La identidad de género es tan amplia como personas en el mundo. Si bien es sencillo distinguir entre hombres y mujeres, hay un abanico más amplio tras esas dos opciones. Allí es donde se encuentran los “no binaries”, allí es donde se encuentra Ale.

El género no binario es tomado por aquellas personas que no se perciben totalmente como masculinas o femeninas, sino que, por el contrario, pueden identificarse con un tercer género o con ninguno. Ese es el caso de Ale, quien actualmente estudia psicología en la Universidad de Aconcagua, de Mendoza, es activista LBGTIQ+ y realiza maquillaje profesional, cuyos trabajos pueden apreciarse en su perfil de Instagram @gurgui_the_makeup

Ale afirma que ser no binarie no es una etiqueta fija sino más bien un término paragüa, puesto que no todas las personas no binarias son iguales o sienten de la misma manera. Para elle, llegar a definirse de esa forma consistió en transitar un largo camino. “Todo comenzó en los últimos años de la primaria y los primeros de la secundaria, cuando no me sentía como las otras chicas. En ese momento me gustaban las mujeres y eso ya era todo un tema aparte, identificándome como lesbiana. Mi tránsito por el primer colegio en la secundaria no fue el mejor, ya que es de enseñanza católica y tuve que vivir varios hechos de discriminación, por ser una de las únicas personas abiertamente LGBT”, comenta Ale, quien recuerda haber tenido que vivir no solo el rechazo de parte de sus pares, sino verse constantemente expuestas a charlas LGBT fóbicas de varios docentes.

El rechazo también vino en un primer momento desde casa. Ale recuerda haber tenido que lidiar con prejuicios dentro del ámbito familiar, quienes actualmente le apoyan, pero tuvieron que transitar un camino de deconstrucción. “En más de una oportunidad escuché comentarios fóbicos, lo cual fue muy duro, porque no eran de conocidos o gente de la calle, sino de mi propia familia”, comenta.

Si bien “salió del closet” como lesbiana, Ale sentía que le faltaba algo. Ese fue el empuje para comenzar a investigar e informarse sobre temática LGBT, donde se encontró con testimonios de personas no binaries, con quienes tuvo afinidad y sentido de pertenencia. Comprenderse como no binarie fue menos complicado que explicarlo a sus pares, quienes a pesar de todo trataron de comprender lo que estaba atravesando. “Tratar el tema con mi familia no fue sencillo, ya que debía explicar que no me sentía ni una cosa ni la otra, pero ellos de cierta manera lo veían venir, porque me veían triste, sintiéndome mal conmigo, me llamaban por mi nombre de nacimiento y no me sentía identificada”.

Ale detalla que una vez que pudo hablar sin tapujos de su condición sintió la libertad que tanto necesitaba, ya que antes de ello era más angustia y tristeza lo que tenía, pero cuando dejó de sentir eso conoció a otra persona que vivía dentro de su cuerpo, que quería salir y ser libre, “me sentí más segure de mi misme, me volví más extrovertide. Tuve más confianza y felicidad. Sin duda fue liberador y siempre para mejor, ya que pude rodearme de buenas amistades que me acompañaron en cada momento y pude abocarme a lo que me apasiona, que es ser activista LGBT. Actualmente ser no binarie es mi identidad de género y eso no está en discusión. Inclusive mi autopercepción la tomo como una oportunidad para informar, porque esto no es algo nuevo, inventado por los millennials o centennials, sino que es algo que viene desde la propia existencia de la humanidad. El género es una construcción social y la biología no es plenamente binaria, por lo que cada persona debería ser libre de elegir qué quieren ser”.

Hoy, en una nueva conmemoración internacional del orgullo LGBTIQ+, Ale destaca que, si bien hay sectores de la sociedad que se resisten a ampliar un poco más la mirada sobre estos grupos, considerados minorías, desde el Estado se han adoptado diversas políticas que ayudan a una mayor tolerancia y aceptación, como por ejemplo la aprobación de la ley cupo laboral trans, un logro de la comunidad obtenido la semana pasada.

Quizás como sociedad aun quede mucho por comprender, pero sin duda el primer paso es aceptar sin prejuicios ni castigos. Las nuevas generaciones promueven la tolerancia a diario, lo que genera la esperanza de una sociedad más amigables con aquellas personas que deciden ser quienes quieren ser sin tener que ocultarse y amando libremente.