tal como le dice Daniel cuando se refiere a su papá con mucho orgullo, está atravesando un momento difícil debido a una enfermedad que lo afecta. La fortaleza que siempre lo caracterizó tanto frente a su empresa como en entidades públicas comenzó a declinar hace algunos años cuando murió Marina, su compañera de siempre, incluso en la peluquería.

Era casi imposible pensar que Daniel no estuviera vinculado a la profesión si creció entre peines, tijeras y viajes que realizaba con su papá a otros países para perfeccionar la técnica. Claro que él vino a complementar lo que faltaba porque Arquímedes siempre se dedicó a la peluquería para caballeros mientras que Daniel se especializó también en peluquería femenina.

Algo curioso sucedió cuando Daniel decide dejar la carrera universitaria para viajar a Mendoza a estudiar peluquería, porque a la par su mamá comenzó a estudiar en San Juan.

Así la empresa logró sumar un espacio para la mujer bajo la misma premisa que la impartió su fundador: "Mimar al cliente con atención personal de sus dueños".

"Eso es algo que nunca va a cambiar porque entendemos que así debe funcionar una peluquería", dice Daniel.

De hecho el espacio que dejó su madre no ha sido reemplazado y actualmente se atiende a una inmensa mayoría de varones y las clientas de siempre que buscan a los Di Lorenzo.

No es casual está transmisión de valores y de conocimientos porque la historia comenzó mucho antes que la que aquí se relata. Fue en 1924 cuando José Di Lorenzo llegó de Italia y luego en Buenos Aires comenzó a ejercer su oficio de peluquero. Pero su destino estaba en San Juan donde vivía su suegro, don Carmelo Psaila, quien había llegado huyendo del régimen de Mussolini.

Así llegó a la provincia y transmitió su legado a su hijo, luego a su nieto y por qué no pensar en un bisnieto si Daniel tiene 4 hijos, dos de ellos varones, Nicolás de 16 y Giuseppe de 3, y las mellizas Florencia y Micaela.

"El peluquero será Giuseppe, se nota", vaticina Daniel y si él lo dice debe ser porque lo vivió en carne propia.

"Papá siempre fue un hombre duro, y fui empleado hasta no hace tanto, pero respetó lo que hacía y sé que aunque a mi no me lo dice siente orgullo por lo que hago. Me dejó volar en la parte que elegí y así cada uno estuvo en lo suyo sin competencia de por medio", cuenta.

Desde hace seis meses Daniel está solo en la peluquería mientras Don Arquímedes combate su enfermedad y dice que a diferencia de su papá, él no es tan carismático, pero sí de hacer muchos amigos.

"El es un líder natural, sabe mover cada pieza, tener a la gente a su alrededor".

Han viajado juntos a Japón, Holanda, Alemania, inclusive Francia donde Di Lorenzo padre obtuvo el título de sub campeón del mundo,y quiso que su hijo se familiarizara con distintos estilos.

Una vida compartida no sólo por los lazos de sangre sino también por la pasión por una profesión a la aman y de la que viven.