La violencia que se refleja en los medios de comunicación se vuelve para muchos cotidiana, hasta que aparecen casos como la muerte de Priscila Leguiza en Buenos Aires, quien fue golpeada por su madre hasta provocarle la muerte, o un caso más cercano en San Juan como el de Camila Brusotti quien aparentemente fue golpeada por su padrastro y encubierto por su madre. También ella está sospechada de que la golpeaba. En fin, sólo dos casos que han despertado la indignación de gran parte de la población, y han provocado preguntas tales como: ¿y el instinto maternal? ¿Acaso una madre no debe proteger a sus hijos? Afirmaciones que indican ‘ni un animal hace eso’ o ‘esa no es una madre’. Para dilucidar estas preguntas, tres psicólogos de San Juan ayudan a encontrar alguna respuesta.
Daniel Castro, licenciado en Psicología explica que ‘hay diversas teorías en relación al instinto materno, las más clásicas hablaban de que este instinto se trasmitía genéticamente. En la actualidad se habla de que el instinto materno es una construcción que se realiza mientras la mamá va gestando su bebé. Esta construcción se lleva a cabo desde dos vertientes, por un lado, su identidad como mujer y la maternidad y la experiencia de maternaje que ha tenido en su propia crianza y con su propia madre. El proceso donde se cruzan la experiencia personal frente a su hijo gestado y la vivencia de su propia crianza dan como resultado un posicionamiento frente al proceso de vinculación amorosa con su hijo’.
Nelita Meaca, también psicóloga y docente, da su versión. ‘Cuando hablamos de instinto, en el animal, se refiere a ciertos impulsos innatos (heredados), característicos de cada especie que dirigen el comportamiento hacia la consecución de metas útiles para el individuo o para la especie. Su descarga es automática y permanece estable a lo largo de la vida. Por analogía se ha denominado instintivas a cierto tipo de conductas humanas que tienden a satisfacer las necesidades básicas relativas a los fines vitales del individuo tales como conservación, alimentación, protección a la cría, entre otros tantos. Muchos autores han discutido sobre la significación del término "instinto" en el ser humano. Freud habla de los instintos como un impulso hacia la búsqueda del placer. Ese impulso considerado como tendencia innata a dirigir el comportamiento hacia objetivos determinados son gran parte de un producto de aprendizaje social".
Los profesionales coinciden en que la dicotomía entre lo que es innato y lo que es aprendido ya no es absoluta y casi no existe. El ser humano se encuentra desde el momento que nace formando parte de una estructura preexistente, su familia, la escuela, los grupos, que inciden en forma directa en su psiquismo. El hombre aprende de ellos los códigos morales y éticos con las que debe moverse, también el lenguaje y su instrucción para satisfacer sus necesidades y expectativas. El problema es cuando se produce una disfunción (crisis, violencia, surgimiento de alguna patología, entre otros). Por todo esto es que se llega a la conclusión que la conducta maternal es instintiva y aprendida ya que surge de una necesidad, la de proteger a su cría.
Castro asegura que existen "situaciones como la psicosis puerperal, donde aparecen trastornos del comportamiento asociados con disfunciones fisiológicas y con factores somáticos, considerando sólo los trastornos mentales que se presentan en el puerperio, con comienzo en las 6 semanas posteriores al parto. Su principal característica es el inicio repentino de ideas delirantes, referidas sobre todo al niño, alucinaciones auditivas que pueden ordenarle que haga daño al bebé, un lenguaje o comportamiento desorganizado y, en general, una pérdida de contacto con la realidad. Claro que en el caso de homicidio de niños producto de maltrato, que superan los 2 meses de vida, es necesario pensar que se trata de otro tipo de patología, instaurada en la línea de la psicosis, y con posibles concomitantes perversos. En ese caso, las madres podrían desarrollar un vínculo patológico con sus hijos y el maltrato físico que podría llevar a la muerte sería una muestra extrema de esta patología".
Si se habla de "normalidad", hay que pensar que la mayoría de las madres y los padres siempre tienden a cuidar a sus hijos por diferentes motivos, según explica el profesional: "No sólo por la significación afectiva de los hijos, sino también por la significación simbólica de éstos en la vida de los padres. Los hijos son la continuación de sus propias vidas, por lo que cualquier cosa que atenta contra la vida y seguridad de sus hijos, atenta directamente sobre la autoestima de sus padres. Por eso la pérdida de un hijo es un proceso casi imposible de elaborar. Cualquier padre que atente contra la vida de un hijo, de algún modo está atentando contra sí mismo. Por lo que esto muestra a las claras que se trata de una situación absolutamente patológica".

