Yazmín Flores/murguera
Reina de colores
Por Myriam Pérez
Los colores y la música la atrapan. Crea su propio mundo dibujando arco iris en su cuaderno de 5to.C, de la Escuela República de Chile, y sueña con ser diseñadora de modas. Su nombre es Yazmín Guadalupe Flores, tiene diez años, un rostro alegre, y es una experta bailarina de comparsa y de murga desde los 4 años. Es la más pequeña del grupo "Retumbo y Salto", una murga que congrega jóvenes y chicos de las Villas Mariano Moreno y 2 de Abril (Ruta 40 antes del puente de Albardón, en Chimbas).
Claro que nada es casualidad, ya que la pequeña es sobrina de Javier Zuicer, un joven apasionado de este estilo que fusiona percusión y danza popular con coreografías de fuerte contenido social, quien comenzó a gestar esta iniciativa hace varios años en la Villa Mariano Moreno.
"De los cuatro, más o menos, hasta los 7, hice murga, después bailé en la comparsa, y ahora volví a la murga. Es que a mi me encantan los colores de los trajes. En realidad me gustan los colores en cualquier parte, por eso en el cuaderno dibujo muchos arco iris, y muchos vestidos que se me vienen a la cabeza", cuenta Yazmín.
Para que nadie ponga en duda su talento para el diseño, pide de inmediato un cuaderno y se predispone a dibujar un atuendo con mangas amplias, flores aplicadas, bien ajustado en la cintura y acampanado en la falda. Algo similar a un traje principesco.
Es tan inquieta que en pocos años ha logrado un primer puesto en un concurso de murgas realizado a nivel provincial con el grupo "Reyes de la locura", y un segundo lugar en el corso de carnaval a nivel provincial. Aprendió a bailar, no sólo por lo que le enseñaron en la villa, sino también gracias a su mamá Patricia y su abuela Margot, quienes se encargaron de motivarla y de incentivar su gusto por los videos musicales, una de sus principales fuentes de inspiración.
Se podría decir que lo único que no le gusta demasiado es la escuela, pero hace lo posible para salir adelante ya que todas sus expectativas están puestas en el arte.
"Me gusta mucho mover el cuerpo, y también hacer trucos y tumbas en la murga pero algunos no me salen muy bien. También me gustaría bailar árabe, con esos trajes llenos de lentejuelas y colores", explica.
Los ojos de Yazmín iluminan su rostro, pero reconoce que hay cosas que la ponen triste como por ejemplo esperar tanto su casa para vivir cómoda con su familia y tener muchas muñecas.
Los sueños de esta pequeña bailarina van transformandose en realidad de a poco. De hecho, la murga que antes practicaban en la casa de Margot en la calle 3 de febrero en la villa Mariano Moreno ahora se trasladó al moderno centro comunitario que comprende a este grupo poblacional y al de la 2 de Abril, lindante a la costa del Río San Juan. Allí además de tener un lugar cerrado y con todas las comodidades, cuenta con docentes de danza y percusión destinados a mejorar el estilo y acercar más chicos a esta actividad.
Seguramente la casa llegará pronto y, sin dudas las muñecas también.
Conrado Weisgerber / Escritor de historietas
Dueño de un mundo en viñetas
Por Paulina Rotman
Conrado es curioso. Siempre pregunta porque quiere saber todo. O al menos lo más que se pueda.
También es un chico muy creativo que puede convertir un cartón en cohete de papel o en dependencias de una casa para los pequeños muñequitos que colecciona.
Ambas cualidades se conjugaron para convertirlo en escritor de historietas.
Eso fue un día, cuando tenía 6-7 años -no lo recuerda con exactitud- mientras miraba la tele y vió en un programa para chicos el "paso a paso” de cómo armar un libro de historietas. De inmediato buscó papel borrador, cintex y por supuesto su cartuchera con lápices de colores para repetir la estrategia tal cuál la había visto en la pantalla, más unos agregados que consultó a las personas que tenía cerca y otras opciones que inventó él mismo. Así nació "Golfito letal”, la primera de una serie de historietas hechas a mano y en papel de resma. Algo así como su "ópera prima” en la que obviamente los personajes -que los va presentando en cada número- juegan al golf y así entretejen una historia en la que no faltan los globos de diálogo, las onomatopeyas y los toques de humor.
Pese a que Conrado se mueve casi como un profesional, nunca fue a estudiar la técnica de este género literario -salvo en la escuela dónde le incentivaron la realización de sus historietas- ni tampoco tomó hasta ahora clases de dibujo.
