Arce, abeto, ébano, resinas, barnices especiales. Nadia Sánchez Rosales (38) puede combinar todos esos elementos en un minucioso trabajo de meses para crear sus violines, con sello propio y bajo la mirada de las sierras de Zonda. Allí, al pie de las sierras, instaló Naloya Sanro Luthier, su taller para fabricar violines, violas, violonchelos y contrabajos, el cuarteto clásico de cuerdas.

Ese es su lugar en el mundo, que la luthier mexicana eligió para vivir junto a su esposo sanjuanino, hace ya varios años.

‘Si bien soy luthier, en México trabajaba en el Senado y estaba haciendo carrera en la política. Fue entonces que me enamoré de mi esposo y viajé a San Juan. Acá formamos nuestra familia y decidí avanzar con lo que me apasionaba desde chica, la creación de instrumentos’, contó.

Comenzar con el taller fue complejo, especialmente por la alta inversión inicial, necesaria para la compra de materiales y herramientas; además de algunas trabas en las importaciones que no la dejaban estirar las alas.

‘Todo se hizo cuesta arriba, cada emprendimiento, cada proyecto. Pero no bajé los brazos. Y el haber creado el primer violín de mi taller fue una satisfacción tan grande, tan plena, que valió la pena el esfuerzo’, expresó Nadia, mamá de dos hijas.

Ahora, los instrumentos de Nadia se venden San Juan, en otras provincias e incluso llegó a enviar a México y Europa. Además, el taller no sólo está dedicado a la creación de violines, violas, violonchelos y contrabajos, sino también a la reparación y restauración, por lo que tiene pedidos de músicos y orquestas de Mendoza, Buenos Aires o Córdoba. Hacer un violín puede demandar 3 ó 4 meses, a la vez que en promedio puede costar unos $40.000.

‘Hacer un instrumento requiere mucha sensibilidad, mucha pasión y tiempo, pero además un contacto permanente con el músico para poder crearle lo que él quiere escuchar’, afirmó la luthier nacida en México, que adoptó Zonda como su nuevo hogar.