Cada etapa de la vida en pareja tiene sus beneficios, y sus retos, lo importante es disfrutar de los primeros y aprender y crecer con los segundos. Hay factores que determinan muchos de estos desafíos, ya que no es lo mismo ser recién casados sin hijos, que llevar veinte años de unión y tener hijos jóvenes.

Por eso, es fundamental para las parejas identificar la etapa que viven, para convertir los desafíos en oportunidades de mejora.

Primera etapa: Transición y adaptación

Comprende aproximadamente los 3 primeros años de casados o convivencia.

Aquí se establecen los fundamentos o bases de la relación. La pareja se adapta a un nuevo sistema de vida. Vienen de mundos diferentes, con costumbres y hábitos distintos por lo que las claves del entendimiento deben ser: la comunicación y la negociación.

Es importante realizar un proyecto en conjunto de familia, en el cual se visualicen y proyecten a futuro y establecer las metas que quieran lograr.

Los aspectos más importantes para trabajar en este período son:

-Independizarse de las familias de origen, para adquirir la autonomía que la pareja necesita para afrontar nuevas etapas.

-Potenciar la paciencia, la confianza, la tolerancia y el apoyo mutuo.

-Pactar las normas de la vida íntima (gustos, preferencias y momentos o situaciones que a cada uno le resulten desagradables).

-Decidir y acordar cómo será el manejo y la administración del dinero, del tiempo, así como la distribución de tareas del hogar.

Segunda etapa: Establecimiento y llegada de los hijos

Ocurre entre los 3 y los 10 años de pareja aproximadamente. Ya ha finalizado el proceso de adaptación y ajustes, ahora ambos se conocen mejor, por lo que posiblemente las discusiones serán más, o menos frecuentes según la madurez lograda en la primera etapa de convivencia, jugando un papel fundamental la dupla razón-emoción.

En esta fase la mayoría de las parejas se convierten en padres lo que implica un escenario diferente en la relación y una reorganización familiar. Lo fundamental en esta fase es procurarle algo de tiempo y dedicación a la pareja focalizando la calidad, sobre la cantidad de tiempo, y asumir el rol de padres como una unidad, donde no hayan fisuras.

Tercera etapa: Transformación

Entre los 10 y 20 años de pareja. Esta etapa suele ser ir paralela a la pubertad de los hijos y la mediana edad de la pareja. Aquí se producen momentos de reflexión y renovación en la vida de cada uno, por lo que es fundamental que el matrimonio se encuentre ‘sano’ de base, y que de manera individual se afronte de la mejor manera, así no se convertirá en una amenaza para la estabilidad matrimonial.

Tanto el hombre como la mujer, deben intentar que los problemas que surjan por la crianza de los hijos, no provoquen crisis constantes en la relación. Mantener una unidad de criterios, una correcta autoridad, límites bien puestos y hacer este ‘trabajo’ conjuntamente, debe ser la prioridad.

En esta fase también hay que procurar que la intimidad no caiga en la rutina, redescubrirse otra vez y reconectarse. Hay que recuperar los detalles (si se perdieron), compartir hobbies y actividades que ambos disfruten. El tiempo a solas, sin los hijos, es determinante en esta etapa.

Cuarta etapa: Estabilización y ‘Nido vacío’

Se presenta entre los 20 y los 35 años de unión, cuando las parejas han sido capaces de resolver los conflictos y las crisis en las etapas anteriores. Es un período de estabilización y una oportunidad para lograr un mayor desarrollo y realización personal, y como pareja. Por lo general en esta etapa, sucede el síndrome del ‘nido vacío’, lo que sitúa a la pareja de vuelta al principio: se tienen uno para el otro.

Para algunos, la ausencia de los hijos puede ser un momento de agonía y tristeza.

Lo valioso de esta fase es la solidez y el conocimiento pleno de la pareja. Lo que hay que trabajar es la capacidad de dialogar, de tolerar las diferencias, de reírse de los mutuos errores, de hacer las críticas de un modo amable, de iniciar juntos alguna actividad o proyecto. Es la ocasión para reafirmar más la creatividad y encontrar nuevos desafíos a la vida de pareja.

Quinta etapa: Envejecer juntos

Ocurre a partir de los 35 años de pareja. Para algunas personas llega la jubilación, es decir, se dispone de más tiempo para disfrutar el uno del otro.

Los conflictos en esta fase son bastante menos frecuentes; la mayoría de las parejas se han estabilizado en líneas de poder e intimidad y la tolerancia entre ambos hace posible que se discuta, pero sin el vigor de antes.

Lo conveniente es proyectarse como dupla: realizar actividades, viajes, paseos, hobbies, etcétera que les den momentos de paz y alegría (la motivación de los nietos también cuenta). En esta etapa deben cuidarse mutuamente, ya que los problemas de salud suelen ser más frecuentes desde ahora en adelante y la necesidad del otro es mayor.