"Yo escribo cuando tengo una idea”, dice con la determinación de alguien que sabe lo que hace.
Desde aquel primer número ya hizo en total 3 ediciones y tiene en mente la cuarta publicación, de la que hasta ahora solo tiene diseñada la tapa, muy original por cierto, ya que está escrita en japonés, bah, al menos es lo que dice el dueño de la idea. "Yo no sé japonés pero hice unos símbolos parecidos a este idioma y quedaron buenísimos”, explica para justificar el uso de la lengua nipona en el último número, adelantando que su protagonista irá hasta allí para competir en un torneo deportivo.
Fácil es de descubrir que aunque el autor no lo haya hecho concientemente, "Golfito letal” es la conjunción de situaciones que le pasaban a Conrado cuando era más chico, por supuesto. Es que confiesa que le tenía mucho miedo a las abejas y para superarlo creó a uno de los personajes principales: "La abejita”. El otro protagónico es "Pepe, el golfista”. Y con él resume sus primeras aspiraciones laborales: "cuando me preguntaban que iba a ser cuando fuese grande yo decía que quería ser golfista”, cuenta y recuerda su constancia de pequeñito intentando pegarle a una diminuta pelotita de juguete con un palo de plástico en el patio de su casa. Esas aspiraciones se esfumaron con los años, ya que a esta alturas de las circunstancias, abandonó su carrera deportiva y sueña a los 9 años, con ser biólogo marino.
"A mí me encanta que mis amigos y mis compañeros de la escuela las lean. Ellos me dicen que les gustan y así se me van ocurriendo más ideas”, dice el chico que ya tiene decidido que la historia de Pepe, la Abejita que pica a quien se pone en su camino, Max (el contrincante al que le dio vida en "Golfito Letal 2”), el "jefe” (alguien así como el organizador de los partidos de golf) e Isabel (una chica que se disputan Pepe y Max, fuera y dentro del campo de golf), terminará en el n¦10.
"Para mí las historietas son un pasatiempo, también me gusta editar videos animados en Internet. Pero no uso mucho la compu, en mi casa solo me permiten estar en la compu una hora por día, controlada por reloj. A mí me gustaría que muchos chicos las lean y cada uno haga su historieta, como mi hermana Carolina que ha empezado a escribir también”, dice Conrado, un asiduo lector de cómics, especialmente los de súper-héroes y los de Gaturro, el personaje ideado por Nik y que es un boom entre los niños.
Por ahora, las historietas de papel está guardadas en un folio que a Conrado le regaló su señorita de 3¦ grado, esperando poder publicarlas algún día, como a los cómics famosos.
David Varas Castillo / Baterista
Con el ritmo en la sangre
Por María Inés Montes
Hace dos años que estudia y toca la batería, Con una sensibilidad que solo algunos la poseen y esto se fundamenta en que a David desde pequeño le encanta sacar ritmos de música de películas, de la tele, de la radio o lo que simplemente escucha por la calle.
Como todo niño al principio tocaba Con cualquier palito prefabricado distintos objetos de casa, botellas, tarros de lata, cajas de zapatos, y otros. Cerraba sus ojos e imaginaba una batería entonces intentaba tocar distintos ritmos, y hasta lograrlo no paraba. el gusto por la música nació un día que veía una película de terror, escucho una canción e inmediatamente corrió a tratar de sacar el ritmo. Entre ruidos, ritmos y música, papá y mamá lo inscriben en Pinkanta, centro de expresión artística, dónde estudia batería desde hace dos años.
David es estudiante, cursa el 6º grado del colegio Nuestra Señora del Rosario de Andacollo. También le encantan los deportes, primero hizo jockey sobre patines, era arquero del club Andacollo y ahora practica voley en el Palomar, tres veces por semana.
Lo sobresaliente de esta historia es cómo David se gana la batería. Realmente un súper héroe, Claudia y Javier, papá y mamá de David, leen mucho, entonces idearon un afiche para inculcarles la lectura a sus hijos. Ese afiche cuenta Con 25 celdas, que cada una significa un libro. Cada uno de sus hijos (tres varones) tiene un afiche en su habitación, para marcar cada libro leído en una celda. Al finalizar el año el que logra leer 25 libros recibe un premio.
