Dos minutos y diez segundos duró el abrazo de Vicente con sus tres hijos. Mientras los chicos lloraban, el hombre les sonreía y despeinaba a Nico, el del medio. Vicente volvió ayer a San Juan, después de haber estado más de un mes en China, donde se sometió a un tratamiento para atacar la enfermedad que padece y que afecta sus neuronas de movimiento endureciendo sus músculos. Eso, gracias a la solidaridad de la gente, que lo ayudó a pagar el costoso tratamiento.

Mientras sus hijos, familiares y compañeros del trabajo lo esperaban con ansiedad, el hombre de 39 años bajaba con cuidado y lentamente las escaleras del avión. Después, se quedó buscando el equipaje junto a su esposa y la compañera de trabajo que los acompañó en el viaje a Oriente y ofició de traductora.

Mientras, Facundo, Nicolás y Agostina, sus hijos, lo esperaban sosteniendo carteles de bienvenida. Pero no pudieron aguantar hasta que el hombre saliera. Cruzaron la línea de seguridad del aeropuerto y corrieron a sus brazos.

Ese encuentro significó empezar de nuevo para la familia. Es que, hace un año y tres meses, Vicente se enteró de que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA). A partir de ahí, su vida cambió por completo. Primero, tuvo que dejar de correr en auto, una de sus pasiones. Después, sus manos se entumecieron y hasta perdió la capacidad de hacer cosas tan cotidianas como afeitarse, bañarse o vestirse.

Sin embargo, lo que más lo asustaba era quedar inválido, por eso, junto a su familia comenzó a buscar la forma de someterse a un tratamiento. Fue cuando se enteró de que en China se hacía una intervención a través de la cual se inyecta células madre que atacan la enfermedad. Pero el tratamiento sale 27.800 dólares, es decir, más de 110.000 pesos.

La familia no contaba con el dinero, por lo que pidió ayuda. Eso inició la cadena de donaciones de diversos montos que llegaban a la cuenta que crearon en un banco o directamente en su casa. Además de la organización de rifas y té bingos. El resultado: Vicente juntó la plata y viajó a mediados de agosto pasado.

Si bien Vicente veía el viaje a China como una manera de ganar años para estar con sus hijos, contó que ‘fueron unos días muy feos, lejos de la familia, pero ya estoy de vuelta‘. Muy cerca de él estaba Navidad, su esposa, quien contó que se olvidaron de ir a buscarlos cuando llegaron al aeropuerto de China y tuvieron que esperar varias horas; además, perdieron el vuelo de regreso y tuvieron que acudir a la Embajada de Argentina para regresar.

Pero que, en realidad, lo más difícil fue firmar el documento antes de que Vicente iniciara el tratamiento. ‘La intervención con células madre es compleja, tiene muchos riesgos. No me animaba a firmarlo y hacerme responsable. Pero me acordé de mi hija, que antes del viaje me dijo: Mamá, traémelo sano. Y firme‘, contó Navidad y se quebró por primera vez desde la llegada.

Si bien ella ya nota algunas mejoras en la salud de su marido (no se agita tanto ni tiene calambres), comentó que recién en unos 6 meses comenzarán a notar mejorías en la movilidad de todo el cuerpo del hombre.

Por lo pronto, la familia ya está unida, en su casa y feliz. Y, por suerte, Nicolás tendrá que ir a la peluquería. ‘Me dijiste que cuando volviera te cortabas el pelo‘, le recordó Vicente con una mirada cómplice.