Un informe de la División Vinos del Banco Supervielle elaborado por Javier Merino, Gustavo Escande y Adrián Rizzo, explica que en ese contexto los vinos argentinos supieron ganarse un espacio competitivo y tienen ahora desafíos enormes en un mercado mundial más exigente. A pesar de que en los últimos años la vitivinicultura nacional parece haberse estancado, la proyección indica un buen estándar de crecimiento para los próximos años aunque las empresas deberán hacer esfuerzos de consideración en la gestión integral de su negocio para poder mantenerse compitiendo a riesgo de tener que abandonar el mercado. Un futuro expansivo, con oportunidades y un gran esfuerzo de gestión son las señales del negocio para los vinos argentinos.

Consumo y elaboración mundial

El consumo mundial de vinos de más de 2.600 millones de cajas es hoy similar al de hace casi 25 años atrás. Sin embargo, en este período han existido profundas transformaciones que cambiaron el mapa general. El consumo creció y cayó en todo el período y esto se explica a partir del menor consumo en los países tradicionales europeos y el sustancial aumento de nuevos países consumidores no tradicionales.

En esta década Francia, Italia, España y Portugal disminuyeron su consumo en más de 200 millones de cajas. Sólo lo mantuvo Alemania. Sus hábitos de consumo cambiaron y empezaba un fenómeno nuevo de consumo en otros países donde el vino reemplazaba a otras bebidas, especialmente la cerveza.

El gran boom de beber vino en ese grupo de países, que encabezaba el Reino Unido, elevó en tan sólo siete años el total mundial de 2.500 a 2.800 millones de cajas. En ese corto período, fomentado por el auge de la economía, los países tradicionales mantuvieron su consumo estable y sólo un reducido grupo de países liderado por Estados Unidos y otros como China, Australia y Rusia hizo crecer el consumo en más de 225 millones de cajas.

Vendría luego la crisis financiera de 2008 que comenzó en Estados Unidos y se expandió rápidamente al mundo. La cantidad demandada de vino se redujo en casi 250 millones de cajas y ya no se recuperaría globalmente. Algunos países continuaron, sin embargo, con una dinámica expansiva hasta ahora. Allí están China, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y aparecen fenómenos nuevos de menor magnitud como varios países de Europa del Este, Medio Oriente y Africa. Con algo más de 900 millones de cajas, casi un 30% menos de lo que consumían en 1990, los países tradicionales representan hoy el 35% del consumo mundial y por lo tanto sus patrones culturales de consumo ya no tienen la influencia de hace un cuarto de siglo atrás.

En 1990 el ranking mundial estaba liderado por Francia y seguido por Italia. Hoy, el primer lugar corresponde a Estados Unidos y entre los cinco primeros consumidores se ubicó China. Argentina pasó de 197 millones de cajas de consumo en 1990 a algo más de 114 millones en 2013, es decir una caída del 42%, superior al conjunto de los europeos. Pero no sólo hubo transformaciones notables en el consumo, también en la producción de vino que se desplazó desde los países tradicionales hacia los nuevos productores. Por un lado, se vivió una situación de fuertes excedentes de vino europeo y se mantuvieron férreas políticas de regulación y por otro, un auge en los nuevos productores que, carentes de regulación, plantaron viñedos siguiendo la creciente demanda de vinos de algunos países. Por ello, la vitivinicultura mundial siguió viviendo durante más de dos décadas una situación de excedentes globales. En la década del ’90 el excedente promedio fue un 21% del consumo que se redujo luego a un 16% en los años de la fuerte expansión de consumo entre 2000 y 2007.

Con los planes de erradicación en Europa y una incipiente reducción de plantación de Australia, el excedente de producción superó en 9,5% al consumo en la última etapa y hubiera sido aún mayor sin la sustancial caída del consumo que provocó la crisis de 2008. Hoy la situación está mucho más equilibrada a nivel mundial y con un sector más globalizado los excedentes ya no están tan localizados como a mediados de los ’90,

Entre 1990 y 1996 tanto el consumo como la superficie disminuyeron. Los principales países europeos tenían 3,7 millones de hectáreas de un total mundial de 8,4 millones (44%). Hacia 1996 esa cifra se había reducido en casi 500 mil hectáreas. Fue en esos años cuando la expansión del llamado Nuevo Mundo del Vino comienza. Dado que los países tradicionales redujeron su consumo y los nuevos países que ingresaban al hábito del vino no tenían aún producción suficiente para abastecerse el resultado natural fue el crecimiento del comercio mundial.