Como en los últimos seis años, Vanesa Garay repartía pequeños bollitos de pan, cumpliendo nuevamente con su promesa de agradecer porque consiguió el trabajo que pidió a San Cayetano. Como cada 7 de agosto se acercó a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán del Barrio Parque Industrial, Chimbas, el centro principal de celebración en el Gran San Juan para honrar al patrono del pan y del trabajo en Argentina.
Obviamente que el contexto de la celebración en este 2020 era totalmente atípico, debido a las medidas de distanciamiento por la pandemia del coronavirus. Además que no se realizó la habitual procesión, no podían ingresar más de 70 fieles al recinto para seguir una de las 5 misas del día. La de mayor convocatoria fue la de las 16, con el arzobispo de San Juan, Jorge Lozano, realizando la homilía.
Por eso, entre el medio centenar de personas que esperaba parada en la vereda para el siguiente turno estaba Elva Isabel Pérez (62 años), quien se trasladó desde el Barrio Timoteo Maradona, Capital, para también agradecer porque su esposo consiguió trabajo hace ya varios años. Elva acataba las órdenes de la policía que los feligreses mantuvieran el distanciamiento y reinaba el silencio para que la palabra de Lozano, amplificada en los parlantes del salón se escuchara también afuera.
Al igual que Vanesa, Deyanira Alaniz también entregaba un presente a todo el que pasaba por al lado de ella. Con guantes, sacaba de una bolsa de tela estampitas con un minúsculo pan, envueltos en una bolsita. Antes de entregarlos, Deyanira rociaba con un spray. "Estaré siempre agradecida a San Cayetano, porque siempre intercedió por mi familia. Por eso, vamos duplicando cada año la cantidad de estampitas que repartimos, salvo este año que trajimos solamente 200 porque sabíamos que no habría más gente. El año que viene, si hay procesión, vamos a entregar 1.600”, adelantó.
La gran mayoría de los fieles estaba en el lugar para agradecer, más que para pedir. Incluso por temas de salud, como Romina y su hija Rocío, por Aisack, de 1 año y 5 meses, hijo de Rocío. El niño ingirió gasoil hace menos de un mes y en el hospital pronosticaron pocas esperanzas que sobreviva. “A San Cayetano ya le pedí trabajo para muchos y siempre intercedió por nosotros. Esa noche vine a la capilla y le pedí por mi nieto. Hoy estamos todos acá para dar las gracias porque ni siquiera le dejó una secuela ese accidente”, describió Romina.