Pablo Albornoz dio sus primeros pasos en el violín en la Universidad de San Juan: aquí estudió de la mano de grandes profesores -como Javier Iniesta, Selva Sugo, Narciso Benacot y el ucraniano Iosif Polonsky- pero también tuvo la posibilidad durante cinco años -hasta 1997- de tocar en la Orquesta Sinfónica local, una experiencia única en su vida y la que le abrió el camino para seguir creciendo a medida que hacía sonar las cuerdas de ese mismo violín. Hoy, a muchos kilómetros de la provincia -se radicó en Mar del Plata- sueña con llegar a grabar en Abbey Road Studios, el mismo escenario que usaron los Beatles, entre tantos otros artistas internacionales, para plasmar sus deseos musicales. Y los sanjuaninos, pueden ayudarlo, dándole un voto de confianza a sus temas de tango electrónico, inclusive uno dedicado a los vendedores de semitas (ver Camino a Abbey Road).
Pablo reconoce que tantas horas de estudio, de buenos consejos y educadores que le impusieron la disciplina artística y por qué no del permanente debate familiar incentivandolo desde pequeño a forjarse en el instrumento tuvieron sus frutos: ganó varias becas de estudio y perfeccionamiento de violín del Fondo Nacional de las Artes, de Presidencia de la Nación y de la Fundación Antorchas que dejó su lugar en San Juan y partió buscando nuevos destinos.
"En ese entonces, a fines de los "90, tomaba clases cada 15 días en Buenos Aires. Fue así por mas de cinco años. El tema eran las distancias, por lo que se me ocurrió buscar un destino cerca de la Capital, pero en un lugar que fuese más tranquilo. Por esas cosas de la vida, apareció la posibilidad de concursar el cargo de Suplente Concertino de la Orquesta Municipal de Mar del Plata. Lo logré y desde 1997 vivo en Mar del Plata”, recuerda el músico.
Claro que estando en la ciudad natal de Astor Piazzolla y con su vagaje musical, no era de extrañar que pronto se enamorara perdidamente del tango. "Gané un concurso para integrar la Orquesta Municipal de Tangos de Mar del Plata como violinista, el espacio dónde empecé a conocer y aprender el estilo de Piazzolla y sus vivencias”, cuenta el violinista que además integra el Trío de Cámara de la Universidad del Centro (de Tandil) y el Cuarteto de Cuerdas de la Universidad Nacional de Mar del Plata, con el cual se dedica a los conciertos didácticos fundamentalmente.
No conforme con toda esta actividad, Pablo también le hizo un lugarcito a su veta creadora: por un lado, la de la composición musical y por otro, la de ser el luthier de sus propios violines.
"La composición, como la creación artística en general, muestra el mundo y los sentimientos del autor y su interacción con el exterior que lo rodea. Creo que por esa necesidad de que la música empezara a tomar un color propio es que hice nacer a D-Moledor, mi propio grupo musical de lo que llamo Tango Electrónico de Proyección. Con esta banda conformada por un violín eléctrico, bandoneón y guitarra eléctrica, mas un arsenal de programación electrónica, queremos comunicar lo que somos, lo que sentimos, lo que pensamos. Justamente para esta banda compuse, entre otras canciones, "Semitero”, un tema que no escapa a mis raíces cuyanas y en el cual le cuento a la gente sobre la vida de un personaje especial que sale en bici a vender a la mañana muy contento a vender sus semitas, pero que por la noche las prepara de manera poco tradicional”, invita a escucharlo. Casualmente con esta banda es con la que se presentó al concurso que tiene como premio una grabación al estilo de los grandes músicos.
Y como una cosa lleva a la otra, la búsqueda de nuevos timbres y sonidos para D- moledor, lo impulsó a conocer sobre acústica y de diseño. Así logró con sus propias manos un violín electro-acústico, otro eléctrico e inclusive una proyección de un violín acústico con nueva idea sonora.
Pese al camino recorrido, no puede disimular "el tono sanjuanino” -que por otro lado lo llena de orgullo- que lo acompaña siempre. Y el que, como su esposa (también sanjuanina) y su hijo adolescente, lo traen al "pago” cada tanto.

