Por Bernardo Stamateas
Fin de año es un momento en el que la mayoría de la gente suele hacer un balance de su vida y muestra la intención de hacer cierres para disfrutar nuevos comienzos. Quiero compartir aquí la importancia de cerrar bien una etapa para poder abrir bien otra.
Cada momento nuevo que vivimos es, en realidad, la despedida de un momento anterior terminado. La vida funciona en ciclos. Cuando llegamos a un determinado lugar, saludamos diciendo “hola”; y cuando nos vamos, nos despedimos diciendo “chau”. Nuestra vida también consiste en decirles “hola” dándoles la bienvenida a los nuevos momentos para luego despedirnos de ellos y recibir algo nuevo.
Necesitamos entender que el cierre de un ciclo siempre inicia uno nuevo. Una etapa terminada (aunque nos cause dolor emocional) no es el fin, sino el anuncio del comienzo o la apertura de una nueva. En lugar de llorar por lo que se fue este año, podemos elegir creer que viene algo mejor para nosotros el año próximo. Cuando algo llega a su fin, deberíamos hacer lugar a lo siguiente y no quedarnos estancados. El fin es tan solo un último paso antes de un nuevo comienzo.
Todos en algún momento dejamos cosas atrás, ya sea que se trate de una edad evolutiva, como la niñez o la adolescencia, de un trabajo o de una ex pareja. Pero si cerramos mal lo que dejamos atrás, no podremos entrar bien en lo nuevo que la vida nos trae. Por ejemplo, si yo cierro mal mi viejo trabajo porque me echaron y me voy enojado hablando mal de mi jefe, no entraré en plenitud en mi nuevo trabajo. O si vos todavía sentís bronca contra tu ex, no vas a entrar en una nueva relación de pareja con éxito porque seguramente le vas a facturar a esa persona la ira que tenés hacia tu ex.
Por lo general, cuando cerramos mal algo de nuestro pasado, lo repetirán las generaciones que vienen detrás de nosotros. Si yo no sano una relación de pareja (el dolor que la separación me produjo), muy probablemente mis hijos o mis nietos repetirán la misma situación en sus propias vidas.
¿Qué significa cerrar bien?
Para cerrar bien, es preciso ver a quién excluimos. Puede ocurrir que ya no recordamos a alguien que falleció, o que reprimimos algo negativo que nos sucedió, o que ni siquiera nombramos a alguien que nos lastimó. ¿Por qué? Porque esa situación está mal cerrada. Cerrar no quiere decir olvidar ni reprimir, sino ser capaz de recordar para atrás pero que eso ya no ejerza poder sobre nuestra vida porque nuestro pasado está en paz.
Cerrar es sinónimo de soltar, perdonando si es necesario, y seguir adelante en paz.
“Ya lo perdoné, ya ni me acuerdo pero ¡no me lo nombres!” eso no es cerrar bien porque, cuando lo hacemos, uno deja de tener emociones negativas y está en paz (esto sucede cuando acepto mi responsabilidad en lo que no funcionó y agradezco por todo lo bueno vivido).
En este tiempo de encuentro y celebración, te invito a pensar si hay cosas que necesitás cerrar bien en tu vida y a tener la valentía de hacerlo, para terminar un año en paz y comenzar uno nuevo en plenitud.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a
El experto
Bernardo Stamateas -además de sus habilidades para el ajedrez, el clarinete y el saxofón- estudió Licenciatura en Psicología en la Universidad Kennedy y es sexólogo clínico. Es Pastor de la Iglesia Bautista Ministerio Presencia de Dios, en el barrio de Caballito, ciudad de Buenos Aires. Es escritor y conferencista especialmente de temáticas como liderazgo y superación personal.