Había toda clase de flores: crisantemos, margaritas, calas, claveles. Pero todas eran blancas, porque esa era la consigna, llevar una flor blanca para ofrecer a María Auxiliadora, dar gracias por un año de trabajo y al mismo tiempo, hacer ese pedido tan especial de fin de clases. Un pedido para el que todos se pusieron de acuerdo y que, con la simpleza que tienen los chicos para decir las cosas que los grandes hacen complicadas, verbalizó la cercanía que ellos sienten con la Patrona de su colegio, homónimo de la Virgen. Por eso, el pedido fue tan sencillo como concreto: que la Virgen los siguiera cuidando durante las próximas vacaciones de verano. Y remataron con un Ave María el particular pedido a la Señora que todas las mañanas los recibió, con el Niños Jesús en brazos, cuando llegaban un poco dormidos al colegio ubicado en Capital.

"Yo le pedí para que mi mamá se mejore, porque estuvo enferma", contó Daniela, al tiempo que mostraba la remera pintada con stencil, que reproducía el contorno de su mano en color rojo que su mamá sostenía orgullosa y con los ojos brillantes por la emoción. Todos querían hablar al mismo tiempo y las seños tuvieron que ordenar la conversación, para que nadie se quedara sin contar cuál había sido su pedido personal a la Virgen María. Como Pilar, con su cabeza llena de rulos castaños y una vocecita tenue, que señalando la panza prominente de su mamá alcanzó a decir que le había pedido a la Virgen "que cuide bien a Joaquín", el hermanito que no tardará en nacer. O Augusto, que con mucha seriedad, reveló que su pedido particular había sido que "todo salga bien". Y después aclaró: "Es que ahora vienen las vacaciones, y yo quiero jugar mucho, así que por eso le he pedido que todo me salga bien. ¡Seguro que me escuchó, porque lo dije bien fuerte!".

"Este soy yo sobre la lluvia", dijo Santi, mostrando orgulloso un dibujo hecho con hisopos y témperas sobre un azulejo. Después, cuando la seño consiguió que se quedara quieto un minuto para contar qué había pedido cuando le tocó entregar su flor blanca, dijo sin dudar: "Primero le pedí por su hijo, el Niñito Jesús, porque yo lo quiero mucho. Y también le pedí que todos seamos felices".

Que me compren un perro, que me regalen la bicicleta, que vayamos de viaje a ver a mis primos. Los pedidos iban de lo tangible a lo intangible, a medida que las flores iban rebosando en los floreros, que milagrosamente no sufrieron ningún accidente por tanto cariño expresado. Los grandes, mientras tanto, sacaban fotos y no dejaban de emocionarse con los ruegos infantiles y con los agradecimientos que expresaron los chicos. Antes de terminar, muy atentos, escucharon a la hermana Laly, la directora del colegio, que les recordó otro motivo para dar las gracias: los 50 años de vida de la congregación de María Auxiliadora en San Juan, un aniversario que tuvo a la comunidad de festejo durante todo el año (con procesiones y espectáculos) y en la que los más chiquitos también tuvieron su día de fiesta.