‘Han venido coleccionistas hasta de Chile con intenciones de comprarlo. Pero no lo vendo. Por lo que me dicen los que saben, puede valer tranquilamente 8.000 dólares’, dice Hermes García, su dueño.

El codiciado objeto está a la vista de todos y es una muestra del San Juan antiguo. Se trata de un surtidor de nafta que se usó aproximadamente en la década del ‘40 del siglo pasado y que, dijo su propietario, es el único que se conserva en la provincia. El aparato, que está en muy buenas condiciones, se encuentra desde hace unos años sobre la vereda de un negocio, tras un pasado en una estación de servicio de Marquesado.

‘Al surtidor lo encontré en una chacarita en Marquesado, porque ahí había funcionado hacía muchísimos años. Me llamó mucho la atención lo bien conservado que estaba y me pareció que iba a pegar con la decoración de un boliche que estaba por abrir. Así que lo compré, lo pinté con los mismos colores que traía y en el boliche lo puse al lado de un auto. El que alguna vez fue a Oxido se tiene que acordar’, dijo García, quien agregó que lo adquirió en 1989 y lo sacó del boliche cuando cerró el local, en 1992.

Luego llevó el surtidor al negocio de ventas de autos que tenía, en Mendoza y Larraín, y desde entonces está ahí, a modo de decoración sobre la vereda. Si bien la agencia mutó con el tiempo a un negocio de autopartes, la presencia del surtidor no desentonó con el nuevo rubro. ‘Al poco tiempo que lo instalé acá me pasó una cosa muy loca porque vino un viejito con un bidón, para que le vendiera nafta. Se ve que el hombre alguna vez cargó en un surtidor parecido y pensó que funcionaba’, contó el también piloto de rally.

El surtidor, por sus colores amarillo y naranja, era de Shell y funcionaba con el sistema de vacío, por lo que había que mover una palanca para bombear el combustible desde un tanque subterráneo. En la parte superior se cargaban los vasos de vidrio, que son de 5 litros y están a más de 2 metros de altura.

El surtidor permitía una carga mínima de 5 litros, de acuerdo al regulador que se conserva intacto, incluso con su aguja de aluminio y una pequeña chapa tipo bisagra que oculta un contador interno de litros. En tanto, el surtidor por dentro mantiene su circuito original y lo único que perdió fue una bocha de cobre que iba en la punta de la manivela, que fue robada. Cuando estaba en funcionamiento, se podía cargar como máximo hasta 50 litros con esta bomba. Como cada vaso tenía 5 litros. Dicen que había que tener brazos fuertes para mover la manivela.

Según García, su intención es reparar un pequeño abollón que tiene en su base y volver a pintar el surtidor con los colores originales, para mantener una parte del viejo San Juan en la puerta de su negocio.

En algunos lugares del interior del país estas reliquias se ostentan como curiosidades autóctonas, como en Carmen de Areco, en Buenos Aires (que incluso está cercado con una reja), Clason, Santa Fe, o San Martín de los Andes, Mendoza.