El 16 de febrero del 2020, Israel Navarro (60) salió de la casa que alquilaba en Comodoro Rivadavia con el objetivo de llegar a San Juan. Con un bolso y un carrito, comenzó su odisea para poder conseguir un transporte que lo trajera hasta la provincia y estar con su padre de 91 años. Pero no estaba solo, Israel iba acompañado de Lola, la perra que más que mascota, la considera familia.
Por este motivo, muchas personas no podían acercarlo y la idea de pisar suelo sanjuanino se disolvía. Sin importar los obstáculos, Israel decidió caminar y así llegó hasta Capital Federal, luego de pasar por varias ciudades de Buenos Aires. Cuando salió de Chubut nunca se imaginó que además de Lola iba a estar acompañado por una pandemia, que en más de una vez lo obligó a pernoctar varios días en una ciudad por el asilamiento.
El sanjuanino, que hace 10 años se fue al sur por trabajo, asegura haber caminado con su fiel compañera 1938 kilómetros y que desde septiembre del 2020 no puede salir de Buenos Aires justamente porque nadie acepta al animal en su vehículo. "Primero porque voy con Lola y otra razón es el coronavirus. Muchos tienen miedo a llevarme", lamentó.
La brújula de su viaje lo depositó en Flores, Avellaneda, y los vecinos lo han ayudado con comida para él y para Lola. Además, durante el día busca contactos para poder acercarse a San Juan pero cuando el sol se oculta busca un refugio y un kiosco que le haga el favor de cargarle un humilde celular.
Israel no sólo está desempleado sino que tiene una hernia de disco, tornillos en la pierna izquierda y una placa en la cabeza por un accidente que tuvo hace años.
El anhelo de Israel está intacto: "Quiero llegar a mi ciudad y dejar de vivir en la calle". Pese a la negativa de las personas que no lo trasladan por la perra, a él en ningún momento se le cruzó por la cabeza darla en adopción y mucho menos dejarla. "Vamos a llegar juntos", expresó y agregó que confía en que alguien va a poder ayudarlos.

