“Un suspiro es el aire que nos sobra por esa persona que nos falta”, es una de las tantas frases que hay relacionadas al suspiro, muchas veces asociado a distintos estados ánimos o emociones, como la frustración o el enamoramiento.
Este tipo de respiración ha sido estudiada por múltiples profesionales de distintas universidades, quienes luego de diversos estudios, encontraron el motivo fisiológico por el cual suspiramos.
El suspiro sirve principalmente para inflar los alvéolos, permitiendo el ingreso del doble de aire que en una respiración común. Para comprenderlo de manera sencilla, los alvéolos son pequeños sacos que se encuentran dentro de nuestros pulmones y se encargan de introducir oxígeno en la sangre y expulsar dióxido de carbono. De no hacerlo, los alvéolos podrían colapsar.
Aunque la respiración se ejecuta de manera involuntaria, su ritmo habitual es insuficiente para mantener el cuerpo con vida y por ello, de vez en cuando, hay que realizar una respiración profunda, es decir, un suspiro.
Es el cerebro quien se encarga de este tipo de respiración cuando detecta que los pulmones necesitan asistencia extra. En concreto, son dos grupos de neuronas que se encuentran en el tronco del encéfalo (la zona que une el resto del cerebro con la médula espinal).
Los suspiros están programados por nuestro sistema nervioso para aparecer y salvarnos la vida ya que, de no hacerlo, los pulmones podrían comenzar a fallar con el paso del tiempo.
¿Qué pasa si suspiramos de más?
Se calcula en promedio que un humano suspira unas 12 veces por hora. Hacerlo más de lo normal puede indicar un problema subyacente.
Algunas de las causas podrían ser:
Estrés: Sea físico o psicológico, ante el estrés ocurren muchos cambios en el cuerpo, como aceleración de los latidos, sudoración, malestar digestivo, respiración acelerada, hiperventilación y exceso de suspiros.
Ansiedad: En cuadros como trastornos de ansiedad, trastorno de pánico, trastorno de estrés postraumático, las fobias e incluso la depresión, los suspiros se presentan con mayor frecuencia.
Condiciones respiratorias: El aumento de los suspiros puede ocurrir junto con algunas afecciones respiratorias, como asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Suspiros y emociones
Lo que sigue siendo un misterio para los científicos es la relación que hay entre los suspiros y el estado de ánimo.
Los científicos que han estudiado los suspiros afirman que en situaciones de estrés éstos se disparan en comparación a los periodos de relajación. “Puede que las neuronas situadas en zonas del cerebro relacionadas con las emociones liberen los neuropéptidos que provocan los suspiros, pero aún no se sabe con exactitud”, explicó en su momento uno de los investigadores de suspiros, Jack Feldman.
También aparecen cuando estamos cansados, aburridos, frustrados, enfadados, enamorados, tristes, aliviados o nostálgicos. Según un estudio de la Universidad de Oslo, la mayoría se asocia a un sentimiento negativo.
Suspirito de amor
“Mmm tantos suspiros, seguro es por alguien” solían decir algunas abuelas. Cuando suspiramos por amor, se hace porque inconscientemente se deja de respirar y a la vez, el corazón late más rápido, requiriendo más oxígeno. Al darse cuenta el cuerpo de esta necesidad, se inicia el suspiro.
La tecnología para un último suspiro
Hace años no era reconocida la importancia fisiológica del suspiro, por lo que las primeras máquinas de respiración artificial no lo imitaban. Por esta razón, algunos pacientes que fueron tratados con ellas llegaron a morir sin expulsar ese último suspiro.
Hoy estas máquinas cuentan con la función de proporcionar de vez en cuando una respiración más profunda, similar a un suspiro, imitando la señal que el cerebro envía al cuerpo para efectuarla.
Sea cual sea el motivo, si lo necesitas, suspira sin remordimiento, tus pulmones te lo agradecerán.