La producción calingastina de uvas es mirada con muy buenos ojos por varias bodegas de renombre de la provincia de Mendoza que elaboran vinos de alta gama. A eso se suma que varios de los caldos que se hacen en las dos bodegas del departamento -Alta Bonanza y Entre Tapias SRL.- han sido muy bien valorados en distintos concursos, elemento que da puntapié para ubicar a esas uvas en un lugar de relevancia.
La clave que distingue a los vinos elaborados con uvas calingastinas, está en el microclima que existe en ese valle y que va de la mano de la altitud, siempre por encima de los 1.300 metros sobre el nivel del mar (msnm). En este valle se dan muy bien variedades como el Cabernet Suavignon y el Blanc, Bonarda, Pinot Gris, Malbec y Syrah; pero la historia marca que a mediados del siglo XX algunas fincas que apostaron a las vides implantaron variedades tales como el torrontés sanjuanino, las criollas y las cerezas.
Pocos datos había sobre la real superficie cultivada con vid. Desde el municipio cordillerano tiempo atrás se informó que llegaban a 305 hectáreas, cifra que el último censo del Instituto Nacional de Vitivinicultura -se conoció en 2011- tiró por tierra, y lo ubicó en 106,6 hectáreas (en 1998 había 52,9 ha). Se estima que desde esa fecha a esta parte se pueden haber sumado ‘’15 o 20 ha, no más’’.
Si bien la superficie cultivada de Calingasta es ínfima en el escenario vitivinícola provincial (está en orden a las 48.000 ha), la búsqueda que hay en el mundo de vinos que tengan características distintas lo ubican a este valle con un muy buen futuro.
