Bertha Castilla es una mujer encantadora a quien la sonrisa no se le escapa del rostro aún cuando está triste. Quién no la conoce como Bertie Passerón, que en lo cotidiano pasó a ser su apellido y en realidad es el de su esposo. Nació hace más de ocho décadas en una casa que estaba donde hoy es el Trust Joyero. Con diez años pasó de la Normal a un colegio inglés en Buenos Aires donde estuvo pupila cinco años y pasó a vivir a Mendoza donde conoció a su marido, Rodolfo Passerón Genoud, que desciende de la primera colonia suiza que arribó al país. Se casó con diecinueve años y él con treinta y uno, en María Auxiliadora, con un vestido de Madame Carrau, de Buenos Aires; que luego utilizara una de sus hijas sin hacerle ningún cambio. Tuvieron diez hijos que Bertie llama "mis diez plazos fijos": María Verónica de Palacios, Alberto Juan José, Mayca de Duffy, María Bertha de Don, María Adriana de Sánchez Campodónico, Rodolfo, que acompañara a su madre hasta su fallecimiento; María Estela, María Fernanda de Faldutti, Pablo y María Eugenia. En total, treinta y nueve nietos y veintiún bisnietos. Se dedicó a la cocina cuando las cosas empezaron a andar mal en la empresa familiar y ello no dejó de llamar la atención. Su esposo, gran apoyo en esta etapa; falleció en 1985 y comenzó la "era Bertie". De esa época data la famosa tarta de queso y dulce tradicional en los agasajos de la casa de gobierno. En 1980, la Liga de Madres de la República Argentina la seleccionó junto a otras seis como las más representativas. Viajó mucho. Estuvo en Estados Unidos, Europa, Canadá y Hungría. Devota de Santa Gema y de la amistad. Su receta favorita y que desparrama a los cuatro vientos sin ningún secreto, son los medallones a la Ville Roy. Sus jovencísimos ochenta y cuatro años los celebró en la casa de uno de sus hijos, con magnífico jardín y piscina rodeada de familia y amigos, como siempre.
Cumple de Bertie Castilla