El 2012 es un año especial para David, logro su sueño, la batería. No solo se trata de un baterísta sino que además es un gran lector, leyó 25 libros en un año. Con el premio de su lectura y la venta de su equipo de jockey sobre patines, colaboró Con sus padres para la compra de ese sueño tan deseado, la batería propia.
"Una emoción grande cuando lo logré, nos cuenta David Con una sonrisa de logro. Pero era domingo y cuando la fui a buscar no estaba el dueño, se me hizo eterna la espera ya que mi ansiedad era grande. Cuando la tuve en casa, la armamos entre toda la familia, lo feo es que al ser domingo y de noche, tuve que esperar al lunes para tocar por los vecinos, pero como la deseaba tanto valió esa espera’.
Demuestra una gran paciencia y tolerancia, ya que los primeros estudios Con el aparato musical, no le resultaron fáciles. Concurre a clase de batería una vez por semana, su profesor Andrés le enseña al gran entusiasta.
Su hermano Martín (13 años) toca la guitarra y juntos tratan de sacar canciones para cuando hay reuniones familiares, entretienen a la gran familia Varas Castillo.
el sueño de este gran baterista es poder armar una banda y que se conforme así: "Martín (su hermano) en guitarra, yo en batería, otro en teclado y uno más que cante’.
Pero hoy ya tiene otro cometido, lograr los platillos que le faltan, debe entonces seguir Con la lectura y así continuar Con su proeza.
David cuenta "la batería me provoca una gran emoción y también puedo ejercitar mis músculos, ya que realizo movimientos Con fuerza, al tocar los redoblantes y el bombo, a medida que avanzo se pone más difícil, pero esto no es un impedimento para mí ya que me encanta’.
Buen oído, aptitud y una gran fortaleza es lo que demuestra David en su lucha con tan sólo 11 años. Además de una familia que lo contiene y le enseña a ganarse las cosas en la vida.
Matías Puigdengolas y Mateo Vallejo / Escaladores
Hombres araña
Por José Correa
Cuando escalan las paredes con sus propias manos parecen adherirse a ellas mientras sus cuerpos quedan pendiendo en el aire. Saltan de un lugar a otro, al parecer con poco esfuerzo y siempre con una mueca de sonrisa en sus rostros. Matías Puigdengolas y Mateo Vallejo tienen 10 años de edad. Son parte de un grupo de 20 niños que practican escalada deportiva en el Club Andino Mercedario. Todo, bajo la atenta mirada de Waldo Aravena, el profesor de Educación Física a cargo de los chicos.
A eso de las 15 del jueves, las puertas del C.A.M. se abren. Tres jóvenes ingresan y buscan cuerdas, arneses y otros elementos para comenzar con sus prácticas en la pared metálica. Un par de minutos después, un niño menudo y con rostro sonriente llega, saluda y de un salto se trepa a una de las paredes acondicionadas especialmente para la escalada. Se trata de Matías Puigdengolas. El pibe parece tan cómodo tomándose de pequeñas salientes en el muro como si ese fuera su ámbito natural. "Es que cuando era muy chico me gustaba treparme a lo que veía, como los árboles, por ejemplo", cuenta entre risas.
Con esos antecedentes, Marcelo, un tío suyo que vive en España, le habló a Matías y sus padres para que se acercaran al club y desarrollara ese talento.
Lo que siguió fue que a Matías le encantó la experiencia. Tanto que desde el primer momento encontró la actividad divertida. Incluso sus compañeros del Colegio La Inmaculada, donde estudia, le suelen preguntar sobre sus experiencias en la escalada. "A mí me gusta mucho, además tenemos salidas a la montaña, donde hacemos excursiones y se aprende mucho sobre la naturaleza", comenta.
Mientras Matías ensaya algunos movimientos en la pared, un compañero suyo, Mateo Vallejo llega y ensaya algunos movimientos en una de las paredes más pequeñas de unos dos o tres metros de altura.
El chico arrancó con la escalada a principios de este año. Tan sólo lleva 6 meses en la actividad y muestra una plasticidad envidiable. El niño cuenta que se divierte y a la vez va conociendo el deporte.
Mateo llegó al club entusiasmado por sus amigos. "Entonces yo me prendí", cuenta con entusiasmo. en la Escuela Modelo, donde concurre, suele comentarle sus experiencias a los compañeros y ya hay varios que están con la idea de acompañarlo en esta actividad de pura adrenalina.
Los pibes van al club y allí tienen todos los elementos para practicar. Se desplazan por la pared como si fueran hombres araña, se divierten y aprenden el respeto por la montaña.

