

Marcos Armando Ramírez y su esposa Lucía Pineda, llevan adelante su huerta orgánica familiar desde hace más de 30 años en el fondo. Pero este año, la sorpresa fue enorme al cultivar las arvejas. Tal como se observa en la foto, las plantas sumaron más de dos metros de altura.
El secreto parece estar en el uso del compost elaborado por ellos mismos en el centro de la chacra de unos 50 metros cuadrados de superficie de la cual se benefician tres familias y algunos vecinos por la amplia variedad de especies cultivadas.
Las semillas las trajeron de Angaco, como plantas bajas, pero muy productivas y desde una planta conservera de Mendoza, junto al INTA, llegaron a ver la huerta y encargar semillas por la posibilidad de ampliar el período y el volumen de cosecha.
El matrimonio agradeció los conocimientos adquiridos de sus padres horticultores y también del Programa Prohuerta.
