“Me gusta siempre encontrar soluciones y en este trabajo es primordial”. Así comienza a definirse Jorge Rojas, analista de sistemas de Médicos de Montaña, una empresa que ofrece sus servicios a la mina Veladero y a los proyectos Pascua-Lama y Pachón.
Entre llamados constantes, firmas de certificados, chequeos de mails y algunas sonrisas tímidas a causa del grabador y la cámara de fotos, Rojas comenta con modestia que su trabajo es “colocar médicos en las minas”. Sin embargo, su desempeño no se reduce a eso. Un analista de sistemas estudia el funcionamiento de las empresas y las necesidades relacionadas con el manejo de información. A partir de los resultados obtenidos desarrolla programas de computadoras que van a almacenar y transportar hacia los directivos todos los datos empresariales necesarios para poder tomar decisiones que favorezcan el desarrollo de las compañías.
A su vez el trabajo de Rojas es doble. Por un lado diseñó y mantiene en funcionamiento el software que maneja la información sobre la atención médica de todas las personas que están en Veladero y Pascua-Lama para luego sacar estadísticas del desempeño del personal sanitario. Y por otro lado, maneja la logística del personal, tarea que generaría más de un dolor de cabeza a cualquier mortal.
“Es complicado poner a cada profesional en su lugar de trabajo. Primero por las distancias y segundo porque siempre tratar con muchas personas es muy complejo. Se necesita un contacto personal con cada uno de los profesionales para poder armar así un calendario afín para todos. No hay que olvidar que cada uno tiene su familia y su vida particular. Por eso es muy compleja la logística acá”.
Pero el contacto personal es el inicio de la odisea, tanto para los que suben como para Rojas, quien debe encargarse de que los médicos y los enfermeros vayan, trabajen y vuelvan sanos y salvos. La preparación abarca desde la ropa hasta entrenamientos necesarios para realizar tareas de rescate en la montaña. Es en este momento en el cual Rojas deja las computadoras y los teléfonos y comienza resolver problemas que van desde “vestir” hasta verificar o realizar los tutoriales para que “las tropas” aprendan a manejar movilidades y realizar rescates de emergencias.
Sin embargo, aunque Rojas sostiene que su trabajo está en la oficina de Médicos de Montaña, más de una vez subió a Veladero. Primero instaló el software que maneja los datos del personal sanitario y luego capacitó a médicos y enfermeros para que puedan usarlo. “El paisaje de la montaña es hermoso. Pero uno siempre sabe: se va a trabajar, a nada más. El grupo allá es increíble, siempre tratamos de que todo salga perfecto pero también rápido. Es más, cada vez que subo voy pensando en mi vuelta, mi familia, y sí -entre risas-, también en el superpancho que voy a comer en la terminal, porque arriba yo no puedo consumir otra cosa que no sea líquido”.
Sus subidas en la actualidad son menos frecuentes, pero todas siguen manteniendo lo impronta de la primera. Es decir, el éxtasis del paisaje, la frialdad laboral de un hombre que se dedica a solucionar problemas logísticos y a la vez, la añoranza de volver a casa, con su familia.
“Es un desafío de todos los días, pero soy muy feliz con mi trabajo”, comenta Rojas con una cara de satisfacción que lo dice todo. No tiene tiempo para sentarse, los teléfonos no paran de sonar, solicitudes para el envío de personal a la montaña llegan cada cinco minutos. Sin embargo eso no le quita su pasión y su alegría. “Además, no sólo me gusta lo que hago, sino que tengo la posibilidad de progresar y ofrecerles un buen futuro a mis hijos”.
Rojas se levanta y atiende el teléfono que no ha dejado de perseguirlo. Remedia otra complicación y con una sonrisa de lado dice “es así todo el día. Hasta que resuelvo un problema, no paro”. Pero se nota: le encanta.

