La Argentina reduce hasta un 65 por ciento la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), con el uso de bioetanol a partir de almidón de maíz. El dato surge de una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que calculó la huella de carbono de la producción nacional de naftas, que tiene un corte del 12% con bioetanol de maíz, publicó el portal Primicias Rurales.
Mientras que para la Unión Europea el valor de referencia límite es de 84 gramos por megajoule de energía generada, el país sólo emite 29.
Este trabajo se expondrá en el VI Encuentro Argentino de Ciclo de Vida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, del 13 al 15 de septiembre.
Cuantificar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) principal elemento de los llamados Gases de Efecto Invernadero se ha convertido en uno de los mayores desafíos para las próximas décadas.
Es que la certificación de sustentabilidad ambiental es una de las principales exigencias impuestas para el comercio de los diferentes biocombustibles.
En esta línea, especialistas del INTA analizaron la huella de carbono de la producción nacional de naftas, que actualmente tiene un corte de hasta el 12 % con bioetanol de maíz.
Se calculó que la Argentina emite 29 gramos de dióxido de carbono por megajoule de energía generada, mientras que para la Unión Europea el valor de referencia límite asciende a 84 gramos.
Según la investigación realizada por Jorge Hilbert especialista asesor del Instituto de Ingeniería Rural del INTA Castelar junto con otras instituciones en convenio con empresas del sector establecidas en la Argentina (BIOIV y ACABIO), estimaron que, incorporando los paquetes tecnológicos empleados a campo y las variaciones de rendimientos, la huella de carbono del bioetanol argentino registra valores inferiores a 29 gramos de dióxido de carbono por megajoule de energía producida.
Para explicar las diferencias en el volumen de emisiones del bioetanol argentino con el producido en otros países, Hilbert señaló la siembra directa y el reducido secado como los grandes responsables, así como las características relevantes de la etapa agroindustrial de transformación.
Es que, de acuerdo con el estudio, para el país norteamericano resulta indispensable aplicar el proceso de secado dada la alta humedad del maíz al momento de la cosecha (28 %), lo que aporta 170 gramos a la huella total de 547 gramos de CO2 por cada kilo de maíz producido.
Y agregó: "Para bajar sólo cuatro puntos la humedad de un cultivo se evaporan 0,05 kilos de agua por kilo de producto".
En referencia a la solidez de las reducciones de emisiones logradas, Hilbert hizo algunas consideraciones: "En la Argentina, el maíz se cosecha con 15 % de humedad, por lo que no es sometido a procesos de secado. Además, se cultiva mayoritariamente a secano y trae aparejado altos costos de la práctica de riego".
Explicó que "a su vez, hay una tendencia creciente a la aplicación de fertilizantes para acompañar el desarrollo fisiológico de la planta en virtud de optimizar su aprovechamiento, lo que reduce dosis y evita el lavado por escorrentía o infiltración".
El especialista especificó que las maquinarias utilizadas en siembra directa, de tecnología nacional, las hace altamente eficientes y ahorran hasta un 40 % en combustible.
Asimismo, al estar manejadas por personas altamente especializadas (contratistas), se reduce el tiempo demandado en las labores y se prolonga su vida útil.
La nueva industria de transformación de maíz radicada en diferentes localidades de la provincia de Córdoba se caracteriza por la aplicación de las mejores innovaciones tecnológicas a escala mundial.