Una aplicación desarrollada en la Universidad de Toronto (Canadá), ayuda a las personas a controlar su presión arterial. Se conecta con un sistema inalámbrico para el seguimiento de la presión y recuerda a los usuarios que tomen lecturas de la misma.
La biomedicina finalmente ha llegado al celular inteligente. El uso de ‘smartphones’ para ayudar a controlar las enfermedades crónicas ya es una realidad.

Las aplicaciones conectadas a sistemas médicos de seguimiento han demostrado mejorar la salud de personas con diabetes e hipertensión. Además, podrían aliviar la carga del sistema sanitario.
Las tiendas de aplicaciones se están llenando de programas diseñados para ayudar a las personas a controlar su salud mediante el uso de un teléfono inteligente. Sin embargo, la mayoría de estas aplicaciones simplemente facilitan a los pacientes el registro de sus mediciones de salud, tales como el peso o la presión arterial. No está claro si realmente mejoran notablemente el comportamiento relacionado con la salud.

Joseph Cafazzo, ingeniero biomédico en la Red de Salud de la Universidad de Toronto (Canadá), junto a sus colaboradores, ha desarrollado aplicaciones que consiguen hacer mucho más. Sus aplicaciones interactúan de forma inalámbrica con dispositivos médicos -incluyendo un sistema de seguimiento de la presión arterial y otro para el azúcar en la sangre- y ofrecen sugerencias basadas en las lecturas. El equipo encontró que las personas que utilizan los programas bajaron su presión arterial y fueron más cuidadosas con el seguimiento y análisis del azúcar.

Uno de los hallazgos más interesantes fue que los médicos no parecieron desempeñar ningún papel en el cambio. "Lo que ocurrió es que los pacientes se hicieron responsables de sus propios cuidados", afirma Cafazzo, que dirige el Centro para la Innovación Global de la Sanidad Electrónica de la universidad.

Los esfuerzos de Cafazzo fueron en parte resultado del creciente uso de los teléfonos inteligentes como instrumentos médicos, así como un aumento de los dispositivos de control remoto y en el hogar que están logrando trasladar la medicina fuera de la consulta del doctor.

Sin embargo, a diferencia de muchos sistemas de seguimiento ya existentes, Cafazzo considera que su trabajo otorga una mayor responsabilidad al paciente. "El objetivo de los dispositivos de seguimiento clásicos en el hogar es recopilar información y entregarla al médico, quien tiene que analizarla y actuar en base a ella, para después devolver dicha información al paciente", asegura. "No se trata, en realidad, de un tipo de autoatención".

En un ensayo clínico del sistema llevado a cabo durante un año, y en el que participaron 110 pacientes con hipertensión diabética, Cafazzo y sus colegas hicieron que algunas personas usaran la aplicación y un monitor de presión arterial en el hogar, mientras que otras utilizaron solo un monitor. Los que utilizaron la aplicación experimentaron un descenso de la presión arterial sistólica de 10 milímetros de mercurio como media, lo que podría reducir el riesgo de eventos cardíacos en un 25 por ciento. Aquellos que utilizaron solo el monitor de presión convencional no experimentaron esta reducción de la presión arterial.

Los médicos no alteraron significativamente la medicación o los regímenes de tratamiento de los pacientes durante el curso del estudio, por lo que los investigadores afirman que los cambios en materia de salud deben haber sido debidos solamente a la aplicación de seguimiento y a los cambios relacionados con el comportamiento del paciente, tales como los nuevos patrones de alimentación y un mejor cumplimiento en cuanto a la toma de medicación. "El monitor por sí solo no es suficiente", afirma Cafazzo. "El teleseguimiento activo mantiene a los pacientes involucrados". Este es el fuerte de la “medicina móvil”: hacer del paciente un verdadero partícipe del cuidado de su propia salud, a través de la lectura y alerta constante de su condición.