Dentro de la rutina de higiene personal que van adoptando las personas, el cepillado de dientes tiene un lugar principal. Hay quienes son más obsesivos con la higiene dental, otros más descuidados, pero, en fin, es algo que todos hacemos al menos dos veces al día.
Pese a ello, es muy probable que por más años que lleves lavándote los dientes, comentas algunos errores sin darte cuenta, como excesivo dentífrico o no incorporar el hilo dental.
Dedicarle menos tiempo del debido
Profesionales recomiendan cepillar los dientes un mínimo de 2 minutos, al menos 2 a 3 veces al día.
Cepillarse con demasiada fuerza
Aunque creas que mientras más fuerza ejerzas, mejor será el cepillado, esto no es así. Si aplicas demasiada fuerza contra los dientes, lo único que lograrás es desgatar el esmalte y las encías pueden retroceder.
Hacerlo luego de cada comida, pero no inmediatamente
La recomendación de los profesionales es lavarse los dientes luego de cada comida, pero procura que no sea inmediatamente después, sobre todo si ingieres alimentos ácidos, ya que solo lograrás que el ácido penetre en los dientes, provocando erosión y degradación del esmalte. Espera al menos 30 a 60 minutos, para que la saliva neutralice cualquier ácido y ayude a mejorar la limpieza general.
No atinarle al cepillo indicado
Cada vez que debemos cambiar el cepillo de dientes observamos una amplia variedad, de todos los tamaños, colores, con limpiador de lengua entre otros detalles. Elegir el adecuado es muy importante para tu salud bucal.
Para que tengas una referencia, si cuentas con buenas encías y no sufres de ninguna alteración o sensibilidad, la textura dura está bien; el de textura media es ideal para retirar la placa bacteriana de los dientes sin producir daño en las encías; mientras que para personas con sensibilidad dental o que hayan pasado por una cirugía bucal, el cepillo de textura suave es el indicado.
Evitar el hilo dental
A veces creemos que con cepillarnos es suficiente para nuestros dientes, pero el hilo dental es igual de importante. Usarlo permite limpiar las hendiduras entre los dientes y eliminar bacterias, estimulando las encías. No usarlo, con el paso del tiempo puede provocar diversas problemáticas en tu boca, como caries, enfermedades de encías e incluso la pérdida de piezas dentales.
Enjuagar la boca con agua después de cepillarse
Lo habitual es cepillarse, tomar un poco de agua y enjuagar. Se suele ver en películas o series norteamericanas o de alguna zona de Europa que, al lavarse los dientes, solo escupen, sin enjuagar con agua. La recomendación es eliminar los restos de dentífrico con enjuague bucal, ya que al usar agua el flúor de la pasta pierde su eficacia.
Abusar del uso de la pasta
En cientos de publicidades se observa que colocan el dentífrico a lo largo de todo el cepillo. La realidad es que menos es más, e incluso si se aplicara bien la técnica de cepillado sería innecesario utilizar pasta dental. Con colocar la cantidad similar al tamaño de una arveja, suficiente.
Utilizar “remedios caseros” para blanquear los dientes
Es muy popular la creencia del uso de bicarbonato u otros “remedios caseros” para blanquear los dientes en casa, pero no se considera el daño que se puede hacer al esmalte. Siempre es importante consultar al dentista la mejor opción para el blanqueamiento dental.
¿Cómo cepillarse correctamente?
Para comenzar, coloca un poco de pasta en el cepillo y no lo mojes, para que arrastre mejor la suciedad y los restos de alimentos. Dividir la boca en 4 secciones, para que ninguna zona quede olvidada. El cepillo debe estar colocado en un ángulo de 45 ° y moverse de abajo hacia arriba en sentido vertical.
Además de limpiar la cara externa de los dientes, no olvides la interna, así como la superficie masticatoria, sobre todo en las muelas.
Cuando culmines con los dientes, es momento de limpiar la lengua. Esto es muy importante, ya que allí es donde se acumulan bacterias que generan el mal aliento. La limpieza debe ser con el mismo cepillo con movimientos suaves de atrás hacia adelante.
No olvides además visitar a tu dentista al menos una vez al año para realizar un debido control de tu salud bucal.