Los momentos actuales, duros, críticos y difíciles, nos llevan a pensar seriamente a futuro algo muy importante: ¿qué República Argentina queremos para nuestros hijos o nietos?
Más allá de los partidos políticos, la identificación de cada uno con alguno u otro, el resultado de las elecciones del domingo pasado nos llevan a razonar que es importante cada paso que se dé, de ahora en más, para sacar a este país del grave grado de estancamiento en el que está. Argentina está desorganizada.
Se debe poner en marcha la producción, apoyar al sector agrícola, fomentar la ganadería, refuncionalizar la agroindustria y apuntar a que reaccionen los motores de dinero de este territorio, que siempre estuvo ligado al campo.
Pero extender las redes hasta las economías regionales es fundamental, tomar medidas para que sean rentables las manzanas y peras de Río Negro y Neuquén, la yerba mate y el té de Corrientes y Misiones, la vid, las frutas y variadas hortalizas de la región de Cuyo, también el algodón de Chaco y lino de Entre Ríos, por mencionar algunos ejemplos. No tocamos la soja que se extiende desde Buenos Aires hasta Bolivia y Paraguay, el trigo de Córdoba, el maíz de Pergamino… esos caminan solos. También se extiende a ganado, fábricas e industrias.
Hacen falta leyes que apoyen, políticas que organicen y ordenen qué producir, cuánto, a dónde dirigirlo, en qué fechas, etc. Apoyo de los bancos, colaboración interinstitucional de universidades, institutos como el INTA, Senasa, INTI, Inase, etc., para tener la ciencia al lado de la técnica, y vinculada a la tecnología.
Unión, hace falta unión. Pero primero, las bases de un plan a 10 años. Sin una programación, no hay nada.
