Oscar Fagale perdió a su padre cuando tenía tan sólo 18 años de edad. Pero en tan poco tiempo aprendió de él valores que marcaron su vida. El respeto, la ética, el compañerismo y el compromiso con el trabajo fueron banderas que enarboló y que transmitió a sus hijos Federico y Ana Paula. Ellos siguieron la misma profesión que Oscar: la escribanía, por lo que son compañeros inseparables.

No se trató de una simple elección, sino que ambos siguieron el camino del padre por vocación. Es que los jóvenes notaron la dedicación de Oscar a su trabajo. Lo vieron como un espejo, un ejemplo a seguir. Por eso desde hace poco más de una década trabajan juntos.

Oscar se recibió muy joven y ejerció como abogado durante 8 años para luego hacerse cargo de la escribanía de su suegro, Carlos Quevedo Mendoza, allá por 1978. Luego, con el correr de los años, sus hijos lo acompañaron en la profesión. Federico y Ana Paula se recibieron de abogados en Córdoba. El varón logró el posgrado notariado en Morón y la chica en la Universidad de El Salvador.

"Federico ya concursó su propio registro, consecuentemente es titular del registro propio y Ana Paula es adscripta mía", cuenta Oscar. La compañía de los hijos en el trabajo le genera a este profesional reconocido en el medio local "una profunda satisfacción por ellos, porque son personas ya hechas. Me siento realizado. Creo que cumplí con lo que todo padre desea, que ellos puedan valerse por sí mismos. Y básicamente conseguir en ellos lo que mis padres me transmitieron: que sean buena gente, que transmitan honestidad, seriedad en el manejo de la profesión. Creo que tengo una excelente relación con mis hijos en todo aspecto", comenta.

Un día de padre e hijos en el trabajo es de buen ambiente, mucho diálogo, se comparten muchas opiniones y en consenso.

"Mi hija me enseñó a ver la vida de otra forma. Ella sigue siendo mi hija, pero tiene su propia familia. Como padres debemos ser amigos de los hijos, pero no perder el rol de padres", reflexiona Oscar.

Sobre su papá, Federico dice que él aporta la experiencia y él con su hermana, como nueva generación, le tratan de dar al trabajo mayor dinámica e incorporar elementos tecnológicos que puedan mejorar el trabajo.

"En mí se despertó la vocación cuando iba al secundario. Me fui empapando sobre el Derecho, la Escribanía. Nunca dudé. Mi papá siempre fue mi espejo". Agrega "es más responsabilidad trabajar con el padre como jefe, pero al mismo tiempo es muy bueno, en el sentido de la confianza al pedirle consejos", comenta Federico.

En este caso, padre e hijo también comparten la pasión por el deporte. El rugby los llevó a concurrir a tres torneos mundiales. Además suelen participar en torneos de golf.

Por su parte, Ana Paula cuenta que la profesión la eligió porque la decisión fue propia. Siempre admiró a su padre en lo profesional y eso también lo tuvo en cuenta a la hora de seguir esta carrera. Agrega que "en el trabajo, los tres nos complementamos muy bien, creo que hacemos un buen equipo".

"Mi papá fue siempre para mí como un ídolo, un referente, en especial en mi adolescencia. Tenemos una relación muy buena, la confianza y el diálogo que nos permite hablar cualquier tema sin problemas, tanto en lo personal como en lo laboral", concluye Ana Paula.