Desde muy pequeña, Emilia Cano está vinculada con la música. Sus padres se conocieron en el coro preuniversitario, la incentivaron para que siga el mismo camino que ellos y a los 10 años comenzó a hacer sus primeras armas con el oboe. Luego, siendo soprano y con el correr del tiempo, se sumó al Coro de Cámara Arturo Beruti, al Coro de la Ópera de San Juan y a diferentes bandas hasta llegar a Discobilly en la actualidad. Con todos esos antecedentes y en el final de la carrera de arquitectura, su otra pasión, decidió unirlas creando un museo interactivo de música denominado Los Sentidos.

Emilia, de 27 años, estuvo un año y medio diseñando la tesis sobre la innovadora obra, que está proyectada en un terreno que posee la Escuela de Enología en Capital y alrededores, siendo sus límites las calle Paula Albarracín de Sarmiento, Colombia, Lateral Norte de Circunvalación, Avenida Libertador y los fondos de varias casas de la zona. El terreno tiene una superficie de 15 hectáreas y el edificio que alberga el museo, 8.

Al ser tan grande el espacio elegido, la arquitecta tuvo que administrarlo con largos trabajos de campo. En el sector de Colombia se encuentra una zona de comercios y casas residenciales y, paralelamente, una calle proyectada, mientras que el acceso peatonal es sobre Libertador y el vehicular por el Lateral de Circunvalación. En el parque hay un estacionamiento de grandes dimensiones y zonas denominadas estanco para que la gente tome un descanso. Por su parte, el diseño externo del museo interactivo de música es la clave de fa insertada en un pentagrama que forman cinco hileras de árboles, con el objetivo de potenciar el espacio verde.

El edificio está hundido unos 4 metros porque, según Emilia, “la idea es ir desde adentro hacia afuera, como la música en una persona”. Los accesos son pasajes en desnivel, mientras que el primer piso es el que está en el nivel cero. Con respecto a la fachada, es toda vidriada como la cúpula, para que todos los espacios estén conectados de manera visual. Además, hay una plaza seca, un hall de entrada y una confitería para que quienes visiten el museo permanezcan allí más allá del interés musical.

“El interior es un lugar en el que no solamente se puede observar y escuchar, sino también conocer las historias de cada familia de instrumentos y tocarlos”, explicó la joven. Por eso se dividió en distintos sectores que le dan el nombre de Los Sentidos: la parte de audición (anfiteatro y auditorio con capacidad para unas 150 personas para que se presenten músicos de todos los géneros), la visual (allí se puede conocer la historia de las familias de instrumentos de cuerdas, viento y percusión) y la de tacto (en la que los visitantes pueden tocar, entrar en contacto con las diferentes piezas y participar de diferentes talleres).

Para Emilia es muy significativo el proyecto llamado Los Sentidos, porque fue una fusión de sus dos pasiones. “La música siempre formó parte de mi vida y la arquitectura me fascina, entonces decidí juntarlas para llegar a crear el museo interactivo, reflejando en cada detalle el amor que siento por ambas actividades”, contó la arquitecta, dueña de una obra innovadora y compleja que le sentaría muy bien a San Juan.