La actual crisis del sector de la uva y el vino es una de las más grandes de los últimos tiempos luego de una gran expansión que comenzara por los años 90.
Mucho podemos decir de lo mal que lo pasan sus actores, principalmente los sufridos productores. Pero para aclarar un poco más el futuro he considerado valioso el aporte analítico profesional del informe realizado por Javier Merino, Gustavo Escande y Adrián Rizzo de la División Vinos Banco Supervielle.
Detrás de la expansión de los vinos argentinos, especialmente en los mercados mundiales, lo que existió fue una profunda transformación del viñedo en el último cuarto de siglo. Nuevos varietales y regiones y el uso de tecnologías modernas permitieron la expansión de casi 80 mil hectáreas a la par que se erradicaban o reconvertían una cifra algo menor. El resultado cuantitativo total fue una leve expansión hasta alcanzar algo más de 210 mil hectáreas de viñedos de uvas para vinificar con una gran transformación en su interior. Una estimación aproximada sitúa el monto total invertido en esta transformación en más de 3.000 millones de dólares sólo en viñedos sin considerar lo invertido en enología y en posicionamiento de marcas en el mercado nacional e internacional.
Se desarrollaron en Argentina varietales de gran reputación y gracias al auge en los mercados mundiales apareció un diferenciador único como fue el Malbec que luego de casi 40 años ha vuelto a ocupar una superficie cercana a las 40 mil hectáreas siendo en la actualidad el varietal más difundido en nuestro país con el 19% del viñedo total.
Sin embargo, en los últimos años se advierte un estancamiento de la inversión en viñedos que tiene su explicación en el mal desempeño de la macroeconomía argentina. Lamentablemente, no sólo se ha detenido el crecimiento en inversión en nuevos viñedos sino que los existentes tienen dificultad de mantener el stock de capital. De revertirse la situación de contexto la evolución del sector muestra su potencialidad y las buenas perspectivas que tiene lo cual atraerá nuevamente la inversión y la expansión.
Los cambios en la superficie
Desde 1990, en el que empieza la transformación de la vitivinicultura argentina, hasta la actualidad la superficie total de viñedos de uvas para vinificar sólo ha crecido en algo más de 8 mil hectáreas lo cual esconde la más profunda transformación en casi un siglo.
Las variedades tintas multiplicó por 2,7 su superficie aumentándola en casi 72 mil hectáreas. Las variedades blancas disminuyeron su superficie en casi 18 mil hectáreas y sin duda la gran contracción la tuvieron las variedades rosadas con casi 46 mil hectáreas de disminución.
Luego del Malbec, la mayor expansión correspondió al Cabernet Sauvignon que aumentó su superficie en más de 13 mil hectáreas.
El Syrah, figura tercero por el auge que tuvo este varietal en los mercados mundiales de la mano del éxito exportador australiano y la posibilidad de tener diferimientos impositivos especialmente en San Juan.
La variedad Bonarda ha tenido una interesante expansión por dos características muy notables: su adaptación para cortes de vinos, especialmente con Malbec y sus elevados rendimientos en ciertas regiones.
En el caso del Chardonnay se adoptó por su popularidad mundial. A eso se agregó el hecho de que se utiliza para vinos espumantes.
El Merlot sufrió una depreciación de parte de los consumidores. En nuestro país, pasó de unas mil hectáreas plantadas en 1990 a más 7,4 mil en 2006 para luego declinar por debajo de las 6 mil hectáreas en 2015.
Todos los varietales que disminuyeron su superficie lo han hecho porque su producción no se adapta a las demandas de los consumidores tanto en precio como en calidad.
El ciclo de expansión
1. Etapa de introducción (desde 1990 a 2000). Esa fue la época de la apertura de la economía y la llegada de inversiones al sector. Había una experiencia exportadora muy reducida y las señales de mercado mundial aún no estaban claras como tampoco la mejor orientación de la vitivinicultura argentina. Existían incentivos a la plantación de nuevas variedades, precios reducidos de la tierra y una tecnología de riego disponible.
En esta primera etapa la gran expansión se da en varietales que podríamos de "demanda internacional" y que además contaban con poca superficie plantada. Salvo los casos de Malbec, Bonarda y Tempranillo en todos los demás las tasas de expansión se ubicaron entre el 10% y más del 25% anual. Todavía no había empezado el fenómeno Malbec con tanta intensidad. A su vez Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Syrah eran en esa época los más exitosos mundialmente de la mano de Estados Unidos y Australia.
2. Etapa de expansión (desde 2000 a 2010). La venta de vinos argentinos en el exterior se acelera gracias a condiciones cambiarias muy favorables y comienza un fuerte proceso de sustitución de consumo de vinos en Argentina desde los segmentos más bajos de precios hacia los más elevados. También, el mayor conocimiento de las preferencias de los consumidores juega un papel importante y se planta en forma más selectiva y enfocada.
Se reduce sustancialmente la tasa de expansión. Sobresalen de este comportamiento algunos varietales como Sauvignon Blanc, Tannat, el Cabernet Franc y Tempranillo. Mientras tanto el Malbec acelera su expansión y lo hace desde una base de superficie considerable que superaba las 16 mil hectáreas.
