Imaginar un mundo sin bolsas de plástico -en todos sus tipos, tamaños y para todos los destinos habidos y por haber- es prácticamente imposible. Menos cuando se estima que por mes en la provincia se usan más de 50 millones de bolsitas de supermercado, solamente. Pese a esta realidad, en San Juan, hay una ley aprobada -data del año 2006 (aunque nunca fue reglamentada)- y un proyecto de ordenanza en estudio en la Municipalidad de la Capital que pretenden erradicar paulatinamente su uso, al menos a nivel comercial y por ende, a nivel doméstico. Para contrarrestar estas medidas y aduciendo que los envoltorios de polietileno no son tan peligrosos como parece, los integrantes de la Unión Obreros y Empleados Plásticos junto a la cámara que agrupa a los fabricantes locales de bolsitas, iniciaron por estos días una campaña explicativa.
De hecho, desde ayer y durante los primeros días de la semana repartirán material informativo (contenidos en bolsas plásticas como no podía ser de otra manera) en algunos de los grandes supermercados de la provincia.
En medio, está el usuario, repleto de preguntas.
¿Contamina o no?
La pregunta del millón es si estos productos plásticos contaminan. Según los trabajadores y empresarios del sector, no. "Las bolsas de plástico se hacen con dos materiales: polietileno y el polipropileno que por ejemplo es el envoltorio de las galletitas que las protege de la humedad. Pueden ser de alta o baja densidad y de esto dependerá su rigidez y su calidad. Estos elementos son derivados del petróleo y del gas natural. Pero se utiliza un 2 por ciento para el sector de las bolsas y envoltorios plásticos. Es más, el proceso de fabricación no produce emanaciones de olores ni gases. Es un proceso inocuo e inerte y como la bolsa no se degrada no contamina el suelo ni las napas freáticas, ni el agua. En cambio, para hacer las bolsas de tela o de papel hay que cortar árboles o utilizar cianuro", aducen Rolando Manzanelli, Roberto González y Jorge Salinas desde el sindicato que agrupa a los 300 empleados que trabaja (en forma directa) en las 7 fábricas que producen bolsas plásticas en San Juan desde la década del ’70, cuando se empezó a utilizar este material en el país. Muchas de esas fábricas tiene el beneficio de la promoción industrial de la provincia.
Por su parte, Angel Merlini de la empresa Fima y presidente de la Cámara de la Industria sostiene que "toda actividad tiene impacto en el medio ambiente, pero la del plástico y específicamente la de las bolsas, no es la que más daña. De hecho, todos tenemos certificados de Impacto Ambiental. Es más hay países que se han negado al uso, pero no han podido sustituirlo con otra cosa. Creo que no hay que ser necios y buscar implementar sistemas que morigeren los problemas e inclusive apostar al reciclado".
Para estos dos sectores, el problema de las bolsas radica en el impacto visual: "es un material tan liviano (pesa entre 5 y 7 gramos y puede soportar cargas de hasta 12 kilos de mercadería por ejemplo) que el viento las levanta y las amontona en los basurales y eso provoca fealdad y lógica sensación de suciedad. Pero eso es una cuestión cultural y no del producto", reconocen.
En cambio, los estudiosos del tema que exponen sus planteos en distintas páginas científicas y ecológicas, aseguran que las bolsas si contaminan. De hecho, hay investigaciones que indican que tardan más de 100 años en degradarse, más que el papel, los filtros del cigarrillo, las latas, entre otros elementos pero menos que las botellas de vidrio, las pilas o los vasitos de polipropileno. (Ver infografía). Además dicen que no son tan inofensivas si se parte del hecho que para fabricarse se usa petróleo y se consume energía eléctrica.
Distintas voces y soluciones
Con algunos de esos argumentos como alerta, el concejal capitalino Juan Manuel Sansó -del bloque Actuar- considera que no se puede ir en contra de lo que hace el mundo. "Si hasta en el país hay experiencias en este sentido y muy satisfactorias. Por ejemplo, en El Calafate están prohibidas desde el 2007. Yo creo que hay que adaptarse a las circunstancias: los usuarios por un lado y los empresarios por otro que tendrán que buscar alternativas para reinventar el negocio si las bolsitas ya no sirven", argumenta. El concejal presentó a fines de abril pasado un proyecto que aún no es tratado en el recinto. Está, según el edil, en estudio en las comisiones de Legislación y obras y en la de Higiene.
En la Argentina no hay mayores antecedentes de la prohibición de las bolsitas plásticas. En Mendoza, Chubut, El Bolsón e inclusive a nivel nacional hay proyectos que añora que desde el 2010 y hasta el 2013 como plazo máximo para la sustitución de las bolsas no biodegradables en todo el país. La polémica está abierta.
