El próximo 12 de febrero se conmemorarán los 200 años de la batalla de Chacabuco, triunfo que llegó de la mano del general San Martín y que sirvió para liberar a tres países de las fuerzas españolas.

En este marco salieron a la luz los detalles de cómo en la etapa de preparación del Cruce de los Andes comenzó a gestarse el proceso de industrialización de lo que fue más tarde la República Argentina.

El próximo domingo, desde San Juan comenzará la emulación del recorrido que hizo el mismo San Martín, a través de la cordillera, una travesía organizada por el Gobierno de la provincia.

Desde los albores del proceso independentista una suerte de lo que hoy se conoce como ‘burguesía nacional‘, básicamente integrada por vascos y catalanes, fue clave para el financiamiento de las campañas libertadoras, como en el caso de Domingo Bartolomé Francisco Matheu, oriundo de Barcelona, quien aportó los recursos para las campañas de Juan José Castelli al Alto Perú y de Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano al Paraguay.

Mañana a las 10, en la Plaza Seca, se hará el cambio de guardia de la Bandera de Cabot.

Ya por entonces existían los fabricantes de carretas en Tucumán, desde inicios del siglo XVIII, para el traslado de los metales extraídos del Alto Perú hasta el puerto de Buenos Aires dando lugar a unos 200 operarios aborígenes, mientras también la carpintería era generada en diversas provincias, como en la de Corrientes.

Desde uno de sus talleres donde, el luego gobernador Pedro Juan Ferré, puso en marcha el primer astillero instalado en el país, lo que hizo durante más de un siglo y medio a la ciudad de Corrientes como una suerte de capital de la industria naval argentina.

En el acto del Centro Cívico presentarán a los expedicionarios que irán al Cruce.

En 1815 el arequipeño, hoy peruano, José Ignacio Álvarez Thomas, por entonces director supremo de las Provincias Unidas de América del Sud, el mismo que convocase al Congreso de Tucumán que sancionase la Independencia el 9 de julio de 1816, firmó el decreto que constituye la primera norma proteccionista de la historia argentina independiente al establecer que todos los uniformes militares debían ser elaborados por industriales locales.

Belgrano y San Martín se habían educado en España y adquirido concepciones económicas proteccionistas e industrialistas como quedó de manifiesto en el caso de primero, discípulo de Melchor Gaspar de Jovellanos, durante su gestión como secretario del Consulado del entonces Virreinato del Río de la Plata y en el del segundo como gobernador de la provincia cuyana en la etapa previa al ‘Cruce de los Andes‘, oportunidad en la que aplicó sus vivencias pasadas.

San Martín tenía claro el atraso español, producto de una economía primarizada tres siglos atrás, frente al desarrollo de los Países Bajos y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda que habían avanzado por el camino de la industrialización con una fuerte impronta del estado que en el segundo de los mencionados tuvo aportes decisivos como las ‘Actas de Navegación‘ de Oliverio Cronwell y las ‘Leyes de Pobres‘ de Isabel I.

Los poco más de cuatro meses que vivió San Martín en Londres, a fines de 1811 y comienzos de 1812, también le sirvieron para ver otra organización social y en ese marco se basó su concepción industrialista.

Una vez en suelo argentino, en Mendoza, se apoyó en los conocimientos de matemáticas, mecánica y química de fray Luis Bertrand (castellanizado como Beltrán) quien, con José Antonio Álvarez Condarco, puso en marcha una fábrica de pólvora donde fabricaron armas, herrajes y municiones, además de los uniformes; en este caso como lo había establecido Álvarez Jonte.

En la fábrica mendocina dirigida por Fray Luis Beltrán, quien más tarde abandonara los hábitos para dedicarse de lleno a la lucha, San Martín llegó a contar con 700 operarios que también, bajo el diseño del propio Beltrán, elaboraron aparejos para trepar laderas escarpadas, equipos para transportar cañones a lomo de mula y puentes colgantes para humanos y animales.

La cosmovisión económica sanmartiniana también se reflejó cuando ejerció durante algo más de un año el gobierno peruano y como parte de ello fue la creación de la moneda nacional y un sistema proteccionista de comercio internacional sobre el cual se asentaba la obtención de recursos para el estado nacional que también impulsó una naciente industria (Telam).