En Venezuela se bautizó la devaluación como el “Viernes Rojo de Chávez”, en alusión a la similitud con la fuerte caída de la moneda el 8 de febrero de 1983 (el bolívar pasó entonces de 4.30 por dólar a 7.5), durante el período de Luis Herrera Campins, que es recordada como el “Viernes Negro”.
