Allí donde antes había una ripiera del ferrocarril y luego un asentamiento con cientos de casas precarias y desordenadamente distribuidas, y miles de historias de vecinos que por décadas pasaron por la ex villa Benavídez, ahora hay cuatro hectáreas impecablemente parquizadas.
Se trata del Parque Provincial de Chimbas, en calles Benavídez y Tucumán, que hoy a las 18.30 será inaugurado tras casi seis años de complejo avance. Joaquín Olivera y Pedro Martínez fueron vecinos de aquella villa y ahora son los primeros en recorrer el lugar antes de su estreno.
Joaquín vivió parte de su niñez en la villa Benavídez, a principios de la década del ‘70. Su casa daba a la avenida Benavídez y transcurrió sus días hasta que se mudó al barrio La Pampa junto a su familia.
“Por entonces todavía la villa no era tan grande y aún llegaban los trenes a cargar ripio. De niño fueron incansables horas de juego entre los vagones y también en la gran hondonada que había y que luego fue rellenada”, recordó Olivera, quien es ingeniero electromecánico, tiene 56 años y es papá de tres hijas.
Ahora, en lo que era la zona de carga de trenes hay dos edificios y conforman el acceso principal al Parque. “En el filo de esa hondonada, que tenía como 20 metros para abajo, nos sentábamos con mi hermano a hacer volar volantines. Viví años muy felices ahí, cuando la villa Benavídez no tenía mala fama y nos conocíamos todos”, recordó.
Pedro Martínez, el Pato, tiene 73 años y vivió 40 en la ex villa. “Aquí conocí a mi esposa, que llegó entre las tres primeras familias.
Con los años empezó a asentarse gente que venía de Capital, Rawson, Santa Lucía, Ullum. Una vez hicieron un relevamiento y casi nadie de los que vivían en la villa había nacido en Chimbas”, apuntó Martínez, exjugador de fútbol y plomero que trabajó durante décadas en la construcción de diferentes barrios del IPV. El hombre, que se recupera de un ACV, tiene dos hijos y cuatro nietos.
“Acá abajo, donde estamos parados ahora, alguna vez hubo una canchita de fútbol. Estaba como a 20 metros del suelo, en la cava de la ripiera. Es increíble que ahora haya pasto, plantas y veredines nuevos”, apuntó Martínez.
“El parque le va a cambiar la cara a toda esta zona, tanto de Chimbas como de Capital. No sólo es un lugar muy bonito, sino que va a ser un espacio para que la gente pueda hacer deportes o actividades culturales”, dijo Olivera.
La cava que dejó la ripiera del ferrocarril llegaba hasta el lecho subterráneo del río San Juan.
A fines de 1960, el terreno se rellenó con escombros provenientes de las demoliciones para la puesta en línea de la ciudad de San Juan post terremoto y en ese baldío luego se asentó la villa durante más de 30 años.
En 2006 fue erradicada y en el predio quedaron cientos de pozos negros. Debido a la inestabilidad del suelo es que fue imposible construir un barrio, por lo que entonces surgió la idea de hacer el parque.
Las 4,28 hectáreas del Parque de Chimbas tienen riego por goteo, fueron plantadas especies como palmeras, durantas, palos borrachos, jacarandás y tipas, entre otras.
Los cambios de altura que tiene el lugar fueron aprovechados con muros de contención de gaviones, a la vez que los espacios fueron diferenciados por grupos etarios, por lo que hay sectores con juegos para niños, actividades físicas o recreación para adultos y hasta un playón polideportivo.
Una tarea compleja
Construir el Parque de Chimbas fue complejo debido a las características del terreno. Fue en agosto de 2010 que empezaron a trabajar en el predio y entre las primeras acciones intentaron inundar el terreno para estabilizarlo, pero aparecieron grietas y el agua se escurría.
Entonces realizaron un gran movimiento de suelo para romper las cúpulas de los más de 300 pozos negros y luego realizaron un relleno, en el que incluso usaron las 1.200 camionadas de tierra que sacaron cuando limpiaron el lago del Parque de Mayo.
Como igual siguieron apareciendo grietas, recurrieron a otro trabajo extremo: quitaron un metro de terreno, extrajeron los escombros y los recolocaron en capas de 20 centímetros, compactándolas con rodillos vibradores. Eso les dio la esperada estabilidad de suelo y pudieron empezar a construir, pero para entonces ya habían pasado cinco años. En 2015 salió la licitación y finalmente comenzaron la obra.