Foto: Astarté/Gabinete de psicología

 

Muchos de los problemas que tienen los chicos en los tiempos que corren están relacionados con la falta de límites, vínculo con sus padres y pares, escasa comunicación, entre otros motivos, según dicen los especialistas en psicología. Algo que parece estar tan claro en la teoría y tan oscuro en la práctica. Por este motivo es que se han creado talleres especiales para padres que no quieren morir en el intento de vincularse sanamente con sus hijos y poder volcar en ellos -desde el amor-, las herramientas necesarias para una mejor vida. Yazmín Salvador, licenciada en Psicología egresada de la Universidad Católica de Cuyo y especializada en terapia gestáltica, es quien diseñó esta propuesta abierta a padres que no necesariamente tienen a sus hijos en terapia, sino que enfrentan problemas cotidianos o más profundos y quieren saber cómo manejarlos.

-¿Cómo surge la idea de realizar un taller para padres?

Desde hace varios años tengo grupos terapéuticos que nacieron por la misma curiosidad de los chicos que atiendo. Ellos siempre querían saber qué hacían sus pares dentro del consultorio, querían conectarse con el otro. Así diseñé los grupos terapéuticos, empecé a trabajar y desde ahí los resultados mejoraron notablemente. Están los papás que piensan que hay que trabajarlo en forma individual, pero el grupo tiene una magia en la que el niño se conecta con el otro. Es un lugar de aprendizaje donde nadie se siente como un niño-problema sino donde tiene muchas cosas para aprender. El taller es un lugar donde aprendemos a manejar nuestras emociones, a plantear qué hacemos cuando estamos enojados, tristes, preocupados por cosas cotidianas de la vida, y desde ahí se empieza a trabajar. A raíz de esto, luego surgió la necesidad de hacer un taller para padres.

-¿De qué manera se conforman estos grupos de chicos y desde qué edad?

Los grupos se diseñan de acuerdo a la edad, el sexo, y los motivos de consulta que traen los papás. Desde jardincitos con chicos de 4 años hasta los 13 años, con no más de cinco niños cada uno para lograr el fin terapéutico con un abordaje desde lo grupal a lo individual. Se trabaja con técnicas vivenciales con materiales que se van adaptando a las características evolutivas de cada uno. Trabajamos mucho con la creatividad, las emociones, desde lo vivencial tomando a este término como todo lo que me ocurre a mí, lo que me transita, lo que pienso, o cómo estoy frente a una situación que me está sucediendo, y desde ahí se trata que cada chico aprenda a escucharse, a darse cuenta de lo que le sucede, a ampliar su conciencia, a reconocer las emociones como algo que nos sucede a todos, lo que debe aprender es que se puede estar enojado porque todos nos enojamos, y qué hacer frente a ese enojo, qué es lo más saludable.

-Volvamos al taller de papás.

Precisamente a partir de esto, al trabajo de los chicos les faltaba una pata y comencé a trabajar de manera individual con algunos papás, pero habían muchos que compartían motivos y surgió la propuesta de armar en paralelo grupos de padres. No son consultas psicológicas sino un grupo para acompañar a sus hijos que surgió con los papás de los pacientes. Allí hablamos respecto de cómo piensa y cómo siente un niño porque uno se olvida al crecer. Este año, por primera vez se amplía a todos los papás que quieran asistir porque mucha gente que no tenía hijos en terapia lo pedía, y la verdad que pensé que era muy interesante hacerlo y me di cuenta de que era una necesidad. Además investigué y no hay otro en San Juan. Hay charlas, hay orientación para papás para abordar ciertos conflictos, pero no encontré lugares con grupos de aprendizaje para padres.

– ¿Qué aprenden los papis?

No es una lista de qué debe hacer un papá, ni son tips de lo que deberíamos hacer porque los papás lo leyeron, se lo dijeron en la escuela, fueron a otro psicólogo, o simplemente lo saben. El tema es que cuando debe aplicar ese conocimiento no le sale hacerlo, dicho por ellos mismos. La teoría está en la cabeza, el tema es aprender qué me sucede a mi frente a esta situación, qué emociones me atraviesan cuando mi hijo hace un berrinche o no para de llorar, por decir un ejemplo. Ahí surgen nuestras emociones, nuestros mandatos, qué hago con mi angustia, mi cansancio, mi estrés, cómo resuelvo todo esto para posicionarme frente a mi hijo. En los talleres se crea un espacio para trabajar y escucharse frente a ciertas situaciones que no sabemos cómo resolver. No es hablar de los hijos sino de cada uno como mamá y papá. Quiero poner un límite, se qué tengo que decir, qué tengo que sostener, pero en el momento no se hace. Por eso en el taller se trabajan limites, por ejemplo, y se aborda desde “qué me pasa a mi frente a ese límite”, si lo entiendo me permitirá un conocimiento integral para poder ejercerlo. Además soy muy reiterativa en que todo se debe hacer desde el amor porque sólo desde la mirada amorosa se puede construir.

-¿Con qué periodicidad se realiza cada taller?

Sólo una vez al mes para no saturar a los papás que ya bastantes tareas tienen con los chicos. Dura más o menos una hora y media y se hace un sábado por la mañana. Se trabaja manejo de las emociones, el vínculo con el hijo, entre otros. Son ocho talleres en el año desde abril a noviembre y dejo diciembre porque siempre surgen temas puntuales -como por ejemplo el bullying-, entonces ese mes se trabajan cosas que hayan ocurrido en el año. Lo pide específicamente el grupo que nunca excede los 10 u 11 padres. Ese número permite trabajar cómodo y preservar la intimidad de quienes asisten.

– ¿Los temas se eligen según la demanda de los padres, o de qué manera surgen?

Varían según la edad de los hijos, pero los años de experiencia me indican que siempre volvemos a la base, es decir el manejo de emociones, el límite, el dialogo o comunicación con los chicos.

-¿Estos temas están vinculados a la falta de tiempo para compartir o dedicarle a los hijos?

Todo influye y nada es independiente, pero yo creo que es la falta de entrenamiento para la vida como ser humano, el poder darse cuenta de qué es lo que me sucede es uno de los factores más importantes. No hay que olvidarse que el ser humano se maneja por ciclos de necesidades, por ejemplo si yo registro que tengo sed busco la energía para poder abastecerme de agua, pero hay cosas que pueden interrumpir ese ciclo. Esto que vos decís de la falta de tiempo, la gente se olvida de registrar y darse cuenta de lo que le sucede. Estoy cansada y no registro el cansancio, por lo tanto me estreso; no registro el sueño, sigo haciendo cosas y me paso de vueltas, y así un montón de patologías que se basan en la falta de registro. Además esto no es algo vinculado al conocimiento sino a aprender a sentir y desde ahí darme cuenta qué necesito, es algo vivencial.

-¿ Es conveniente que vaya la mamá y el papá?

Yazmin Salvador, lic. en Psicología

 Lo ideal sería que vayan los dos ya que ambos, en general, son las figuras de amor más importantes, quienes transmiten lo más significativo para los hijos, pero la realidad es que no van los dos. Sí te puedo asegurar que las pocas veces que van -y si el chico es del grupo terapéutico-, el cambio es notable.

Talleres para padres

Inicio: 21 de abril de 9 a 10.30 (puede extenderse un poco más)
Lugar: San Luis 417 (E). 2do. piso
Inscripciones: 264 5300153
E-mail: yazminsalvador3891@gmail.com