3. Etapa de madurez (2010 hasta la actualidad). El único varietal que crece más es el Malbec que alcanza hacia el 2015 casi las 40 mil hectáreas. Claramente es la señal de los mercados la que indujo a los inversores a continuar su expansión.
Algunos varietales han reducido su superficie porque la demanda no es tan activa como se esperaba. Son los casos del Cabernet Sauvignon, Merlot, Sauvignon Blanc y en menor medida Chardonnay. Algo de toda esa superficie ha migrado hacia la plantación de Malbec.
Las tres provincias de mayor expansión de superficie entre 2001 y 2013 fueron Mendoza, Neuquén y Salta.
El precio de las uvas
Para el 2015 nominalmente para el promedio global se observa un 35% de disminución del precio aunque esta caída está muy influida por las uvas rosadas. En el caso de las variedades tintas los precios de esta temporada se ubican un 2% por debajo y las blancas un 11%. Corregidos los valores nominales por inflación la caída total se ubica en el 36%. Se trata de uno de los peores registros de precios en los últimos quince años.
Por otra parte, desde 2010, las cotización promedio del total de uvas para vinificar ha caído consecutivamente y la falta de rentabilidad promedio de la producción de uvas es generalizada.
Esto influye negativamente tanto en el precio actual de las propiedades como así también en la tasa de inversión. Un efecto no deseado y de gran impacto en la competitividad de los próximos años será la baja inversión en mantenimiento con la consecuente pérdida de calidad de las uvas especialmente en las categorías Premium.
En el 2009 y 2010 hubo escasez excepcional de uvas tintas que elevó sustancialmente el precio promedio pero si se toma el período previo, cuando la vitivinicultura era expansiva por demanda de vinos tanto a nivel nacional como internacional, lo valores de la presente temporada se ubican a menos de la mitad de ese período.
Hay que tener en cuenta que en la actual temporada se ha dado un fenómeno especial de acumulación de stocks de vinos blancos de bajo precio lo cual ha influido muy negativamente en una parte sustancial de la oferta de uvas que corresponden especialmente a Cereza y Criolla Grande, por lo que es conveniente realizar cierta discriminación para evitar confusiones del cálculo promedio.
Para el total de variedades tintas el precio promedio de la temporada, de acuerdo a los primeros registros de contratos, es de 341 pesos por quintal, un 21% inferior a la temporada anterior en moneda constante mientras que en las variedades blancas el promedio es de 202 pesos por quintal, un 28% de caída en términos reales y en las rosadas donde la disminución se acerca al 48%.
Aunque las declinación es inferior en ciertas calidades de uvas los promedios actuales están lejos de compensar en todas ellas los costos de producción y se espera que en la presente temporada se verifiquen pérdidas operativas que influirán negativamente en la próxima vendimia.
Facturación
En los primeros años las uvas tintas eran importantes pero no adquiría aún la dimensión que tendría desde el 2004 hasta el año 2009. En ese período las uvas tintas mantuvieron relativamente su facturación como combinación de la expansión productiva y precios relativamente estables. En los años 2010 y 2011 el crecimiento en la facturación fue de consideración por la escasez de uvas tintas lo que trajo complicaciones de rentabilidad importantes a muchas bodegas cuyo abastecimiento de terceros es importante. En ese momento se verificó un desplazamiento de la demanda de uvas tintas hacia regiones donde la cotización era menor y mediante cortes pudieron disminuir el costo total de materia prima.
Con la corrección de la oferta total de uvas y el comienzo de una etapa de complicaciones en la demanda total como consecuencia del crecimiento de la inflación que deterioró el mercado interno y el atraso cambiario que afectó la exportación comienza una etapa de caída que no se ha detenido hasta ahora.
Es así que la facturación total del sector se ubica en los valores de 2000 a 2003 y las perspectivas de crecimiento futuro sólo se basan en una demanda de vinos más dinámica que la actual. Esto permitiría una recomposición de precios relativos que mejore la rentabilidad del sector y permita visualizar una expansión hacia delante.
En el caso de las uvas rosadas hay que tomar nota que su caída ha sido independiente de los avatares de la economía y lo que ésta detrás es un cambio de la demanda de vinos que difícilmente se corrija pues las señales del mercado doméstico y del internacional van en otra dirección.
El otro fenómeno es el bajo rendimiento económico para todas las variedades en relación al promedio y si se tiene en cuenta que el costo de producción promedio por hectárea se ubica entre 48 y 52 mil pesos dependiendo de los rendimientos y tipo de manejo se calcula fácilmente que este año muchas propiedades que producen uvas del mercado más dinámico tendrán perdidas de consideración. Mucho más afectadas están aquellas uvas de mercados en retracción estructural.
Costo de producción
La viticultura argentina en los últimos años ha tenido una fuerte tendencia de crecimiento de sus costos que han estado influidos principalmente por el crecimiento del costo laboral en relación a los precios del vino o la uva. El incremento de este costo sumado a dificultades crecientes en la gestión de los recursos humanos, especialmente los de contratos temporales, ha hecho avanzar considerablemente la mecanización agrícola especialmente en tareas de cosecha.

