Apenas comienza a amanecer, María Rosa se levanta. Dentro de pocos minutos llegarán al Parque de Mayo las personas que eligen ese lugar para hacer ejercicio. Y ella no quiere pasar por la vergüenza de que la vean durmiendo bajo el puente de la pista de bicis. A fines del año pasado se quedó sin casa. Desde entonces pasa los días y las noches en el parque, viviendo del rebusque. Sólo pide que le presten una "piecita" donde vivir.

Desde hace cinco meses, María Rosa Sombra, de 71 años, vive en este lugar y al aire libre. Nunca tuvo una casa propia, aunque su trabajo de mucama cama adentro le solucionó por mucho tiempo el problema de la vivienda. Pero los años le impidieron seguir trabajando. Para ese entonces formó pareja y pudo alquilar una habitación en Santa Lucía. Allí vivió por mucho tiempo hasta que, según sus propias palabras, tuvo una "mala racha". "Mi marido se fue con otra y se llevó todo los muebles -cuenta María Rosa-. No pude seguir pagando el alquiler y me corrieron. De ahí me vine al parque con las pocas cosas que tengo. Aquí me junté con otros viejos que tampoco tienen a dónde ir".

A pesar del fresco de las 7:30 de la mañana, María Rosa se prepara para bañarse, mientras uno de sus compañeros de desventuras todavía duerme en el suelo tapado hasta la cabeza. Entre las cajas apiladas al lado de un banco busca la ropa para cambiarse. Se asegura de llevarse una campera porque sabe que después de la ducha le dará mucho frío. Todos los días se baña en los baños del Parque de Mayo. Con agua fría. "Me lavo porque después de tomarme uno mates salgo a recorrer los restoranes donde me dan la comida que sobra -dice la mujer-. Con eso, más las moneditas que me dan por cuidar autos, me alcanza para no morirme de hambre".

Por las noches, María Rosa y sus compañeros (por lo general uno o dos cuidacoches se quedan con ella) se acurrucan bajo el puente para ciclistas que está en el lado Este del Parque de Mayo. Allí es el único lugar donde pueden dormir sin pasar tanto frío. La mujer cuenta que no pueden hacerlo en el túnel del trencito porque la gente "mal educada" lo ha convertido en un baño.

Antes de acostarse, esta mujer vuelve a trasladar todas sus cosas bajo el puente como lo hace todos los días desde fines del año pasado. "La gente es buena -sostiene- pero uno nunca sabe si alguien, por hacer algún daño o divertirse, se lleva las pocas cosas que tenés. Yo cuido como oro todo lo que tengo".