Todo lo que vaya entre dos rebanadas de pan es perfecto. Sin duda el sándwich es uno de los mejores inventos en la gastronomía y también el más variado, ya que no solo hay cientos de opciones para el relleno, sino también en el tipo de pan a utilizar.
En esta oportunidad, repasaremos las claves para hacer barroluco, sándwich de carne y queso con múltiples opciones de relleno para hacer estallar un mundo de sabores en tu paladar.
Ingredientes:
Pan de miga cantidad necesaria
600 gramos de peceto o lomo
200 gramos de queso feta
Preparación:
Para hacer el tradicional barroluco, salar la carne a gusto y llevar a una plancha o sartén con un chorrito de aceite de oliva. Una vez que esté bien cocida la carne, retirar y reservar.
Colocar, sobre el jugo que quedo de la carne en la plancha el pan de miga por unos segundos y luego tostar la otra cara del pan. Mientras, agregar el queso y la carne. Sumar la otra capa de pan y volcar el sándwich para que se tueste.
Retirar de la plancha o sartén, cortar en las partes deseadas y servir.
Secretito: Si bien el barroluco tradicional es solo carne y queso, también se pueden incorporar otras opciones en el relleno, como lechuga, tomate, huevo batido, trozos de aceitunas verdes y/o jamón cocido. También se puede reemplazar el queso feta por queso cremoso.
Otra opción, denominada “barroluco brasileño”, es agregar a la tradicional preparación de carne y queso, palta molida. El amarillo del queso y el verde de la palta parecen una bandera de Brasil, de ahí el nombre que recibe. Este sándwich se ha ido popularizando entre los camioneros chilenos.
¿De dónde proviene en barroluco?
Su nombre original es Barro Luco, y originalmente proviene de Chile, aunque es muy popular en provincias de nuestro país como Mendoza, San Luis y San Juan, obviamente, donde recibe la denominación de “barroluco”.
Este sándwich recibió ese nombre por el presidente de Chile Ramón Barros Luco, quien gobernó entre 1910 y 1915. Según se conoce, Barros Luco era muy habitué de la Confitería Torres de Santiago de Chile, y cada vez que acudía a la misma pedía específicamente este tipo de preparación.
Desde ese entonces, el pedido comenzó a popularizarse primero en quienes lo acompañaban como entre los clientes de la confitería y para homenajearlo, decidieron bautizarlo con su apellido.
Fue tal la popularidad de esta preparación que no solo perdura en el tiempo en el vecino país, sino que logró cruzar la cordillera y cautivar a más de un argentino.