Fueron más de siete meses los que tuvo que esperar el buque de bandera chilena Polar Mist bajo las aguas del Atlántico para que finalmente, luego de muchas idas y vueltas, se rescatara los 474 lingotes de metal doré que integraban su carga. El pasado 16 de enero, el buque pesquero devenido en carguero partió del puerto de Punta Quilla, en la provincia de Santa Cruz, con destino a Punta Arenas (Chile), para trasladar en avión su cargamento a Suiza. Pero el cargamento de 6.931 kilos de barras de metal doré de la minería santacruceña nunca llegó a destino. Una fuerte tormenta con vientos de 150 kilómetros por hora y olas de más de 10 metros de altura obligaron al capitán de la embarcación a dar la voz de abandono a 20 millas de Punta Dúngenes.
Prefectura Naval de Río Gallegos se contactó con la Armada de Chile y conociendo la situación envió el helicóptero Sea King al lugar del siniestro. Finalmente todos los ocupantes fueron rescatados desde el mar, ya que por las condiciones climáticas, el helicóptero no pudo posarse sobre la cubierta del barco.
Posteriormente, la nave ya abandonada navegó a la deriva con toda su maquinara a pleno durante 24 horas. Fue la embarcación Beagle, que se encontraba en la zona, quien enlazó al buque Polar Mist para transportarlo a puerto. Tras apenas unos kilómetros de marcha, el barco comenzó a escorarse (ladearse). El agua entró por las aberturas donde antes estaban las escotillas y se fue hundiendo lentamente con una carga valuada en 20 millones de dólares proveniente de las empresas mineras Cerro Vanguardia SA y Minera Triton Argentina SA. Chocó contra el fondo, a 82 metros de profundidad.
Mientras la carga minera esperaba en el fondo de las aguas del Atlántico, surgieron conflictos entre las empresas mineras y la compañía Lloyds, aseguradora del cargamento. Quizás el pico máximo de tensión surgió cuando la empresa aseguradora
afirmó el pago del valor de la carga, pero cuando se declarase perdida, ya que a su entender, la misma se encontraba todavía en tránsito. A esto se sumaron las circunstancias poco claras y contrastantes que los peritos de la compañía aseguradora declararon encontrar en la escena del hundimiento del Polar Mist.
El grupo de rescate a cargo de la empresa Lloyds evaluó distintas posibilidades antes de realizar el salvamento de la carga minera hundida. El primer intento de rescate fue en abril, y se lo encomendó al súper tecnológico barco Skandy Patagonia. Pero luego de estar casi una semana a la espera de zarpar, su labor se truncó por diferencias salariales entre la tripulación y las empresas rescatistas. El rescate del oro fue finalmente encargado por la empresa aseguradora Lloyds a la firma de salvataje Mammoet, con sede en Holanda, la que a su vez contrató a la empresa chilena STS para las tareas de buceo y rescate. Para el análisis de la situación submarina, la empresa de rescate utilizó el robot ROV, que cuenta con cámaras, herramientas de corte y de manipulación de metales.
Este ingenioso y útil robot, comandado desde el barco, logró abrir una de las tapas de inspección de las bodegas del pesquero, y por allí se introdujeron sus cámaras para mostrar que los lingotes de oro y plata permanecían en las bodegas del Polar Mist.
Luego de numerosos descensos de los buzos de rescate, la valiosa carga fue recuperada y trasladada por el barco C-Sailor hasta puerto y desde allí en camiones de seguridad hasta las oficinas de aduana. Posteriormente, todos los lingotes fueron puestos a disposición de la jueza federal Ana Álvarez, que entiende actualmente la causa.

