Pensar en un auto que se maneje solo, sin un conductor designado, parece una tarea de ciencia ficción. Y en esa titánica misión ya hay gigantes tecnológicos que están haciendo sus mayores esfuerzos. Pero en el país un grupo de ingenieros argentinos considera que la lejanía geográfica no es un problema. Ya diseñaron los primeros prototipos de vehículos autónomos para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En esto, trabajaron dos empresas: Space AI (de los cuales dos de sus fundadores son Alejandro Repetto y Enrique Cortés Funes, en la foto), con sede en Silicon Valley, e Inipop, una firma local. Ambas compañías son manejadas por argentinos y el desarrollo tecnológico se hace exclusivamente acá.

Un vehículo autocomandado es capaz de cumplir con las principales funciones de movilidad de un auto tradicional pero de manera autónoma. Utiliza inteligencia artificial; esto significa captar los estímulos del entorno y tomar decisiones sin intervención humana, gracias a un sistema operativo que interpreta la información y evalúa qué debe hacer a cada momento, con el beneficio de que no se distrae y tiene una capacidad de reacción más veloz que la de un ser humano.

El prototipo desarrollado para el Gobierno de la Ciudad es eléctrico y cuenta con 3 sensores principales: un GPS de alta precisión, un sensor de unidad inercial (IMU), que recibe información del sentido (el GPS da las coordenadas pero no, por ejemplo, si estás inclinado o en movimiento). Y por último cuenta con un radar láser (un Lidar), capaz de girar 40 veces por segundo sobre el techo del vehículo, y que puede construir un mapa 3D de todo lo que tiene alrededor (mide el rebote del láser, invisible, y con eso identifica los obstáculos). Toda esta información que reciben los sensores es procesada por una computadora, con un sistema operativo capaz de hacer reaccionar a los actuadores, que básicamente son los que dirán si el auto debe ir para adelante, para atrás, para un costado o para el otro. Así, el vehículo puede identificar las rutas más apropiadas, evitar obstáculos y respetar las señales de tránsito. Pero hay otra etapa más, y tiene que ver con una comunicación entre los autos, en el que los distintos vehículos autónomos puedan hablarse entre sí. ‘Si esto pasa, por ejemplo en una bocacalle, uno le puede ir avisando al otro que está llegando a la esquina, entonces los dos bajan la velocidad y no frenan; calculan la velocidad para pasar uno sobre el otro’, explica Alejandro Repetto, CTO de Space AI. Buenos Aires fue la tercera ciudad del mundo y la primera de Latinoamérica en contar con un prototipo de esta índole. Si bien faltan muchas pruebas, todavía no podría utilizarse porque la legislación vigente no contempla autos autónomos en la ciudad ni en otras partes del mundo. Fuente: La Nación.