Los supermercados, por su parte, también tienen sus propias estrategias para hacerle frente al tema de las bolsitas, en el que son los grandes usuarios. De hecho, muchos iniciaron campañas mediáticas en pro del medio ambiente e inclusive implementaron acciones concretas: proponen cargar con más elementos las bolsas y venden bolsas de tela o de plástico biodegradable. "Esto puede ser para abaratar sus costos. Así ahorran en envoltorio y la gente es la que compra la bolsa que sea de plástico biodegradable, tela o papel madera como se usaba en Estados Unidos, contamina igual", dicen desde el sector plástico.
Sergio Finzi -encargado de prensa de la cadena Casino al que pertenece Hiper Libertad- explica que en este emprendimiento ya comenzaron a aplicar un programa paulatino de reemplazo, el que todavía no llegó a San Juan.
"No es una bolsa degradable, sino reutilizable, de un material especial. Esta implementación no responde a ninguna ley, ordenanza o motivación económica sino que es parte de nuestro programa de Responsabilidad Social interno y externo para concientizar en el ahorro de energía, papel y agua, además de evitar acciones contaminantes", indica Finzi.
Este fue el único supermercado que respondió a las inquietudes por esta nota.
Paralelamente a esta propuesta, funcionarios y entendidos en el tema descreen de las bolsas biodegradables porque en definitiva están hechas del mismo material con el agregado de aditivos que las hacen más frágiles. Cuando no se usan más, se fragmentan en pequeñas partículas.
"Deberían usarse bolsas de derivados de algodón, maíz, papa o cereales, que son verdaderamente biodegradables. Pero ese material, en el mundo entero, es muy caro todavía. Pocos son los que lo usan", explica Raúl Tello, subsecretario de Medio Ambiente de la provincia.
"El tema de las bolsas de plástico hace tiempo que es materia de análisis profundo. Diría que desde que salió la ley. Porque si bien la normativa tiende a motivar a la problación a reducir y minimizar el uso de las bolsas de polietileno y a usar bien estos envoltorios, es una realidad también que más de 95% de los productos que llegan a las casas ó quizás más vienen munidos de plásticos para garantizar su higiene", agrega Tello, cuyo organismo repartió en la Fiesta Nacional del Sol del 2008 bolsas reutilizables de tela como símbolo de la política que aplica.
Tello no descarta las bolsas de plástico pero sí propone que se use cuando sea necesario (no ilimitadamente) y que ese uso sea racional. "La gente tiene que tomar conciencia y no tirar las bolsas en cualquier lado", argumenta.
El funcionario provincial y quienes plantean la polémica -sindicalistas y fabricantes- coinciden en que parte del problema se podría solucionar con el centro de procesamiento de residuos que se instalará en Rivadavia y que, según se estima, debería estar terminado antes que finalice el 2010. Allí se hará separación de residuos y hasta quizás podría contener una recicladora de plásticos.
"El tratamiento de las bolsas plásticas que incluye el lavado, el secado y la reutilización del material para volver a utilizarse como materia prima puede ser una solución al tema. Falta instalarlo en la sociedad porque si el ama de casa conoce este tema va a cuidar de no mezclar sus residuos, de no contarminarlos con el aceite o el veneno que utiliza en casa y así se va a poder reutilizar nuevamente para hacer más bolsitas. Esto ayuda a reducir costos y por qué no, a cuidar el ambiente", aducen los involucrados del rubro plástico.
Quizás, una alternativa
La municipalidad de San Martín es la única hasta este momento que aplicó un sistema para reciclar las bolsas plásticas. Relacionada a través de un convenio marco con una empresa privada radicada en el departamento, comenzó a hacer hace dos años atrás esta tarea con el objetivo de cuidar el medio ambiente pero también embellecer las áreas públicas del municipio. Por supuesto tenía de "cómplices" a los vecinos que en sus casas separaban la basura en las mismas bolsas recicladas que les proveía el municipio. A su vez, los camiones recolectores tenían un cronograma para retirar estos residuos clasificados según su tipo.
"A la empresa se le entregaba el material plástico y ellos lo reconvertían. Como contraparte, nos devolvían las bolsas para residuos que resultaban un beneficio que en definitiva llegaba a los vecinos. Terminó esa etapa y lo suspendimos hace un tiempo porque estamos evaluando el proceso, con las intenciones de retomarlo porque vemos que la gente tomó conciencia. De hecho el departamento está bastante limpio, ya no hay mugre en las rutas, canales y banquinas. En este segundo período queremos contar con el apoyo de la subsecretaría de Medio Ambiente para avanzar un poco más", cuenta Claudio Vicentela, encargado del área de Producción y Turismo de San Martín.

