Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts dirigidos por Vincent Chan, han propuesto una nueva manera de organizar las redes ópticas para acelerar la transferencia de datos y reducir la cantidad de energía consumida.

En la mayor parte del ancho de banda, el tráfico de alta velocidad se entrega con señales a través de cables ópticos. Estas señales pueden recorrer grandes distancias, pero periódicamente llegan a una intersección y tiene que ser redirigidas. Es difícil redireccionar la luz, ya que actualmente este proceso requiere la conversión de la señal luminosa a una señal eléctrica en un equipo de Internet que toma una decisión de enrutamiento (router) y finalmente volver a convertir la información en una señal óptica para continuar atravesando los enlaces.

Esta metodología requiere de alimentación adicional y los problemas surgen cuando las señales ópticas procedentes de distintas direcciones llegan al mismo tiempo a un router. Se tienen que convertir en señales eléctricas para que el router las almacene en la memoria hasta que pueda tomar una decisión para encaminarlas al destino correcto en la red.

El método que sugieren los investigadores se llama Optical Flow Switching y explota la conmutación óptica, enrutamiento y tecnologías de transporte para optimizar el rendimiento de la red. La idea es establecer conexiones dedicadas directas entre aquellos lugares que intercambian grandes volúmenes de datos, con lo que no habría necesidad de enrutamiento de grandes volúmenes de información, reduciendo cuellos de botella y obteniendo una red mucho más eficiente.

Con la creciente demanda de mayor ancho de banda, la nueva tecnología podría convertirse en una realidad, pero el principal obstáculo es económico y no técnico: habría que invertir en una red de equipamiento físico totalmente nueva.