Cuando buscas, por medio de justificaciones (o excusas) explicar una conducta tóxica, negativa y/o problemática, en vez de buscar soluciones o aprender de los errores, se denomina "esqueismo". La psicóloga sanitaria Teresa Terol, de Valencia, denominó a esta conducta “Síndrome del Esqueismo” que, si bien no existe como tal en manuales o como diagnóstico oficial, asegura que lo ha inventado para poder etiquetar esta actitud y generar conciencia.
En base a la sucesión de enunciados que comienzan con las palabras “es que…”, la persona le da credibilidad a todo lo que hace y lo que piensa. Según la profesional, detrás de este “síndrome” hay un fenómeno que se llama Disonancia Cognitiva, que es la incomodidad psicológica que sentimos cuando la mente tiene dos conceptos contradictorios al mismo tiempo, llevando al malestar personal por la incongruencia entre lo que se hace y lo que se quiere hacer.
En el esqueismo, la parte emocional del cerebro intenta convencer a la parte racional. De alguna manera la parte emocional se convierte en una especie de niño interior, una vocecita que no para de inventar excusas al punto de terminar creyéndolas y dejando de lado la racionalidad. Así, los “es que…” se convierten en pensamientos boicoteadores y las excusas se vuelven cada vez más frecuentes al punto de terminar dominando tu vida, no solo a nivel interno, sino social.
El punto es entonces, ¿qué hacer ante este “síndrome”?
La licenciada Terol detalla dos opciones. Por un lado, aceptar que lo que se está haciendo es poner excusas para no hacer lo que realmente se quiere hacer y aprender de ello, lo que puede ser doloroso en el momento, pero beneficioso en el largo plazo. La otra opción es dejarse llevar por el esqueismo, inventando cada vez más excusas que hagan parecer reales las propias mentiras para sentir bienestar en el corto plazo frente a uno mismo como frente a otros.
Si reconoces que los “es que…” dominan tu vida, es bueno analizar el grado de libertad con el que se quiere vivir, y quizás lo conveniente sería dejar de lado las excusas y disfrutar, siempre aceptando la responsabilidad de los actos y sus consecuencias.