Cuando los médicos le dijeron que su padre iba a pasar muchos días en Terapia Intensiva, Claudia Maffezzini habló con sus 3 hermanos y todos decidieron llevar la casilla rodante de uno de ellos al estacionamiento del Servicio de Urgencia del Hospital Rawson, para turnarse con el fin de vivir allí. En esas condiciones están desde hace 53 días. Así, logran mantenerse cerca del enfermo, pueden darle de comer, verlo en los horarios de visita y llegar puntual a cada uno de los partes médicos.

“Mi papá está acá desde hace mucho tiempo y sabemos que falta mucho para que salga. Por eso, decidimos quedarnos aquí, es un modo de acompañarlo y nos permite estar cuando nos necesita”, comentó Claudia. Y contó que su papá, Miguel Maffezzini, de 66 años, llegó al hospital después de que un micro cayó sobre su pecho. “Él estaba cambiando las ruedas y el colectivo estaba sostenido con un gato, pero se corrió, y el colectivo lo aplastó. Por suerte pudieron hacer un pozo para sacarlo, pero quedó muy mal”, relató la mujer en la puerta de la casilla rodante.

Para quedarse en ese lugar pidieron permiso a las autoridades del hospital. En la casa rodante comen, toman mates e incluso, por las noches, el hijo de Claudia de 18 años y su primo de 15 (ambos nietos de Miguel) duermen. El vehículo tiene hasta gas, con el que calientan agua, aunque el baño no funciona, así que usan alguno de los del hospital o los de la Terminal.

Lo primero que se ve al entrar a él es una lista en la que están marcados los horarios de visita, los de cada una de las comidas que le deben dar a Miguel y los de los partes médicos.

Según contó Claudia, su papá está consciente pero no sabe que su familia se turna para vivir en la puerta del hospital. “No queremos preocuparlo”, explicó la mujer. Y agregó que “cuando mi hermano falleció -se trata de Marcelo Maffezzini, una de las cuatro personas que murieron ahogadas cuando pescaban en el Dique Cuesta del Viento, en agosto del 2006- mi papá nos enseñó a tener fuerzas para seguir luchando, ahora nosotros lo estamos ayudando a luchar a él”.

Hace tanto tiempo que la familia está allí que llegan a conocer a todas las personas que van y vienen del servicio porque también tienen familiares internados. De hecho, a algunos, hasta les guardan en la casilla las reposeras que usan en el día para acompañar a sus enfermos. “Estar acá es duro. Los otros días vi la desesperación de los padres de un chico de 19 años que murió. Veo cuando ingresa un enfermo nuevo y trato de contener a quienes lo rodean y me pongo feliz y les deseo suerte a los familiares de las personas a las que les dan el alta”, dijo Claudia.

En cuanto al futuro, la mujer contó que tiene fe en que su papá se va a recuperar y aseguró que tanto ella como sus hermanos, sus cuñadas, su hijo y sus sobrinos seguirán acompañando al hombre hasta que logre salir del hospital, sin importar el tiempo que le lleve recuperarse.